Las estaciones y los días
“Aquí está el sol con su único ojo, la boca escupefuegos que no se hastía de calcinar la eternidad” / ‘De un Tiempo a esta parte’ / José Emilio Pacheco.
Todavía hace unas dos décadas nos parecía, ante los cambios del clima que todo sería cuestión de seguir evolucionando, adaptándonos. En los fines y los principios de cada año cuando se venían los fríos, solo era pensar y creer que aún no estábamos bien adaptados pero que ya lo estaríamos. Los inviernos eran inviernos, ya leves o intensos, y muchas veces llegaban con horas que calaban como ráfagas del polo. Se extendían por varios días y noches, a veces con lluvias ligeras, pero lluvias, y andaban ahí, por nuestras vidas, incluso en las tardes de colores acerados y añiles. Hoy, a la manera de uno de nuestros grandes clásicos; “Todo lo sólido se desvanece en el aire”.
Todo cambia pero muchas veces las cosas ya no quedan. Los eneros y los febreros en verdad eran la pausa, el imprescindible hilo del devenir para transitar el año, para que muriera la cizaña y la mala escoria, para ver completa la película de la naturaleza. Este año y de años atrás parece no haber quedado nada del invierno en este páramo asoleado. Había invierno en las casas, en la escuela, en las calles de cemento, más duras que nunca. Había también patios afortunados donde esperaban los nidos de las oscuras.
Este año otra vez el invierno nos pasó de largo y de pronto bajo esta insolación andamos como entrampados en la prosa del poeta, por aquello de que abril es, “el mes más cruel del año”. Pero es más que el sofoco o las noches llenas del sabor y el olor de este extenuado oxígeno circundante. La ciudad tiene sed cada vez más grande, la ciudad se autoaniquila de poco en poco. Ojalá las apariencias nos engañen, ojalá solo sea eso y estamos aún a tiempo.
El pantano que crece
Es de escándalo, de vergüenza ajena y siempre de asombro la ruindad del debate político en nuestro país, ese que ahora pretende reducir la discusión pública a un estar en el bando de los “salvadores” o en el bando de los traidores”, y de más vergüenza aún los contenidos que sirven privando en los grandes medios, televisión, radio, redes sociales, haciendo de la posibilidad de la comunicación un inmenso espacio de aniquilación del contrario. Un muestrario de horrores, de mentiras, perversidad e ignorancia, de odio como bestia de diez cabezas, nacido y alimentado para el desquite y la revancha. De paso, la destrucción del lenguaje, la vulgarización de la vida social, el desprecio por la inteligencia y la verdadera alegría. Como si la violencia que nos rodea fuera de mentiras. Poco que resaltar, y poco también donde refugiarse ante la ola de desinformación y estulticia, el pantano que crece como océano.
Poco queda, todo se desvanece en el aire. La colaboración, el construir entre los más, fortalecer las solidaridades son cosa del pasado. Hoy es la edad del individuo, de la ganancia por la ganancia. Mañana la felicidad estará en todas partes, como el chirriar estridente y enloquecido de esa rueda de la fortuna. En tanto, con el paso de los días el mundo se convierte cada vez más en una extensa y brutal arena romana.
Será difícil detectar en qué punto se desvió la modernidad de sus verdaderos propósitos de progreso y emancipación colectiva, para dar paso a esta historia más parecida a una vorágine de perpetua desintegración, como ya advertía a mediados de los años setentas Marshall Berman en, All that is solid melts into air.
Pagar la fama
Por fortuna, algo de lo mejor leído en esta semana lo es la colaboración periodística de la ya célebre escritora Irene Vallejo, quien entre otros asuntos habla de la inclemente propaganda que desde todos los flancos posibles se nos lanza para celebrar y cumplir las consignas del pensamiento positivo, por supuesto siempre éxitoso y siempre individual, hasta la médula. Tanto positivismo, dice, acabará por cerrar los ojos a muchas realidades inquietantes. Un día con otro la época de los éxitos suplantará cualquier adversidad, gracias al mito del esfuerzo individual, siempre más grande y siempre victorioso. Contra las consignas de abrazar como modelo de vida la autoexplotación, el combate contra el otro, nos recuerda la sentencia; “queréis la fama y este será el lugar donde empezaréis a pagar por ella”, refiere la escritora española, de una frase en una serie en la televisión de los años ochentas, La autora de uno de mejores libros que se hayan escrito en muchos años; ‘El infinito en un junco’, subraya; «Quien se deja engullir por las obsesiones, no tiene energías para salir a comerse el mundo”.
MAR ETERNO
“Digamos que no tiene comienzo el mar
Empieza donde lo hallas por vez primera
y te sale al encuentro por todas partes”. / José Emilio Pacheco, otra vez.