MUY POCA INTELIGENCIA Y MUY MALA ESTRATEGIA

MUY POCA INTELIGENCIA Y MUY MALA ESTRATEGIA

La verdad es lo que es y sigue siendo verdad aunque se piense al revés.

Antonio Machado

Todavía sin reponerme de la vergüenza ajena que me provocó la pareja presidencial, (¿será correcto referirme así al presidente y a la no primera o no dama), ajenos no digamos al protocolo, sino ajenos a los buenos modales y buena educación, más o menos del talante de Luis Echeverría pretendiendo tomar del brazo a S.M. Elizabeth I, vimos a AMLO manoteando en inglés y balbuceando en macuspano antiguo mientras su consorte (¿será consorte o sólo coactriz?) palmoteaba a Biden, que su fama de ojo alegre y traviesón ya sólo debe haber quedado en eso, en tanto les hacían un recorrido turístico más aburrido que una mañanera, me apresuro a pergeñar estos párrafos para cumplir con esta cita semanal que medios de comunicación me anfitronan.

No cabe duda que el gobierno de la 4T es una farsa, con multitud de humoristas involuntarios, que en muchos casos su efecto hilarante se desvanece por la ira o desprecio que provocan. Pensemos en el austero republicano haciéndose de la vista gorda (en este caso flaca) ante el esqueleto rumbero que de gira de no promoción electoral, se encontraba en Michoacán, gira privada por supuesto, que tuvo que regresar apresuradamente en un helicóptero del gobierno del estado, que lo facilitó para el viaje privado de la Shiquitibaum, como dice la canción: “en que quedamos por fin, ¿me mientes o no me mientes?. No menos chistoso y ridículo lució el generalote de la Defensa Nacional, que ahora no lució su uniforme chimbiriniado lleno de pegatinas según Isaura, mi nieta, que para cumplir con las prevenciones de Derechos Humanos de no dar el nombre completo de un presunto delincuente, anunció la captura de Ovidio “N”, hijo de Joaquín Guzmán Loera, ¡Híjole con esa pista hasta un detective privado le atinaba.

Y a propósito de perros del mal, (adjudiquéselo el amable lector al captor o al capturado) la epopeyita de la captura del presunto delincuente, presuntamente hijo del Chapo e ídolo de la Chapiza (que por lo que se mira en redes sociales, tiene muchos adeptos), tiene tantas caras y matices, que de no ser tan serio y delicado el tema, movería a risa y luego a sentarse a llorar con tonada en la orilla de la banqueta.

Tratando de desmalezar la información y procurando atenerse a los hechos, tomando como hechos también a las declaraciones, surgen tantas posibles interpretaciones que termina siendo más complejo que armar el cubo de Rubik, o encontrarle sentido a un discurso de López Obrador.

Supimos por el presidente que está vez no se enteró de nada en la reunión de seguridad de las seis de la mañana, (a las nueve no tenía nada que informar), supimos por la Jornada (Segundo Diario Oficial de la 4T) a media mañana, que se había capturado a Ovidio “N” a quien muchos relacionaban con el “Culiacanazo” y con el Señor Don Joaquín Guzmán (según el preciso es una falta de respeto apelarlo Chapo). Finalmente a las 13 hs. una especie de madre superiora de la policía fungió como telonera del General Secretario de la Defensa, quien pasó a rendir parte, (nunca mejor dicho, porque su intervención inconexa, contradictoria, balbuceante, dejó, me parece una pésima impresión). Afirmó que la captura derivó de trabajos de inteligencia (¿quién sabe que entiende por inteligencia el ejército) que se prolongaron por seis meses, que les permitieron ubicar al objetivo y proceder a su captura. Agregó que los hechos se dieron cuando una patrulla del ejército casualmente se topó con un convoy de vehículos, algunos aparentemente blindados (blindaje no autorizado ni realizado por las empresas consentidas del estado mayor), a los que hicieron el alto y “persuadieron” (conozco perfectamente la persuasuavidad de los militares) y ¡Oh sorpresa! Entre los persuadidos, que pronto se arrepintieron de la persuación, se encontraba Ovidio “N”, comenzaron a atacar a los soldados que los persuadieron mas fuerte y los sometieron (en el lenguaje policíaco: madrearon), los aseguraron (en el lenguaje policíaco: detuvieron), y sólo hubo un abatido (en el lenguaje policíaco: matado). Al siguiente día al recontar los “abatidos” subieron a 29, los persuadidos se habian despersuadizado y se habian hecho fuertes en la casa (que era un fortín) de Ovidio “N”, donde finalmente había sido asegurado. Merece la pena señalar que en la casa se encontraban las dos hijas menores de Ovidio “N”, de las que, me parece, no se ha dado mayor información. ¿Fueron heridas? Había sangre en las sábanas de sus camitas, ¿Fueron aseguradas? ¿bajo que cargos?, ¿las entregaron a familiares?, ¿las retuvieron en alguna estancia infantil?.

Hay material suficiente para una somera reflexión:

Ovidio Guzmán tenía desde hace más de dos años orden de detención para fines de extradición. Fue liberado por orden presidencial cuando el Culiacanazo. ¿Qué hizo la fiscalía, el ejército, la guardia nacional, la marina, etc. durante el año y medio anterior a que empezara el trabajo de inteligencia?.

Al parecer las dos versiones primeras y la tercera del General son incompatibles, si la estrategia se definió durante tanto tiempo, ¿por qué un encuentro fortuito con un convoy en que casualmente viajaba Ovidio “N” fue el detonador del evento?.

¿Por qué el presidente no estaba informado, o por qué si tenía conocimiento no lo compartió si el evento ya tenía en desarrollo más de cinco horas?.

¿Si el general conocía que la captura se dio en Jesús María, por qué no lo informó en su comparecencia a medios con la madres superiora de la policía? ¿O no lo sabía?.

¿Si la inteligencia había desarrollado una estrategia, por qué no tomaron medidas para proteger al aeropuerto, para impedir el acceso a la ciudad o la circulación de los sicarios para impedir los bloqueos, sabiendo que esta es la respuesta inmediata de los “malhechores”?

¿Por qué no se alertó a la policía local y terminaron solicitando su apoyo horas después de iniciado el enfrentamiento? ¿Por qué se pidieron refuerzos a otros destacamentos militares hasta varias horas después propiciando incluso la muerte del coronel destacamentado en Nayarit?.

Por cierto llama la atención, que apenas ahora se estén integrando carpetas de investigación después de tantos años de conocer la actividad presuntamente delictuosa de Ovidio “N”.

¿Cuánta inteligencia sería necesaria para ubicar a 40 kilómetros de Culiacán la casa fortín de uno de los presuntos delincuentes más buscados del país?

¡Qué bueno que se intensifique el combate a los narcotraficantes! En mi opinión más que un problema de seguridad es un problema de salud pública y debe atenderse en ambos flancos.

Dados los resultados y las secuelas que todavía siguen en muchos lugares, la conclusión tiene que ser que, lamentablemente, hubo muy poca inteligencia y muy mala estrategia.

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Jesús Eduardo Martín Jáuregui

Abogado, maestro universitario, taurino en retiro, lector compulsivo y escribidor catártico. Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, Notario Público 19 en Aguascalientes México, Ex-presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Ags., Integrante del Comité Técnico del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, maestro de Derecho Romano y de Hermenéutica Jurídica en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, miembro fundador de la Academia Mexicana de Derecho Notarial, miembro correspondiente del Seminario de Cultura Mexicana.

Jesús Eduardo Martín Jáuregui

Abogado, maestro universitario, taurino en retiro, lector compulsivo y escribidor catártico. Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, Notario Público 19 en Aguascalientes México, Ex-presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Ags., Integrante del Comité Técnico del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, maestro de Derecho Romano y de Hermenéutica Jurídica en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, miembro fundador de la Academia Mexicana de Derecho Notarial, miembro correspondiente del Seminario de Cultura Mexicana.

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