Regresar a los Clásicos

Regresar a los Clásicos

Comentábamos en el anterior artículo, gracias al recuerdo de Nuccio Ordine, de la importancia de reivindicar las artes y las humanidades en un momento en que la economía basada en el beneficio particular parece acabar con todas las actividades y prácticas que han sido una característica de los seres humanos. La reflexión sobre un nuevo humanismo (a partir del reconocimiento de la dignidad de toda persona), después de la crítica posmoderna en el sentido de acusar a este movimiento de patriarcal, etno y antropocentrista, resulta fundamental frente a una visión del mundo que ha privilegiado las ganancias individuales, el consumo indiscriminado y un presentismo que no tiene referentes históricos. Así, se requieren nuevos valores particularmente frente al agotamiento de los recursos naturales, el cambio climático y el avance de regímenes autoritarios, los cuales parecieran proliferar en un momento en que se requieren encontrar alternativas. Quizás una manera de enfrentar estos retos pueda ser a través de la lectura o relectura de los textos clásicos, que inspiren nuevas prácticas para llevar a cabo proyectos en común y con resultados concretos.

Porque ser humanista en la actualidad es adaptar, como lo dijera Irina Bokova como Directora General de la UNESCO en 2010, “la fuerza de un mensaje antiguo a los perfiles del mundo moderno” (“El nuevo humanismo para el siglo XXI”, https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000189775_spa). Porque lo que vemos en la actualidad es más bien un presentismo, como decía sin referentes históricos, que ha perdido de vista las diferentes luchas por las que los seres humanos hemos procurado una sociedad más libre y equitativa. De ahí que se justifiquen regímenes claramente autoritarios o dictatoriales en aras de un conformismo, “pues así siempre ha sido”, o de un regreso al conservadurismo radical, “todos los cambios sobre los derechos han sido negativos”, o de una supuesta crítica al imperialismo estadounidense, “China y Rusia son una alternativa”, o de un claro oportunismo, “a ver qué puedo aprovechar del río revuelto”, de tal manera que el avance de los populismos autoritarios pareciera un movimiento que llegó para quedarse. 

El nuevo humanismo reconoce la existencia y la igualdad con todos los demás, requiere además que todo ser humano participe activa y auténticamente en la construcción de un destino común. Por ello exige este nuevo humanismo una educación de calidad, que el acceso al conocimiento y al poder sea de manera equitativa; reconoce la diversidad biológica y cultural y por ello representa una nueva gestión de nuestros recursos naturales mediante la comprensión del cambio climático para evitar la afectación de millones de personas, particularmente por la sequía y la desertificación,así como por la elevación del nivel del mar. Ciertamente enfrentamos problemas inéditos, sin embargo, la relectura de los clásicos puede ofrecernos el “utillaje mental” para tratar de enfrentarlos con creatividad e inteligencia, cualidades que poco encontramos en la clase política contemporánea.

Cuando Italo Calvino reunió una serie de lecturas sobre autores que fueron importantes en su visión literaria, decidió reflexionar sobre Por qué leer los clásicos (1991).  Como un lector que en la madurez se enfrentaba nuevamente o quizá por primera vez al placer de la lectura de algunos libros inolvidables, Calvino nos invitaba a visitar a nuestros clásicos. En este breve ensayo que da título a su libro nos invita a leer o releer algunos libros por el placer de leerlos, sobre todo en una etapa en donde podemos disfrutar algunos pliegues y matices que ofrece una edad madura. De ahí que sus primeras razones tienen que ver con la relectura en la edad adulta, ya que si bien las lecturas de juventud ofrecen una experiencia única muchas veces se hace una lectura poco provechosa por la impaciencia y la distracción; en la madurez la lectura nos permite apreciar detalles y significados que pareciera que leemos por primera vez pero con mayor sentido, ya que con una vida caminada este tipo de textos nos ofrecen mayores posibilidades de conocernos y conocer el mundo. Por ello para Calvino “toda lectura de un clásico es en realidad una relectura”, en el sentido de que se trata de un libro “que nunca termina de decir lo que tiene que decir.”

En muchas ocasiones, en las escuelas y universidades generalmente se recomienda la bibliografía crítica a cambio de evitar los textos originales de los clásicos, sin embargo, nos dice Calvino, frecuentemente éstos terminan sacudiéndose el polvo de los discursos críticos para mostrarnos, cuando nos adentramos en su lectura directa, sorpresas por las conexiones que cada uno puede realizar personalmente. De esta manera en la lectura o relectura importan desde luego cómo es que han sido leídos los libros clásicos en otras épocas o por otros autores, no obstante, nada puede sustituir el descubrimiento de una relación que se hace desde el conocimiento propio.

Por tales razones, siguiendo a Calvino, un clásico es un libro que no puede dejar indiferente al lector, al grado que estos libros pueden configurar todo un universo que servirá como guía o como antítesis de lo que pensamos. Porque un clásico, como Tucídides o Montaigne, pueden ayudarnos a comprender el mundo actual, por ejemplo sobre el origen de la guerra o sobre la diversidad cultural.

Uno de los libros más vendidos sobre el tema de los clásicos y de cómo se construyó la idea de un aparato civilizatorio como los libros y las bibliotecas, ha sido el de Irene Vallejo El infinito en un junco (2019), una de las mejores invitaciones recientes al mundo clásico en donde nos muestra por ejemplo que, hasta hace poco tiempo, el ocio y la lectura eran atributos de una pequeña fracción de la humanidad al grado que muchas obras literarias e históricas son más una celebración no siempre de los vencedores pero sí de los más pudientes. De hecho, los romanos le llamaban classis a los más ricos de la sociedad, a los poseedores de las grandes fortunas. Sin embargo, el concepto de clásico fue apropiado precisamente por escritores humanistas en el siglo XV para reconocer una suerte de genealogía del pensamiento en donde se encuentran Lucrecio en Marx, o Heráclito en Borges, o incluso de cómo Platón y el mito de la caverna está en Matrix, porque en este sentido de acuerdo con Calvino un clásico es un libro que está antes que otros clásicos, o incluso ¿por qué no? en la cultura popular.  Nuestros clásicos pues son una herencia que nos permite entender el mundo en toda su complejidad y, si leemos con atención, a cambiarlo.

Víctor González
Víctor M. González Esparza

Historiador, académico

Víctor M. González Esparza

Historiador, académico

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