La incesante rueda de la existencia

Ante nosotros, una hipnótica danza de luz: una rueda de la fortuna capturada como vibrante vórtice de movimiento. La larga exposición transforma acero y luces efímeras en espiral luminosa, perfecta metáfora visual para la travesía cíclica de la vida. Este redondelinvita a mirar profundamente su incesante girar, encontrando ecos de nuestra existencia.
Cada rotación nos transporta por un espectro de vivencias. Abajo, anclados, tomamos conciencia de nuestra escala humana, la conexión terrenal y nuestra naturaleza efímera; un momento de humildad. Luego, el ascenso expande el mundo. Desde la cúspide, la vista panorámica ofrece claridad y una comprensión más amplia de los patrones. Es en las alturas donde sentimos esperanza, perspectiva, y a veces, la ilusión de entenderlo todo.
Sin embargo, como humanos, olvidamos la mecánica del aro y fantaseamos. En la euforia de la cima, deseamos permanecer allí indefinidamente. Anhelamos la cumbre, olvidando que su naturaleza –y de la vida– es movimiento perpetuo. Este deseo de aferrarnos a lo alto, negando la bajada, testimonia nuestros corazones imperfectos y esperanzados.
La elección de una larga exposición es elocuente. Las estelas de luz resultantes difuminan los inicios y finales de cada ciclo, desafiando la noción de ‘altibajos’ estáticos. En su lugar, la imagen presenta la experiencia como una realidad continua y fluida, sugiriendo que la vida no es una serie de estados desconectados, sino un todo indivisible, un flujo donde cada punto es esencial. El movimiento, con ascensos y descensos, conforma la experiencia completa. Así, la fotografía captura una filosofía: una invitación a abrazar la totalidad de nuestra rueda, encontrando belleza no solo en la cima, sino en su inevitable y elegante giro. La fotografía presentada en este espacio fue tomada el 12 de abril de 2025.

Más Allá de la Mirada: Esta imponente estructura giratoria, la rueda de la fortuna, deslumbró al mundo gracias a George Washington Gale Ferris Jr., quien la presentó en la Exposición Universal de Chicago en 1893. Su creación buscaba rivalizar con la Torre Eiffel y ofrecer al público perspectivas aéreas inéditas. Así, más que simple atracción, la rueda se convirtió en símbolo del ingenio humano y nuestro anhelo por elevarnos, contemplar el mundo desde un nuevo ángulo y, quizás, encontrar en esa visión expandida una ‘fortuna’ reveladora.