Stigwood
Hace muchos ayeres, mi amigo RJA (hijo) en su afán de quedar bien con el papá de M, la apenas adolescente “güerita, de ojos verde” a quien cortejaba, a la pregunta un tanto capciosa del señor de sí tanto sabía de música le dijera quién era el productor de “Jesucristo SuperEstrella”, le contestó con presteza, “Robert Stigwood”, con lo cual dejó satisfecho al improbable suegro, mas no ganaría a la hija.
Es uno de esos recuerdos sueltos venidos a mi memoria cuando me puse a ver el documental de la serie Music Box, titulado “Mr. Saturday Night” (2021, dirigida por John Maggio), referente al australiano Stigwood y al impacto obtenido en especial con la película “Saturday Night Fever” (1977), consecuencia del estrellato de John Travolta, y su aparatosa irrupción a la industria fílmica estadounidense.
https://www.youtube.com/watch?v=op5FxEs1aR0
Mediante un caudal de imágenes de archivo y rigor en el montaje de noticias y reportajes de la época, mas entrevistas, con dos-tres extras, y con colaboradores de él en aquella empresa, entonces jóvenes veinteañeros o empezando los treinta, se traza el furor de Stigwood, su habilidad y ojo financiero para lanzarse a organizar una cinta llamada a tornarse en fenómeno, a partir del artículo “Tribal rites of the new saturday night” escrito por el británico Nik Cohn para la revista NewYork, donde a medias entre crónica e invención del periodista, éste disertaba sobre locales en Brooklyn donde jovenes iban a evadirse y bailar al ritmo de la música disco y esculpía al personaje de Tony Manero.
A la distancia de más de cuarenta años, la estridencia e intrepidez de Stigwood abren cancha para sacar a luz detalles entonces minúsculos en la preproducción, la compra de los derechos del artículo, la selección un tanto accidental para adaptarla del paranóico, depresivo Norman Wexler (poco antes autor de los guiones de Sérpico, Mandingo), derivado de su asociación en “Joe” (1970) con John G. Avildsen, quien estaba destinado a dirigir “Saturday night fever”. Por una línea, se detallan las negociaciones con la Paramount Pictures, cuyos ejecutivos ni estaban interesados en participar en esa especie de musical, con el tiempo Stigwood sacaría raja de ello; y los avances para contratar a Travolta, entonces reconocido por su papel en la serie televisiva “Welcome Back, Kotter”; los preparativos, búsquedas de locaciones en Nueva York, pescar un coreógrafo, ensayos, pruebas, el elenco de fondo, la cabalgada por el barrio italo-americano y su gente.
Se plasma y escucha el antecedente de la gran etapa de la “disco music”, la circunstancia de su venida a la baja para mediados de los 1970 y la resucitación por venir merced a “Saturday…”, en particular de las composiciones los Bee Gees, una de las razones de la intencionalidad de Stigwood, pues era su representante artístico. En los antecedentes del productor, se apunta, con datos e imagen, su papel específico en la escena londinense de los años 60, como representante de The Who, Cream, Eric Clapton; la producción de “Tommy” (1975); la creación de su marca disquera RSO –nombre de su compañía también-; su peso detrás de Andrew Lloyd Webber empezando por “Jesucristo Superestrella” en el teatro londinense seguido de la adaptación al cine.
Sin ser únicamente “making off” de “Saturday night fever”, se clarifica la relevancia de la cinta en el despegue absoluto alrededor de Hollywood, la riqueza, la posición privilegiada de Robert Stigwood; sus días de mayor gloria. Cambiar la imagen de los hermanos Gibb, la creación del soundtrack más como negocio/gancho (y obtener varios # 1 del Hit Parade), su excéntrica idea de lanzar la música antes de la película -parte obligado ante algunas críticas preliminares-, en lo cual fue adelantado y le repercutiría en muchos millones de dólares de ganancia. (Otro soundtrack exitoso lanzado por él, fue el de “Fama”)
El crucigrama detrás de la producción aúna la locura de Norman Wexler (y el drama familiar, el concurso de baile, la redención), la renuncia de John G. Avildsen (para irse a filmar Rocky) tras querer arreglar el guion; conseguir otro director y agarrarse en un semi desconocido John Badham (nacido inglés, avecindado en Estados Unidos desde joven, realizador de programas para Galería Nocturna, apenas iba ser su segundo largometraje para pantalla grande), quien al igual del resto del equipo saldría beneficiado. Las denuncias del sujeto en quien supuestamente se basaba Tony Manero, lo cual traería consigo cuánto de relato de Nik Cohn era ficción si no falsedad, o la historia del local donde sucedían los eventos y se rodaría, sin obviar fragmentos de las escenas icónicas.
La vista ambiciosa previsora de Stigwood lo hizo contratar a Travolta por tres peliculas, y deseaba aprovecharlo; así se enciman las producciones de “Saturday…” y de “Vaselina” (Grease,1978), de nuevo con la mirada de tiburón ávido, dando nueva vida a un musical no tan celebrado en Broadway antes de la película. Los ayudantes de Stigwood exponen los ajustes a la obra teatral, las edades de los protagonistas, el meter nuevas canciones, para lucimiento de Olivia Newton-John (también australiana), y ruidosamente las dos melodías más conocidas y vendidas.
De la tercera película protagonizada por John Travolta, “Vivir el momento (1978, Moment by moment), se pasa página. Sí se menciona la desastrosa “Sargento Pimienta” (1978), considerada entre las peores cintas musicales de la historia, donde apenas se salvan las canciones de Lennon, McCartney, Harrison y Starr, y por allí alguna de las interpretaciones o versiones. Apenas suena la secuela, menor en todo aspecto, “Stayin’ alive” (1983), con la curiosidad de haberla dirigido Sylvester Stallone/Rocky; y después se suma a las andanzas y triunfos de Robert Stigwood, de vuelta con Lloyd Webber, “Evita”, el musical, en el teatro y en la traslación al cine.
Para entonces, Stigwood estaba más dedicado a disfrutar sus ganancias, simplemente con los derechos de los discos suman bastantes millones para gastar en más de una existencia. Y con cierta mesura se toca, adelantado el metraje y aún si es sabido, su homosexualidad, los lujos, sus yates, sus amigos; su semi retiro y alejamiento.
“Mr Saturday Night” se arma en parte al estilo del magnate y su ascenso, los puntos culminantes en su trayectoria. Se enfila en su cauce musical cinematográfico, del mayor de sus éxitos comerciales, asociado al previo sustancial en Inglaterra, su relación con los Bee Gees. Su olfato y audacia dentro del mundo del espectáculo, arrancando desde el rock y los Mods, cruzando por el teatro musical en los dos espacios primordiales, hasta ganarle en su terreno a una emblemática compañía cinematográfica.
Robert Stigwood falleció en 2016.