Una visita al origen de la UAA
Mi primer artículo
En 1987, se publicó mi primer artículo en una revista académica importante, Sociológica, de la Universidad Autónoma de Metropolitana, Azcapotzalco, producto, en parte, de un seminario sobre educación superior, coordinado por Manuel Gil Antón y, especialmente, Olac Fuentes Molinar, ambos expertos en el tema. El título de mi artículo es “Proyecto modernizador y grupos de poder en la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Aproximaciones a un problema”.
Celebrar y analizar medio siglo de la UAA
Uno de los propósitos fue analizar la creación de esta universidad como parte de un proyecto nacional, impulsado por el gobierno de Luis Echeverría Álvarez, el cual, a su vez, respondía a varios factores, desde la influencia del Consejo Interamericano para la Educación, la Ciencia y la Cultura, de la Organización de los Estados Americanos, con la inspiración y el apoyo de los Estados Unidos, hasta la necesidad que tenía el gobierno de fortalecer la estructura de poder, dañada y severamente cuestionada en el sexenio anterior, a raíz de la represión y muerte de estudiantes en 1968.
Junto a la creación de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), el gobierno también apoyó a la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, (ANUIES); incrementó los subsidios, principalmente a las universidades de provincia y, según el investigador educativo Pablo Latapí, fomentó «nuevas opciones de organización universitaria, que a la vez que restaran peso a la influencia de la UNAM, aliviaran la demanda y constituyeran modelos imitables por otras instituciones».
Siguiendo a María Esther Aguirre, anoté que las principales directrices que asumió la modernización de la educación superior en México, a partir de este esfuerzo de la ANUIES, fueron: a) la vinculación de la educación superior con el aparato productivo, b) la flexibilización de los sistemas escolares en un intento de responder a las «demandas regionales» y a las características de la población destinataria, c) la descentralización de las instituciones, d) la expansión y diversificación de los sistemas de educación superior y e) la superación del nivel de los estudios, mediante la renovación de los modelos académicos y administrativos. La planeación se concibió entonces como el instrumento idóneo para superar los problemas y para lograr los objetivos deseados en el campo de la docencia, la investigación y la extensión en las instituciones de educación superior del país.
Estas medidas podrían formar parte de un modelo modernizante, el cual también se expresó en el ámbito legislativo, modificando y creando leyes y reglamentos, que trastocaron los planteamientos sobre las relaciones laborales en las instituciones y sobre la misma situación de trabajo de académicos y demás empleados universitarios. Durante esta época se volvió a presentar el debate entre los que, por una parte, se oponían a la creación de sindicatos en las universidades, argumentando que las instituciones no eran empresas de lucro y sí centros de alta cultura, en los que no cabía la existencia de organizaciones que pusieran en peligro su estabilidad y, por la otra, los que afirmaban que los académicos si bien no pertenecían a una empresa lucrativa sí laboraban como asalariados y sí establecían con la institución una relación contractual, por lo que les daba el derecho a sindicalizarse y a hacer uso de una conquista social: el derecho de huelga, además de realizar acciones acordes a la lucha política de los trabajadores en el país, tal como lo publicó José Woldenberg en el artículo «Apuntes sobre el sindicalismo en los centros de enseñanza superior». Lo que pretendían las autoridades, dijeron los críticos, era despolitizar a las universidades y quitarles su función crítica.
El gobierno buscaba “refuncionalizar” la educación con el propósito de revitalizarla y adecuarla a las exigencias del desarrollo de una sociedad que aspiraba a su industrialización. Tomás Vasconi e Inés Recca fueron más allá y analizaron el proyecto modernizante de universidades latinoamericanas a partir de los reacomodos que hacían los países de América Latina para adaptarse a las exigencias de la época monopolista del capitalismo.
De mi artículo escribí algunos rasgos sociales y políticos del país y de Aguascalientes en los años setenta, para tener una mejor comprensión del origen de la UAA y el modelo que adoptó y que, con algunas modificaciones, continúa a la fecha, cincuenta años después.
Creación de la UAA, una medida esperada y oportuna
La UAA no se creó el 19 de junio de 1973, en esa fecha el consejo del Instituto Autónomo de Ciencias y Tecnología (IACT) decidió crear la universidad, la cual tuvo lugar meses después, con la aprobación del Congreso del Estado (La Ley Orgánica de la UAA fue promulgada el 8 de febrero de 1974 y publicada en el Periódico Oficial del estado el 24 de febrero del mismo). Se fundó, eso sí, gracias al entusiasmo de un grupo de maestros de este instituto, el cual, después de generar consenso entre profesionistas, empresarios y otros sectores de la población, logró el apoyo económico de los gobiernos federal y estatal, no sin antes tener que enfrentar y superar la reticencia que el entonces gobernador tuvo al proyecto, según lo contaban los primeros rectores de la universidad.
Estudiantes del IACT. Futuro incierto.
El proyecto UAA, que se concibió entre muchos miembros de la ANUIES como el modelo que debía seguirse por otras instituciones de educación superior, dejó ver claramente sus características en el documento de Exposición de Motivos, que el director del IACT propuso para transformar dicho instituto en universidad. En él se argumentó que era necesaria la UAA debido a la creciente demanda de egresados de educación media superior y por la necesidad de ofrecer estudios superiores «en la forma más eficiente y económica posible». Para ello, se propuso un modelo de organización estructurado de acuerdo con el «conocimiento científico de la administración», considerando los enfoques dominantes de la planeación educativa y superando los problemas y deficiencias de las “universidades tradicionales”.
Según el documento, la problemática que pretendía evitarse con el nuevo proyecto institucional, era la siguiente: en lo social: centralización de sus servicios, carencia de comunicación con su comunidad, falta de oportunidad y apoyo económico a los jóvenes; en lo académico: bajo nivel de estudios, rigidez académica, dispersión de elementos y recursos docentes y académicos, rigidez y atraso de planes y programas, aplicación de métodos de enseñanza que no motivan, que son rutinarios, conservadores y que crean estudiantes pasivos; en lo administrativo: funcionamiento ineficiente e ineficaz, basado en la improvisación y alejado de los objetivos, confusión en la definición de los niveles de autoridad desconocimiento de necesidades propias e introducción de reformas inconexas; en lo económico: falta de apoyo por parte de las fuerzas activas de la sociedad, lo que representa una carga para el Estado y redistribución injusta y simbólica por parte de los alumnos; y en lo político: la universidad tradicional «está en desajuste con las autoridades, por confusión en el concepto de autonomía».
Para alcanzar los objetivos esperados, se propuso la estructura organizativa departamental, pero se conservó la figura tradicional de la Junta de Gobierno para seleccionar a las personas en los puestos de dirección. Al referirse a los estudiantes, el documento indicaba que se daría oportunidad de acceso a todos sin importar su condición económica y social. Y al tratar la cuestión de los contenidos educativos, se apuntó que éstos tendrían rasgos humanistas.
En 1987 me hice las siguientes preguntas y ahora, 50 año después de la creación de la universidad, las vuelvo a plantear: ¿qué tan innovador ha sido el proyecto institucional? ¿Se han superado los problemas y deficiencias que se le atribuían a la universidad tradicional? ¿La planeación ha dado los frutos esperados? ¿Con el uso de conocimientos científicos de la administración, la institución es más eficiente que las universidades tradicionales? ¿Se ha roto con la estructura elitista en el acceso de los estudiantes? ¿Los métodos de enseñanza han dejado de ser verbalistas y los estudiantes pasivos? ¿Los alumnos egresan de la institución con un nivel educativo más elevado que los estudiantes de escuelas tradicionales? ¿Cuál ha sido la respuesta de los egresados a las necesidades sociales y económicas de la localidad? ¿Cómo se ha concretado la educación humanista y cuál ha sido su repercusión en los estudiantes, la institución y la comunidad? ¿Cuál ha sido la relación de la Universidad con los diferentes sectores de la población aguascalentense? ¿Cuál ha sido la relación de la UAA con los proyectos económicos y políticos de la iniciativa privada? ¿Ha respondido a las demandas e intereses de los grupos marginados? ¿Cuáles han sido los resultados de la relación con los gobiernos federal, estatal y municipales? ¿De qué manera las autoridades han concebido y tratado las demandas laborales y académicas de los profesores y demás trabajadores universitarios? ¿Cómo han sido atendidas las demandas de los grupos estudiantiles? ¿Cuáles han sido los mecanismos adoptados por las autoridades para abordar las expresiones de poder de personas y grupos internos y externos a la institución, especialmente las manifestaciones disidentes al proyecto de la universidad? ¿Cuáles son las perspectivas de desarrollo y cambio en la institución en el contexto de los graves problemas que tiene el país y la entidad?
Primeros pasos y “las piedras incómodas”
Obviamente habría mucho que investigar de suerte que se pueda dar respuesta a estas y muchas más interrogantes. Las dejo para los universitarios y para quienes nos ven de fuera. Aquí sólo apunto algunos rasgos de los primeros años de la universidad, procurando detectar su impronta y rasgos distintivos, que han continuado a la fecha.
En un tiempo el Instituto estuvo vinculado a la UNAM
El proyecto UAA se definió a partir de los intereses y expectativas del grupo encabezado por el director del IACT, C.P. Humberto Martínez de León, quien supo aprovechar la política «espléndida» y de reencuentro implantada por el gobierno de Echeverría. De ese grupo de impulsores surgieron los primeros rectores Ellos controlaron la Junta de Gobierno y el Consejo Universitario, fueron fieles al proyecto modernizante y cada uno tuvo que enfrentar a grupos y personas disidentes. De esto último poco se ha escrito y comentado, pero las personas que opinaron distinto a este proyecto de creación existieron, incluso antes de la fundación de la universidad. Lo anoto solamente:
Un grupo de estudiantes aglutinados alrededor de la revista Opinión y maestros encabezados por el Lic. Netzahualcóyotl Aguilera R. E. se opusieron a la orientación del proyecto de la nueva UAA y en sesiones pública, que fueron convocadas por la XLVIII Legislatura del Estado a fin de que se discutiera sobre la creación de la institución, el licenciado Aguilera manifestó que el proyecto de ley presentado por el rector y turnado por el gobernador al Congreso del Estado debía ser rechazado en lo general: «primero, por su grave pobreza de bases doctrinarias, segundo porque no establece la estructura y funcionamiento de la institución, abandonando tan importante asunto a un reglamento, tercero por obedecer a móviles ajenos a los fines esenciales de toda universidad, cuarto por tratar de imponer un gobierno contrario al más elemental decoro democrático, quinto por conservar las puertas falsas por donde se introducen criminalmente a la cátedra profesores incapaces…».
También expresó que el discurso sobre la función de la universidad como forjadora de solidaridad en la democracia, en la libertad y en la justicia social era demagogia, ya que los demás artículos de la ley contradecían al minimizar la función de la universidad y al tener como objetivo real el fabricar «esclavos al servicio de la oligarquía o de robots al servicio de la tecnocracia», por lo que solicitó la elaboración de un nuevo proyecto que evitara la realización de intereses egocentristas a través de la participación de más profesores y estudiantes. Estas afirmaciones pueden leerse en las “Memorias de las actividades del IACT. 1973.
El grupo de opositores expresó sus puntos de vista en la revista estudiantil Opinión y en la revista Cátedra, dirigida por Netzahualcóyotl Aguilera, quien hizo suya la expresión del exrector de la UNAM Javier Barros Sierra, » ¡Viva la discrepancia, porque es el espíritu de la Universidad!». Por iniciativa del rector y por acuerdo del Consejo Universitario, el 28 de septiembre de 1976, el Lic. Aguilera fue destituido de su cargo como catedrático de la UAA por violar el artículo tercero, al pronunciar y publicar un discurso en diciembre de 1976 en el que se criticaba al rector por participar de manera egocentrista en el desarrollo de la universidad, pero tal discurso fue la gota que derramó el vaso, no la causa principal. El artículo tercero señalaba que sería sancionada toda persona que realizara «actos contrarios al decoro de la universidad» y que faltara «al respeto que entre sí se deben sus miembros». El licenciado Aguilera refutó las acusaciones, pero la decisión fue ratificada.
50 años después, quizás sea justo revisar aquella decisión de expulsar a un disidente, para reintegrarlo hoy a la institución. Tal vez estemos frente a aquella frase que se le atribuye a Voltaire, de que se podrá no estar de acuerdo con lo que los otros dices, pero que es importante defender el derecho de decirlo. La universidad pública y autónoma debe ser la institución que, por principio, exalte el valor del respeto y la tolerancia, además del derecho a la libertad de pensamiento y expresión, cimientos de las sociedades democráticas. ¿Acaso el licenciado Aguilera se excedió, violó la norma y merecía su expulsión?
Otro problema que tuvo que enfrentar el rector Martínez de León fue una huelga de hambre por parte de estudiantes rechazados por la institución que, instalándose en los pasillos del Parián, acusaron al rector de hacer uso de su puesto para lograr propósitos económicos y de poder, y criticaron a la universidad de ser elitista y de responder a los intereses de la iniciativa privada. Al parecer, detrás de este grupo estuvieron políticos que mantenían diferencias con el proyecto UAA y sus responsables. Con otras características, estudiantes de medicina realizaron manifestaciones de protesta y demandaron mayor atención a la carrera. Las dos autoridades responsables del área biomédica, que después fueron rectores, tuvieron dificultades con los estudiantes, al grado de que a uno de ellos se le exigía su renuncia.
La posición del rector fue de rechazo a estas expresiones de inconformidad y disidencia. En su último informe de actividades Martínez de León se expresó en los siguientes términos: «Con huelgas, manifestaciones y terror entre estudiantes, maestros y ciudadanos se consigue lo contrario de lo que buscamos: separarnos más del ideal de justicia (…) Nunca, ninguna reclamación, por más sincera que sea, puede justificar la paralización de actividades en la Universidad».
Todos estos acontecimientos no fueron obstáculos en la implementación del modelo universitario elegido. Durante los primeros años se realizaron actividades que sentaron las bases de lo que hasta la fecha constituye la UAA: a partir del Plan 1975-1977 se reestructuró la administración escolar, se elaboraron reglamentos, se reformaron y crearon planes y programas de estudio, se crearon nuevas carreras (con el entusiasmo de las autoridades se explica la creación de seis licenciaturas en Música, que no tuvieron éxito), se llevaron a cabo cursos de actualización y preparación para profesores, se entablaron relaciones con varios colegios de profesionistas y se hicieron eventos conjuntos, se creó el sistema de crédito educativo para los estudiantes de bajos recursos, se establecieron relaciones con otras instituciones educativas y organismos gubernamentales y, en especial, se realizó un importante trabajo de planeación a mediano plazo (1977-1983).
Todo esto era indispensable para apoyar el desarrollo comercial e industrial emergente de la entidad, pero, según sus autoridades, también había que evitar la formación mecánica y parcial de los estudiantes, para lo cual se creyó conveniente impregnar la educación universitaria de un humanismo que vitalizara y armonizara con la sociedad. Tal preocupación ética se plasmó en la legislación institucional y a la fecha ha sido un elemento recurrente en el discurso oficial, pero claramente confuso y complicado al momento de concretarse, como ya se ha reconocido en reuniones del Consejo Universitario.
La UAA en el proyecto de Luis Echeverría
Así también, las autoridades fueron reacias a permitir que otras personas participaran en el proyecto y algunas veces a quienes opinaban diferente se les acusaba de hacer política. La universidad se concebía como un centro orientado al saber, por lo que su contribución social debía ser neutral, sin participar políticamente. La única posición aceptable era “el humanismo”, puesto que, según el rector, «de lo que estamos pobres es de sabiduría, de sentido moral, de discreción y de bondad humana».
La función ideológica del discurso del contador Martínez de León, -lo escribí en aquel artículo de 1987- era evidente y su posición también era política. Refiriéndose a los conflictos estudiantiles de otras instituciones, siendo rector del IACT, afirmó que había centros educativos que daban «motivo al nacimiento del odio, la separación y el enfrentamiento de grupos y clases sociales, -y agregó- aquí desde nuestro querido Instituto de Ciencias tratamos de unir a los miembros de nuestra comunidad, a ricos y a pobres».
Mitin de estudiantes en el centro de la Ciudad
No hay necesidad de estudiar fuera de Aguascalientes
Nota final
Fortalecer las carreras de Agronomía y Veterinaria
“Para comprender el presente hay que conocer el pasado”, dice una sentencia de los historiadores, y es verdad. Aquí dejo al lector un pasaje de la historia de la UAA. A sus 50 años de vida, hay que celebrar, pero también reflexionar, cuestionar y, sobre todo, proponer.
Primera participación de los universitarios en un desfile
Lic Camacho Sandoval, la unica industria que tuvimos fue la del ferrocsrril,,de ahi nacieron varias empresas como Tanques y Tubos de Acero Vekel de México, Fundidora Raleigh, y otras que fundaron trabajadores especialistas del ferrocarril, todavia existen en lo que es Linea de Fuego y fabrican carritos para hot dogs, parrillas, cubiertas de acero inox, tarjas, campanas industriales muchos articulos de fundicion y trabajos de hierro, a la fecha siguen laborando con lo mas elemental y prohresando por inercia y necesidades del consumo,,Creo que ahi deben de participar las Universidades, pueden crear grandes fundidoras y grandes transformadoras de hierro y acero , esto puede ser tan grande como el talento universitario ya me canse hableme por favor.