¿Y por qué no nos iba a pasar?

¿Y por qué no nos iba a pasar?

              

Todas las precauciones con las palabras son pocas… 

 Luis Ferdinand Celine.    “Viaje al fin de la noche”

 

Las redes sociales y el interés de numerosos públicos atentos a los medios de comunicación diversos vienen día con día arrojando nuevas tesis y nuevas revelaciones de como estamos respondiendo ante el confinamiento y la enfermedad, ahora que el espacio público está siendo ocupado casi por entero de manera digital.  Hemos dejado de habitar las calles, los lugares públicos que llevan y traen, los cafés, y muchas de las oficinas y centros de trabajo en que encerrábamos parte de nuestra vida para existir al servicio de una productiva e incesante rutina.

Vivimos espacios y tiempos inéditos, inquietantes, difíciles, como si de pronto un mundo nuevo que no imaginábamos surgiera ante nosotros para reducirnos en su asombrosa y descomunal presencia, Volvemos de pronto a la pequeñez que en realidad representamos en el mundo y en el universo,  sobre todo ante la adversidad, y más pequeños e indefensos aún porque de entre los olvidos de nuestra desmemoria histórica lo primero que no hemos grabado es justo el que la naturaleza y la vida humana surgieron y han evolucinado inmersos en el accidente y la adversidad.

[bctt tweet=»“¿por qué no nos iba a pasar?”, y de ahí enmarcharnos otra vez en la ruta crítica para buscarle sentido al confinamiento y la enfermeda» username=»crisolhoy»]

Es así, según nos explican antropólogos, historiadores, sociólogos, científicos sociales y médicos, pero sobre todo los filósofos, es así que a estas alturas nos seguimos preguntando “¿por qué nos está pasando esto?” cuando la pregunta en estas circunstancias debe ser; “¿por qué no nos iba a pasar?”, y de ahí enmarcharnos otra vez en la ruta crítica para buscarle sentido al confinamiento y la enfermedad, pero sobre todo al cómo y el para qué volver a esa “normalidad” que lo único seguro es que jamás volverá cómo antes., y no tan solo por el devenir de las corrientes del río, sino además porque la pandemia nos ha mostrado los daños, en muchos aspectos irreversibles, que hemos causado a la vida al degradar de tal manera nuestro planeta azul. 

Lo que ningun desastre natural y quizá ninguna guerra habían alcanzado. Nadie nunca le había dado golpes tan dolorosos  como arteros al pesebre, nunca de la manera como lo hemos venido haciendo las generaciones de los últimos 50 o 60 años, y más allá, porque a final de cuentas las edades penden del msmo hilo.

Por esa suma de adversidades es que preocupa tanto ese peso agregado a la crisis, verdadero pasto de llamas que se ha apoderado de lo que debían ser vasos comunicantes para encontrar alternativas y soluciones al desafío que se nos ha venido encima. 

Para recomenzar el recuento de daños, no queda duda ya que los objetivos más idotizantes y perversos se vienen imponiendo con desastrosa sinfluencia en las redes. Algo que ya algunos investigadores de la comunicación de la era tecnológica llaman, como primer ejemplo, el “exhibicionismo moral”. Ya no se trata de exponer razones, alimentar un debate o llegar a acuerdos con los demás, sino que los interlocutores, o seguidores en redes puedan ver que estamos en el bando que consideramos correcto, el «de los buenos».  Y ahí van y vienen , desde los discursos exagerados e hipermoralistas, que muestran una indignación impostada o fuera de tono, hasta este otro fenómeno llamado Allanamiento epistémico, que ocurre cuando un experto en un terreno rebasa de forma clara su campo de estudio y habla de un tema sobre el que carece de datos o de los conocimientos para evaluar esos datos. El término fue acuñado por el filósofo estadounidense , Nathan Ballantyne en un artículo de 2016

En tanto, el abismo que viene se conforma en el lodo que moldea estos escenarios de la comunicación donde el pensamiento crítico se pretende considerar como algo prescindible, no solo para intentar buscar algo de sentido a lo que está pasando, sino también para revalorar las condiciones del mundo tras la pandemia. 

Frente al pensamiento crítico y las tareas por encontrar e ir ensanchando caminos en la búsqueda de soluciones firmes y transitables a efecto de enfrentar en solidaridad el reto, en vez de eso; xenofobia, nacionalismos, proteccionismos sin fundamento, exclusión, separatismo, discurso de odio, descalificación, supremacía “moral”, y cien pestes más desatadas por nosotros para aniquilarnos entre nosotros, mientras por debajo dejamos correr las aguas negras que fluyen desde la naturaleza misma del poder, guerras calientes y guerras frías, el colapso, la noche.

Eso hay, y para finalizar el breve espacio, la remembranza del griego Hierocles, filósofo estoico del siglo II,  que afirmaba que, “en nuestras relaciones con los demás vamos construyendo círculos concéntricos en función de la proximidad».  La propuesta de Hierocles consiste en «tratar a las personas de los círculos exteriores como tratamos a las de los interiores: a nuestros vecinos como familiares y a cualquier ser humano como mi compatriota”. 

Por lo pronto el monstruo sigue ahí.

     * Publicado en “Hidrocálido”.   27.05.2020

 

Armando Alonso de Alba

Poeta y periodista hidrocálido.

Armando Alonso de Alba

Poeta y periodista hidrocálido.

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