20 AÑOS DE LAS 3 CENTURIAS

20 AÑOS DE LAS 3 CENTURIAS

En aquel tiempo, los ferrocarriles nacionales ofrecían un servicio de carga, digamos que de pequeñas proporciones. Pequeñas en comparación con el transporte de automotores, maquinaria pesada, granos, minerales, etc., que se realiza hoy en día en grandes góndolas, furgones, plataformas, tolvas, triniveles y otras lindezas. No, esta carga a que me refiero medio llenaba apenas un carro adosado a los trenes de pasajeros, inmediatamente detrás de las locomotoras. Llegaban los trenes de pasajeros e inmediatamente salían del nuevo edificio del express arcaicos carros de grandes ruedas de madera, arrastrados por fuerza de sangre humana y eran acercados al tren, para bajar y subir esta carga. O también en grandes carros, que eran desenganchados de los covoyes y llevados por una vía especial hasta el costado oriente del almacén de carga, paralelo a la calle 28 de agosto y perpendicular a la Avenida Madero, como si fuera una barrera a esta avenida.

Quizá el tamaño y peso de la carga que se almacenaba y distribuía desde este lugar, estaba dada por el hecho de que fuera posible que se llevara en diablito hasta el vehículo automotor estacionado en el costado poniente del edificio, que por cierto es el más antiguo de todo el complejo Tres Centurias. No me haga caso, pero tengo la impresión que este edificio es anterior incluso a la determinación de construir en Aguascalientes el gran Taller de Construcción y Reparación de Material Rodante, que se levantó en el giro de los siglos.

Claro que eran aquellos diablitos ferrocarrileros unos acorazados, muy grandes, en comparación con los que se usan actualmente, precisamente para poder cargar bultos de decenas de kilos de peso. De hecho existía un sindicato de, lo llamaban: cargadores numerados. Eran hombres recios, que vestían pantalón de pechera de gruesa mezclilla y llevaban en el pecho una placa de un metal brillante, supongo que bronce, con un gran número.

Yo recuerdo haber entrado al almacén, en compañía de alguien que iba a recoger carga… Recuerdo el silencio opaco, como de estudio de grabación, todo ruido absorbido por las montañas de cajas y cajones agrupadas en islas de cierta altura, entre pasillos que permitían el acceso de los diablitos. Del lado sur, en el extremo, había un gran mostrador desde el que despachaban los encargados. Casi puedo recordar también el aroma industrial de los artículos que ahí esperaban pacientemente su destino, casi.

Este edificio, por fortuna reciclado para convertirse en la casa de la memoria ferrocarrilera de Aguascalientes, es un bello ejemplo de arquitectura industrial; ejemplo de modernidad arquitectónica, evidencia de la presencia estadounidense en nuestra ciudad, de seguro uno de los primeros de dos aguas que se construyeron aquí, y probablemente uno de los primeros de ladrillo.

A propósito de este asunto de la arquitectura, J. Jesús López García escribió en este diario el 18 de octubre del año pasado lo siguiente: “En Aguascalientes, la modernidad constructiva o modernidad técnica traída por la industrialización inicial en nuestra ciudad con la instalación de la Gran Fundición y los talleres del Ferrocarril, ambas empresas de capital norteamericano y que trajeron consigo maneras diferentes de organizar territorial, urbanística y arquitectónicamente a los nuevos y grandes centros laborales que poseían la fuerza de cambiar de igual manera al lugar en que se instalaban, por ello cuando llegaron a la ciudad esas grandes fábricas, transformaron de manera radical la vida en nuestra ciudad, y de paso establecieron los principios para las grandes transformaciones que ocurrieron a lo largo del siglo XX”.

El antiguo almacén del express de los ferrocarriles, hoy Museo Ferrocarrilero, ha sido durante los últimos 20 años la, digamos, joya de la corona del conjunto urbanístico que en sus orígenes se denominó Plaza Estación, y poco después Fideicomiso Tres Centurias. El próximo viernes 3 de marzo se cumplirán 20 años de su inauguración por parte del presidente Vicente Fox Quesada y el gobernador Felipe González González (Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a carlos.cronista.aguascalientes@gmail.com).

Carlos Reyes Sahagún
Carlos Reyes Sahagún

Profesor investigador del departamento de Historia en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, Cronista del municipio de Aguascalientes.

Carlos Reyes Sahagún

Profesor investigador del departamento de Historia en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, Cronista del municipio de Aguascalientes.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!