«Ishiguro y una generación intelectualmente exhausta»
[bctt tweet=»En la charla con el diario ibérIco, vía Zoom. Ishiguro compara el proceso de la entrevista con un interrogatorio, tomando la idea prestada de una escena de El topo de John Le Carré que explica “cómo los agentes están entrenados para resistir la tortura al tener varias capas de historias plausibles”.» username=»crisolhoy»]
Tras ganar el Premio Nobel, el escritor Kazuo Ishiguro hace de la pregunta ¿Qué significa ser humano hoy en día? Todo un tema para su primer novela ‘Klara y el Sol’ (Anagrama), luego de obtener el galardón. La historia, emparentada con gran parte de su obra y que surgió como un cuento infantil, en el que se debate cómo la Inteligencia Artificial, la edición genética o el Big Data han cambiado nuestra percepción como especie.
En casa, Kazuo Ishiguro (Nagasaki, 1954) estaba desayunando cuando llamó su agente, relata en entrevista para Babelia (El país), quien le dio la noticia, Califica al Nobel como un relámpago inesperado, ¡zas!” Al cabo de media hora había una cola de periodistas frente a la puerta principal. Su última novela, Klara y el Sol (Anagrama), la primera desde que ganó el Nobel y que trata en parte sobre la devoción materna, está dedicada justo ella. “Mi madre tuvo mucho que ver con que me convirtiera en escritor”, le dice a Javier Aparicio Maydeu.
En la charla con el diario ibérIco, vía Zoom. Ishiguro compara el proceso de la entrevista con un interrogatorio, tomando la idea prestada de una escena de El topo de John Le Carré que explica “cómo los agentes están entrenados para resistir la tortura al tener varias capas de historias plausibles”.
A los 66, Ishiguro sigue siendo el creador supremo de mundos encerrados en sí mismos cuyos personajes están sometidos también a alguna forma de encierro. Su meticulosa atención a los detalles cotidianos y su estilo casi ostentosamente plano se contraponen a las fantásticas tramas y la intensidad emocional reprimida. Y Klara y el Sol no es una excepción.
Robots y edición genética
Ambientada en un lugar indeterminado de Estados Unidos, en un futuro indefinido, trata, aparentemente al menos, de la relación entre una “amiga” artificial, Klara, y su dueña/encargada adolescente, Josie. Los robots se han vuelto tan comunes como las aspiradoras, la edición genética es la norma y los avances biotecnológicos están cerca de recrear seres humanos únicos. “Esto no es una especie de fantasía extraña”, dice el escritor, “simplemente no nos hemos despertado todavía a lo que ya es posible hoy”.
“Klara y el sol” es una especie de padre robótico, prosigue, “tan radical como Terminator en su determinación de cuidar de Josie”, pero también es una posible niña sustituta: cuando Josie enferma, Klara está programada para ocupar su lugar, y añade: “¿“De fondo está en el aire esa eterna pregunta, que siempre suena muy pomposa, sobre el alma humana: ¿realmente tenemos una o no?”.
En este sentido, el libro revisa muchas de las ideas que ya exploraba en «Nunca me abandones» , su novela de 2005 sobre tres clones adolescentes cuyos órganos serán paulatinamente extraídos, lo que les conducirá a una muerte segura antes de los 30. “Esa historia sólo era una ligera exageración de la condición humana: todos tenemos que enfermar y morir en algún momento”, señala:
«Ambas novelas plantean la posibilidad de que la muerte pueda ser aplazada o vencida por el amor verdadero, que debe ser probado de alguna manera».
Basada en un cuento que inventó para su hija cuando era pequeña, la novela estaba pensada para ser su primera incursión en el mercado infantil. Lo hablé con Naomi mi esposa y ella me miró como si estuviera loco: No puedes contarles a los niños pequeños una historia como esa, los traumatizarías”. Así que decidió escribirla para adultos. Incluso, cuenta, recibió una postal del dramaturgo Harold Pinter en la que estaba escrito: “¡Lo encontré terriblemente aterrador! Harold”, subrayado en rojo. “¡Se supone que ese es mi libro más alegre!”, protesta Ishiguro.
“Un escritor exhausto, de una generación intelectualmente exhausta”. Se describe a sí mismo como “un escritor exhausto, de una generación intelectualmente exhausta”. Según explica, su hija los acusa a él y a sus compañeros de mentalidad liberal, de complacencia con la emergencia climática. “Me declaro culpable” asume. “Siempre le digo que la gente de mi edad pasa tanto tiempo preocupándose por la situación de posguerra, por la batalla entre comunismo y capitalismo, totalitarismo, racismo y feminismo, que estamos demasiado cansados para asumir esta otra lucha”.
No obstante, por primera vez, está comenzando a temer por el futuro, no solo por las consecuencias del cambio climático, también por otras cuestiones planteadas en esta novela: la Inteligencia Artificial, la edición genética o el Big Data y sus implicaciones para la igualdad y la democracia. “La naturaleza del capitalismo mismo está cambiando su modelo”, sostiene, “y me preocupa que ya no tengamos el control de todas estas cosas”. Sin embargo, espera que Klara y el Sol se lea como “una novela alegre y optimista”. Como siempre con Ishiguro, es posible encontrar algún consuelo, ya que, como dice, “al plantear un mundo muy difícil puedes también mostrar el brillo, mostrar el sol”. Imperdible, hay que leerlo.
Publicado en “Hidrocálido”. 17.03.2021