CAMPO, PODER Y CRISIS POLÍTICA EN EUA
EN MEMORIA DE MI QUIERIDO AMIGO GUSTAVO DE ALBA. DON GUS, TU RECUERDO ME FORTALECE.
El 6 de enero se vivió en los EUA algo inusitado: un ataque violento al Capitolio y a la reunión de la Cámara de Senadores y la Cámara de Representantes para discutir la validación de la elección presidencial del demócrata Joe Biden.
El ataque fue impulsado por el Presidente actual Donal Trump. No entro en detalle del acontecimiento, pues éste es conocido en mundo entero. Considero que la antropología política puede ayudarnos mucho a comprender lo sucedido. En dos palabras: había un proceso legal e institucional, en el que se desarrollaron el juego de poder y el proceso electoral el cual es atacado desde el momento en que Trump lo declara “tramposo” e impulsa a un grupo a tomar con violencia El Capitolio. Se intentó, de esta manera, romper las reglas del juego establecidas para la sucesión política. Esto es algo serio que puede conducir a los EUA hacia lo que la antropología política denomina “drama social”.
Presento a continuación las ideas centrales de la antropología política sobre los conceptos de campo, arena y drama social.
Para comenzar, se puede decir que el hombre es un ser con mentalidad que interacciona con otros y que esta interacción, se lleva a cabo dentro de lo que se puede denominar como un “campo”.
El concepto de campo lo tomaré de los análisis de Víctor Turner “Dramas, Fields and Methaphors” y en “Anthropologyof Performance”. Tomaré en cuenta la versión que del mismo, hizo mi amigo Roberto Varela y agregaré las ideas que al respecto tiene Pierre Bordieu, realizaré además, otro conjunto de adaptaciones y agregados que yo le he hecho a dicho concepto, para poder usarlo en una sociedad tan compleja como la actual y en una economía mundializada, enmarañada y múltiple que actualmente se vive.
Los conceptos de campo, arena y drama social, que desarrolló el antropólogo Víctor Turner, son muy útiles para entender lo que sucede en la economía y en la formación de espacios regionales.
Un campo es un espacio social y/o físico, en el que se encuentran involucrados actores, relaciones y reglas. Desde el punto de vista de la teoría de juegos, que en este caso es complementaria con la visión de Turner-Varela-Bordieu, el campo se puede concebir como un conjunto estructurado de juegos; en esta perspectiva se hace alusión a la teoría de juegos y desde este punto de vista, hay un conjunto de juegos posibles entre los actores que, como todos los juegos, están sujetos a reglas y premios o castigos en función del juego de cada actor.
En el campo los actores que participan en éste no son iguales, sino que hay jerarquías y entre ellos, se presentan relaciones de autoridad (legitimidad y prestigio) además de poder (capacidad de mando sobre otros). En el campo moderno se encuentra el Estado que es diferente a los demás actores, pero que se sitúa en el juego de éstos. En el campo se integran tanto un espacio social como simbólico en el que hay contradicciones, confrontaciones y cooperación por eso, en el esquema siguiente, se concibe el campo como un espacio de disputa reglamentado. La lucha por las recompensas y beneficios hace que, de manera muy frecuente, los actores se brinquen las reglas y realicen trampas de mayor o menor gravedad, por ello es indispensable que el campo cuente con reglas y árbitros que vigilen el cumplimiento de las reglas e impongan castigos a los infractores. En todo campo hay un cierto nivel de corrupción que no afecta una reproducción más o menos adecuada del mismo, pero puede existir un nivel de corrupción que deforme o haga problemática la reproducción del campo. Maurice Godelier señalaba en sus clases que una sociedad sólo puede existir si cuenta con instrumentos y procesos adecuados para resolver sus propias contradicciones.
Hay tres elementos que deben existir en forma adecuada en toda sociedad que funcione satisfactoriamente: información, comunicación y memoria. Las sociedades primitivas tienen pocas necesidades de información pero requieren tener información sobre el medio biológico y físico en donde se desarrollan y sobre el comportamiento de sus congéneres. Las sociedades actuales necesitan cantidades de información gigantescas. Los procesos de comunicación se dan por medio de un lenguaje y, entre más compleja sea la sociedad, más rico debe ser este lenguaje y los procesos de comunicación más sofisticados. Una sociedad que no tiene memoria histórica no tiene capacidad de configurar una cosmovisión, una cultura y procedimientos del quehacer que son vitales para sobrevivir. El campo implica una capacidad de memoria social para conservar y acumular información. Los campos modernos son espacios multidimensionales, complejos y adaptativos
El concepto anterior lo elaboré a partir de Victor Turner, Roberto Varela y Bourdieu ya que, en base de estos autores, conjugué sus ideas y les agregué otras para contar con un concepto de campo que fuese un operador lógico adecuado para el análisis de las sociedades modernas y de los procesos económicos, monetarios y financieros complejos actuales. El concepto de campo configuró una estructura que en el fondo, se encuentra aún en las sociedades más modernas ya que, la relación que existe, es un espacio social entre actores, relaciones y reglas, en donde se establecen premios y castigos y conforman estructuras que se presentan en un conjunto muy amplio de sociedades. En las sociedades modernas y siguiendo a Bordieu, el campo combina diferentes combinaciones de capital (productivo, simbólico, social, etc.) con formas especificas de valorización de las combinaciones de capital y de los productos del trabajo.
Dejando de lado los campos de sociedades primitivas, en todos los demás campos existen clases sociales con sistemas de explotación en los cuales se establece una cultura que legitima las relaciones: dominante-dominado que implican reglas de apropiación y reparto del excedente producido en el interior de dicho campo. Las relaciones de poder como se verá más adelante, son fundamentales.
Los actores son personas o grupos de interés político y económico que se hacen presentes y se enfrentan para lograr premios o beneficios. Hay un espacio y los actores acuden a él en búsqueda de premios o beneficios. Los actores no tienen capacidades similares para actuar en el interior del campo, razón por la cual, los más capaces son los que tienen más posibilidades de lograr beneficios mientras que los menos capaces, tienden a ser marginados y los incapaces tienden a ser excluidos. Desde mi punto de vista, algunos de los marginados y los excluidos tienden a configurar otros campos (que serían campos dominados) en los cuales puedan realizar actividades que les permitan sobrevivir.
Las relaciones son aquellas en donde los diversos actores entran en juego para lograr sus beneficios o premios, pueden ser políticas (de poder) o de tipo mercantil (búsqueda de una ganancia por medio de relaciones productivas y mercantiles) o bien, de tipo social (búsqueda de prestigio, reconocimiento, etcétera).
En un campo, las relaciones entre actores están sujetas a reglas del juego ya que, en la búsqueda de beneficios o premios no se vale cualquier comportamiento, pues el tipo de relaciones que se da entre los actores se encuentra reglamentado. Tal es el caso de la legislación en una democracia o de las reglas de funcionamiento de los mercados.
Finalmente, estos actores que entran en relaciones reglamentadas para la búsqueda de la obtención de un beneficio, poder o prestigio, no se dan en el vacío, sino que sólo se pueden establecer en un espacio social institucionalizado. Las instituciones acogen a los actores, hacen posible el juego, vigilan el cumplimiento de las reglas y castigan a sus infractores.
En el campo, la relación entre los actores no es tranquila, todos quieren su beneficio y por tanto, en el campo hay una lucha en la que se usa la fuerza que genera tensiones. Fuerza, tensión y lucha, corresponden al funcionamiento normal de todo campo; para eso son las reglas, no para evitar que en la lucha se use la fuerza sino para reglamentarla, no para evitar las tensiones sino para impedir que éstas desborden los límites del campo. Cuando las tensiones sobrepasan a las reglas y a las instituciones, se configuran antagonismos y enfrentamientos y entonces el campo deja lugar a la arena. La arena surge cuando las tensiones desbordan el campo, cuando éstas se polarizan y configuran antagonismos. Antes de la resolución del conflicto se puede llegar a situaciones graves que Turner denominó “drama social”.
Para ser más específico en el análisis del concepto de campo-arena-drama social, es necesario pasar a Roberto Varela. En su libro «Expansión de sistemas y relaciones de poder», toma de Turner el concepto de campo político que lo define por tres tipos de relaciones entre actores: a) la competencia por recursos escasos, b) el interés por salvaguardar una distribución particular de dichos recursos y, c) la voluntad por mantener o destruir un orden normativo en torno a los premios o valores aclarando que los valores pueden ser símbolos de victoria o de superioridad. Estas relaciones van a definir antagonismos (simbólicos o factuales) que se llevan a cabo por medio de la persuasión, la amenaza o la fuerza. Hasta aquí R. Varela
Cada campo provee al actor de oportunidades, recursos, conceptos y creencias.
Todo campo implica una relación de conflicto y cooperación. Lo normal conduce a la existencia de una organización social, a procesos ordenadores de la acción en referencia a determinados fines sociales. En este orden estructurado los eventos irregulares y conflictos se convierten poco a poco, en estructurales y normativos. Es importante destacar que, en todo campo, los procesos de comunicación entre individuos y grupos son fundamentales y que esta comunicación se realiza por medio de signos, señales, e indicios tanto verbales como no verbales.
Cuando el campo se desborda por el juego de intereses de los actores o por la aparición de nuevos actores, entonces aparece la arena social que es el momento en que ya no puede regir las relaciones de conflicto y por consecuencia, se requieren nuevas reglas de juego institucionales, es decir, una reconfiguración del campo.
Esto es lo que se reflejó el día 6 en los EUA, un ataque violento al Capitolio en donde se atacaron con violencia, las reglas establecidas para la sucesión del poder. Lo más grave es que este ataque fue directamente auspiciado por el Presidente en funciones. No fue un hecho circunstancial, Trump tiene muchos seguidores y hay una parte importante de la población que lo sigue. Si seguimos lo que hoy (8 de enero opina en el New York Times), el premio Novel Paul Krugman, y señala que no solamente el hecho del ataque al Capitolio sino también una buena parte del comportamiento del Presidente Trump, tiene un contenido fascista.
Por el momento, parece ser que la arena ha sido superada y que hay un retorno al funcionamiento del Campo; pero existe una importante infraestructura atrás del asalto que puede conducir hacia lo que se denomina un “drama social”.
Cuando los conflictos de la arena llegan a una nueva etapa aparece el drama social. El drama social implica una situación de carencia de regulación adecuada y de conflicto que problematiza mucho la reproducción social y es peligrosa. EUA no ha entrado al drama social pero, desgraciadamente, existe la posibilidad del caso si la arena actual no se resuelve adecuadamente.
Cuando se resuelve el drama social la estructura del campo presenta cambios; las partes en conflicto han encontrado nuevas alianzas y se presenta un nuevo poder en el interior de una nueva autoridad. Partes independientes se han fundido o bien han surgido nuevas segmentaciones. Surgen nuevas normas y reglas. En el campo social se presenta una doble relación de consistencia y cambio.
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CAMPO Y PODER
Analizaremos ahora la relación entre campo y poder. Como ya vimos, el campo es un espacio social, político y económico en el que incurren diversas fuerzas energéticas y en donde se establecen relaciones de poder.
El poder tiene varios conceptos. Lo primero que hay que hacer es recordar las tres formas de poder según Max Weber: 1. Dominio legal-racional. 2. Dominio tradicional que tiene su fundamento en el carácter sagrado y en las tradiciones. 3. Dominio carismático basado en la atracción del individuo.
Siguiendo a John K. Galbraith en su interesante libro «Anatomía del Poder» (1984), se podría decir que el poder tiene tres fuentes:
1. El poder condigno, que proviene del ejercicio coercitivo de la fuerza.
2. El poder compensatorio, que tiene como origen la compensación en riqueza o monetaria, para todo aquel que acepta someterse.
3. El poder condicionado, que es un acondicionamiento directo o indirecto de la mentalidad del sometido para que acepte el dominio de otro. Este es el tipo de poder que, en nuestro ensayo, ligamos a la eficacia simbólica del discurso y de las estructuras de comunicación y aceptación del mismo.
Para Galbraith hay que considerar también tres elementos más, en el análisis del poder:
1. La personalidad, es decir presencia, atractivo, capacidad de persuadir, de encantar a las masas o ciudadanos. Esto es, la capacidad de liderazgo o el carisma según Weber.
2. La propiedad, es decir la riqueza disponible. El poder compensatorio de Weber requiere de la propiedad.
3. La organización o sea, la disponibilidad de organizaciones y la capacidad de organizar.
Habría que agregar las formas de castigo al disidente que está dado por el poder condigno.
Otro autor Peter Blau (Exchange and power in social life), señala: “El poder (…) es la habilidad de las personas o grupos de imponer su voluntad en otros a pesar de las resistencias a través de la disuasión o de la forma de retirar recompensas regularmente proporcionadas o de la forma en castigo, en tanto que una y otra constituyen, en efecto, una sanción negativa.”
Roberto Varela (Cultura y Poder) siguiendo a R. Adams, acepta con éste, que el poder social es: “la habilidad para que alguien haga lo que quiere que éste haga por medio del control, de un proceso energético que tiene interés para él”. El poder implica por lo tanto, el control de los recursos energéticos necesarios para una sociedad y la visión y concepción que tiene dicha sociedad sobre dicha energía en términos de sentido social de la energía y valor de la misma.
En síntesis, podemos decir que el poder, concebido como la capacidad para que alguien haga lo que uno desee, proviene del control de una fuente energética (física, biológica, social, simbólico-mental, motivacional) que tiene alto interés para la sociedad a la que se ejerce el control, que se realiza por su capacidad compensatoria por medio de recompensas (dones) y su posible retiro (clientelismo), que está ligado al control de relaciones simbólicas claves y de creencias que usa, tiene, en última instancia, una capacidad condigna, es decir, de castigo a los disidentes.
Siguiendo a P. Bordieu el poder conduce dentro del campo, a normalizar hábitos de legitimización de las relaciones de mando-obediencia, es decir, de poder.
El poder otorga a quien lo tiene, prestigio, capacidad de mando, acceso a los recursos energéticos básicos (el dinero en nuestra sociedad es un recurso energético fundamental). La propiedad de los recursos energéticos (empresas, tierras, bancos, financieras, dinero, etc.) da poder, pero el poder en sí mismo por excelencia, es la capacidad de mando y de obediencia por los demás y no debe confundirse la propiedad de los recursos energéticos que es una fuente esencial de poder con el poder mismo. El poder es fuente de deseos y pasiones inconmensurables y para lograrlo, las gentes están dispuestas a quemar fortunas de recursos energéticos enormes.
Las creencias son importantes en el juego del poder. Una creencia es algo que se cree sin necesidad de pruebas o se está convencido de su veracidad aunque se carezca de fundamentos para ello. Las creencias son parte de la estructura del poder; poder y creencias siempre han tenido una relación más o menos estrecha. Las creencias son un elemento constitutivo de las ideologías, entendidas éstas como sistemas simbólicos compartidos en aras del poder. Además, la creencia en la legitimidad del poder es una parte importante del mismo; un poder que quiere efectivamente ejercer un poder de mando, no sólo tiene que ser legal, necesita ser legítimo o basarse en el uso de la fuerza. La fuerza es efectiva pero conduce a la dictadura y las dictaduras por si solas, no suelen ser muy duraderas.
Oros elementos muy importantes que ayudan a comprender lo sucedido en Estados Unidos, son los símbolos y las ceremonias rituales teatrales. Los atacantes atacaron con fuerza, un símbolo clave en los EUA como lo es El Capitolio, e interrumpieron con violencia una ceremonia ritual teatral muy importante, como lo es la reunión de la Cámara de Senadores y la Cámara de Representantes. Ambos elementos constituyen símbolos y ritos básicos en el funcionamiento del campo de colaboración y de conflicto que existen hasta hoy en los EUA.
Ya en otras Reflexiones he analizado estos conceptos; repito algunos párrafos de las mismas para recordar estas ideas.
Los símbolos están íntimamente correlacionados con los ritos y los mitos. En general son signos que contienen una semejanza metafórica con algo. Por ejemplo, “la Virgen María”, hace referencia inmediata a la madre de Dios (en el cristianismo), y en el catolicismo, a la virtud, al milagro y a la concepción de Cristo. Cristo evoca al Dios redentor; Alá, es el nombre de Dios para los mahometanos; el infierno, el lugar donde se purgan los pecados; los mandamientos marcan la diferencia entre el bien y el mal, etcétera. Desde el punto vista profano los símbolos son abundantes: la bandera, el himno, los héroes patrios, los monumentos, los cuales son lugares representativos de símbolos. Los símbolos tienen una fuerte carga emocional y conducen a cosmovisiones y deseos. Hay símbolos dominantes que son elementos centrales en la reflexión individual y colectiva y que además, configuran finalidades de la acción y del comportamiento.
Aclarado lo anterior, no es para nada extraño que los políticos en su lucha por el poder o por mantenerse en él, busquen generar mitos y símbolos que les den legitimidad, atracción de las masas, justifiquen sus acciones y provoquen impulsos de acción a sus seguidores. Para que sus ideas que los conducen en la lucha por el poder tengan fuerza, tienen que contener importantes elementos míticos y simbólicos, con contenido sagrado antes de la modernidad y con contenido profano hoy día. En muchos casos, aún se utiliza una mezcla de mitos símbolos profanos y sagrados.
Pero los mitos y los símbolos no existen por sí solos debido a que están asociados a los ritos. Los ritos son necesarios al nacimiento y vigencia de los mitos y los símbolos, tanto en el caso sagrado como en el profano. De ahí nace el uso de los ritos en lo político siguiendo a Marc Auge y que yo he dominado ceremonias-teatrales rituales. En lo político, generalmente no son ceremonias comunes ya que, para darles fuerza y emoción, suelen tener un contenido teatral muy fuerte. En un mitin no sólo cuentan los discursos que suelen contener componentes míticos y simbólicos, se busca una presentación teatral que le dé contenido ritual al mitin y por lo tanto, genere una emoción que no únicamente resalte los mitos y símbolos evocados, sino que el propio partido convocante y sus dirigentes se transformen en símbolos. Que sean integrantes de un discurso mítico. La teatralidad en lo político es un elemento clave.
Trump ya ha conseguido mucho de su empuje político, el cual es proveniente de la fuerza de sus ceremonias-teatrales, el 6 de enero atacó no a los símbolos y ceremonias rituales teatrales de sus contrincantes, sino a las de su país. De ahí el efecto estremecedor del acto.