Caos en el Concierto
[bctt tweet=»La sede de los conciertos orquestales, era principalmente el histórico Teatro Morelos (aún no se contaba con el Teatro Aguascalientes).» username=»crisolhoy»]
Historia absolutamente cierta, si bien algunos detalles han quedado perdidos en la bruma del tiempo.
Era el verano de 1982, posiblemente julio. La Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), por entonces bajo la batuta del Mtro. Sergio Cárdenas (Tamaulipas, 1951), y que había elegido a Aguascalientes como Sede de la OSN durante el Verano, así como se optó por Oaxaca como Sede de Invierno.
Dentro de las actividades del Festival de Verano de la Orquesta Sinfónica Nacional, en Aguascalientes, se llevaron a cabo conciertos de la propia orquesta como de los grupos de difusión emanados de ella, como el Coro de alientos, cuartetos de cuerda, orquesta de cámara, etc., y, lo principal: cursos impartidos por los diversos integrantes de dicha orquesta, así como el propio Mtro. Cárdenas.
La sede de los conciertos orquestales, era principalmente el histórico Teatro Morelos (aún no se contaba con el Teatro Aguascalientes).
La anécdota que relataré sucedió ahí, en el teatro Morelos, antes de la última remodelación de sus interiores, y por entonces todavía se podía ver el pequeño foso de orquesta antes del proscenio. En el programa se leía como segunda obra a ejecutar esa noche el Concierto para Piano y Orquesta, de Manuel M. Ponce, por cierto el único que escribió con esta dotación, y como solista la maestra Guadalupe Parrondo.
Luego de la ejecución de la primera pieza, salió el Director del escenario y entonces vino una serie de movimientos en los atriles de los Violines primeros para poder meter el precioso piano Petrof con que contaba el teatro, para la solista de la noche. Quiso la suerte que, precisamente este instrumento golpeara el podio del director, lo que provocó que el atril que éste sostenía cayera al piso, y los papeles que en él descasaban, fueran a caer dentro del foso de orquesta. Y la partitura del concierto de Ponce quedó allí adentro regada en un montón de hojas sueltas (ignoro si ya eran una baraja, o se desgajaron con la caída). El ayudante de tramoya del teatro, que había ocasionado el incidente, bajó a recoger la partitura luchando por acomodar el orden correcto de las hojas, sin entender el lenguaje musical en que suelen escribirse las partituras. Quien coordinaba el tema, el jefe de utileros de la propia orquesta, le dijo al ayudante local:
–No te preocupes; el maestro las acomoda.
Así que se emparejaron las hojas tal como se recogieron, y así quedó la partitura en el atril.
Sale la Maestra Parrondo seguida por Sergio Cárdenas, saludan al público, se sienta la pianista al piano y el director sube al podio; se inicia el concierto y… apenas a unos compases de iniciada la obra, fue notorio el desconcierto del Director que vio que las hojas de su “baraja” no estaban en orden; la orquesta que veía las penurias que pasaba el Maestro por encontrar la continuidad en lo que leía, y desde luego, la angustia mayor perlaba el rostro de la Maestra Guadalupe Parrondo que dudaba que aquello fuese a llegar a buen término.
Pero se impuso la calidad y la memoria del Maestro Sergio Cárdenas que pudo sin problema dirigir hasta el final la obra del fresnillense, adoptado por Aguascalientes.
https://youtu.be/bENiUJr6Ppk