El dinero como un signo que ocupó el lugar ideológico e imperativo que antes poseía el Dios cristiano

El dinero como un  signo que ocupó el lugar ideológico e imperativo que antes poseía  el Dios cristiano

[bctt tweet=»Un símbolo es un signo que establece una relación de identidad con una realidad, generalmente abstracta, a la que evoca o representa.» username=»»]

Un símbolo es un signo que establece una relación de identidad con una realidad, generalmente abstracta, a la que evoca o representa. Un signo es un objeto, fenómeno o hecho que, por una relación convencional, representa o evoca otro objeto, fenómeno o hecho. El dinero es un signo, un objeto que absorbe valor ideológico y puede ser intercambiado por mercancías o servicios, el dinero representa y evoca un imperativo, un intercambio, un valor para el futuro, seguridad, confort; el dinero es el signo que da prestigio , ética y éxito a los sujetos del consumo.

Intentar pensar más allá de la ideología y las supuestas certezas es complicado porque de algún modo se nos adoctrina para creer y no para dudar. Solo quien se atreve a dudar de sus certezas se aproxima a la verdad de sus juicios. Para este sujeto del lenguaje, de la ideología, de la publicidad, de la mercadotecnia; fue imposible suponer las ideas que se esconden detrás del dinero sin tener que darme cuenta mediante la lectura de ciertos autores. Esta ocasión procuraré explicar mis hipótesis por medio de un autor como el Dr. en física y novelista: Ernesto Sábato, este pensador narra un relato sobre la soledad de los bancos por las noches:

<< Pero también, casi con certeza, por la soledad sagrada que reina en esos lugares cuando el Dinero descansa. Una vez que los últimos empleados y gerentes se han retirado, cuando se ha terminado con esa tarea agotadora y descabellada en qué un pobre diablo que gana cinco mil pesos por mes maneja cinco millones, y en qué verdaderas multitudes depositan con infinitas precauciones pedazos de papel con propiedades mágicas que otras multitudes retiran de otras ventanillas con precauciones inversas. Proceso todo fantasmal y mágico pues, aunque ellos, los creyentes, se creen personas realistas y prácticas, aceptan ese papelucho sucio donde, con mucha atención, se puede descifrar una especie de promesa absurda, en virtud de la cuál un señor que ni siquiera firma con su propia mano se compromete, en nombre del Estado, a dar no sé qué cosa al creyente a cambio del papelucho. Y lo curioso es que a este individuo le basta con la promesa, pues nadie, que yo sepa, jamás ha reclamado que se cumpla el compromiso; y todavía más sorpréndete, en lugar de esos papeles sucios se entrega generalmente otro papel más limpio pero todavía más alocado, donde otro señor promete que a cambio de ese papel se le entregará al creyente una cantidad de los mencionados papeluchos sucios: algo así como una locura al cuadrado. Y todo en representación de algo que nadie ha visto jamás y que dicen yace depositado en Alguna Parte, sobre todo en los Estados Unidos, en grutas de Acero. Y que toda esta historia de religión lo indican en primer término palabras como créditos y fiduciario. Mientras duermen ansiosamente, con píldoras y drogas, perseguidos por pesadillas de desastres financieros, los poderosos hombres que controlan esa magia. Y también por la obvia razón de que en esos barrios financieros no hay alimentos, no hay nada que permita la vida permanente de seres humanos, o siquiera de ratas o cucarachas; por la extremada limpieza que existe en esos reductos de la nada, donde todo es simbólico y a lo más papeloso; y aún esos papeles, aunque podrían representar cierto alimento para polillas y otros bichos pequeños, son guardados en formidables recintos de acero, invulnerables a cualquier raza de seres vivientes.>>[1]

Después de leer esto es difícil no aceptar que cuantificar mediante el dinero los objetos del mundo es nuestro único método para otorgar valor a las mercancías. El dinero es la medida de todas las cosas; desde luego el dinero es un concepto derivado de la razón del hombre. El dinero está diseñado para cuantificar lo imponderable, el valor ; nadie puede pensar el valor de las mercancías sin atribuirles una cifra.

Sábato escribe algo fundamental: la creencia en el dinero es la nueva religión. Sus dogmas de fe son las palabras: crédito y fiduciario. El crédito se define como una buena reputación o buena fama, o como la aceptación de una cosa como cierta o verdadera. El fiduciario es aquel que depende del crédito o la confianza que merece.

Quién no es digno de crédito o de confianza financiera es como si perdiera en el medioevo la confianza de la Iglesia o fuera excomulgado de la institución. El protestantismo surgió siglos después, la Reforma y las dudas tardaron siglos en acontecer al interior del pensamiento religioso. El crédito se da a personas con buen comportamiento financiero, la buena reputación se construye pagando deudas e intereses; lo que se acepta como cierto o verdadero es que las personas pagan lo que prometen pagar. Siglos antes las personas otorgaban gran parte de su dinero a la Iglesia, la buena reputación la otorgaba la Iglesia misma inclusive en el sentido financiero, -le cobraban impuestos a quienes podían cobrárselos, inclusive se degradó tanto la situación que el monje Lutero denunció la venta de lugares para el inmaculado paraíso cristiano-. La Iglesia controlaba la confianza y la verdad, hasta que después del Renacimiento y la Ilustración; la confianza y los créditos los otorgaban los bancos respaldados por los Estados. La creencia en el dinero ocupo el lugar que Dios tenía durante el medioevo. El dinero absorbió la devoción de los hombres, devoró su tiempo; mide su éxito respecto al prójimo, promete paraísos terrenales por medio de instituciones y créditos, demanda la total atención y sumisión de sus creyentes; encuentro una semejanza con la creencia en el Dios de hace siglos. Una semejanza a vivir en el medioevo y los siglos obscuros: se tiene una creencia metafísica imperativa. Nadie puede dudar que el dinero es el único concepto y medio para no terminar de matarnos, la justicia y la libertad están asociadas a tener dinero de una forma no violenta. Gracias al dinero la humanidad progresó rezan las mayorías, gracias a este nuevo dios tenemos comodidades y nos separamos de los animales.

Recordando los diálogos de Sábato con Borges; este último afirmo sobre el dinero en su cuento El Zahir: << El dinero es abstracto, repetí, el dinero es tiempo futuro. Puede ser una tarde en las afueras, puede ser música de Brahms, puede ser mapas, puede ser ajedrez, puede ser café, puede ser las palabras de Epicteto, que enseñan el desprecio del oro; Es tiempo imprevisible, tiempo de Bergson. Una moneda simboliza nuestro libre albedrío.[2] La misma libertad está relacionada con tener dinero, y esto muchísimos economistas lo profesan como dogma: quien quiera cobrarte impuestos es un enemigo de la libertad. El dinero como un signo que ocupó el lugar ideológico e imperativo que antes poseía el Dios cristiano, lo que ocupo el lugar vacío de Dios después del siglo XX con su nihilismo y sus campos de concentración, lo que ocupo el lugar de esa idea pura que producía valores y actos en los sujetos, se ha transformado: ahora la productividad, el trabajo, la acumulación, la inversión, la ganancia, la utilidad, son los valores rectores de las sociedades en la era global. Los valores se transformaron, la compasión y la colaboración mutaron en competencia y utilidad.

  1. Sobre Héroes y Tumbas. Ernesto Sábato. (P.288-289)
  2. El Aleph. Jorge Luis Borges.

Alejandro Marengo

Mendigo de sueños, distópico, surrealista.   La enajeción desiderativa a la mercancía dinero, se paga siempre con libertad.

Alejandro Marengo

Mendigo de sueños, distópico, surrealista.   La enajeción desiderativa a la mercancía dinero, se paga siempre con libertad.

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