El futuro nos alcanzó. La carencia de gasolina

El futuro nos alcanzó. La carencia de gasolina

[bctt tweet=»Según los “lobos” más expertos en el sistema financiero capitalista, depender de un sólo proveedor, o tener un solo cliente, pone a cualquier empresa en un riesgo financiero constante» username=»crisolhoy»]

Como viviendo la trama de una película de ciencia ficción, en la que la vida de la humanidad ronda cualquier actividad relativa a conseguir un energético fósil, los mexicanos amanecimos desde hace unas semanas con la novedad de que por una decisión, en razón del combate al robo de combustible, sería cerrado el suministro vía ductos, con su consecuente limitante en la distribución y consumo de los hidrocarburos.

Más allá de si estuvo planeada o no la medida y de la especulación en torno a sus consecuencias y al tiempo en que llevará la normalización distributiva; que dicho sea de paso significa una sobre oferta, la circunstancia generada nos muestra algo que desde hace décadas padece la economía mexicana: la petrolización.

Según los “lobos” más expertos en el sistema financiero capitalista, depender de un sólo proveedor, o tener un solo cliente, pone a cualquier empresa en un riesgo financiero constante. Sin embargo por más de 100 años en nuestro papel de fieles consumidores gobernados por un sistema monolítico, corrupto y sin creatividad, hemos puesto nuestra vida bajo la “segura” dinámica del petróleo.

La petrolización de las economías capitalistas y no capitalistas se originó como un principio elemental en la medida que otra creación humana tomó lugar en el mercado: el motor de combustión interna. Gasolinas y sus derivados cobraron un auge inmenso en la medida que se convirtieron en la sangre de las máquinas que resolvieron y eficientaron el transporte de mercancías o aparecían otras máquinas que potenciaban abismalmente los procesos productivos, v. gr. la construcción.

La diversificación en la participación de diferentes nichos y niveles del mercado hizo detonar la industria petrolífera a tal magnitud que, indiscutiblemente, los individuos aún hoy poseedores de este recurso, conforman la élite de la élite en todo el mundo. Asimismo, el petróleo fue el recurso principal para la configuración de la 1ª. Guerra Mundial y posteriormente de la 2ª.; así como de todos sus conflictos derivados en el periodo de la guerra fría, así como sus capítulos de terrorismo de Estado encabezado por EE. UU. si pensamos en Irak, Libia, Siria y muy recientemente Venezuela.

La aceptación generalizada de este producto como insumo elemental, ha trazado los márgenes del desarrollo de las naciones y sus economías, sin embargo hasta hoy, los países habían sabido lidiar con elementos de precio y abasto del principal comprador: (casualmente) EE. UU., que a su vez, había establecido su hegemonía armamentística para “proteger” a los pueblos que producen este recurso, de los gobiernos “dictatoriales” que curiosamente arribaban al poder y cuestionaban la influencia de los anglosajones en esta industria.

En ese sentido, los estadounidenses históricamente han hecho un acopio voraz del hidrocarburo para tratar de garantizar sus exagerados consumos energéticos que soportan su nivel de vida, en una métrica contraria y disímbola de quienes tienen o mantienen procesos productivos diferentes o simplemente condiciones sociales distintas o menos “modernas”. En esta lógica también contagió a los países “en vías de desarrollo” que vieron una oportunidad de acercarse a la opulencia siendo los proveedores del país que más demandaba petróleo, o bien, asemejando su dinámica interna a la de aquel país.

Sea cualquiera la razón, el triunfo del petróleo sobre cualquiera otro tipo de energético, ha significado para la humanidad el moldeado de su economía y por otro lado, el favorecimiento de la acumulación de múltiples características adversas para el medio ambiente, generalmente ocultadas o disminuidas para no alertar a la población o disimular los riesgos que esto implica, como el tema de la destrucción de la capa de ozono derivado de la producción desmedida de CO2, principal gas responsable del efecto invernadero, o los clorofluorocarbonos entre otros productos.

Ahora bien, es menester señalar que dentro de las creaciones humanas, los energéticos son elementos, formas de energía o sustancias que por sus características, presentan el mayor índice de obsolescencia, es decir, que su extinción al uso es total, pues inmediatamente pierde sus características originales al ser usado para transformarse en diferentes efectos luminosos, mecánicos, caloríficos, químicos, mismos que son lo que en realidad utilizamos para generar algún trabajo en términos físicos,[1] mediante algún tipo de máquina.

Esta característica genera una condición enteramente particular contra cualquier otro objeto derivado de la producción humana, es decir, su vida útil es extremadamente efímera y su producción implica a su vez un alto grado de energía acumulada. Léase como suena, mucha energía que se ocupa para crear energía que es efímera.

En ese sentido los mexicanos deberíamos de entender la lección histórica que coyunturalmente se nos presenta, es decir, la adversidad que representa la carestía del energético único en que descansa indebidamente nuestra economía.

Entiéndase también que en este momento, los grandes consumidores y distribuidores del energético, están cerrando sus filas en torno a la acumulación de su mayor cliente. Lo de Venezuela no es sintomático, es un efecto directo debido a la resistencia a la aparición de nuevos grupos de poder que se fortalecen en la medida que se distribuyen y diversifican sus energéticos alternativos y los elementos para producirlos. En esencia lo que vivimos es un comportamiento estratégico, dónde el mayor acumulador de petróleo pretende garantizar su poder y de paso asegurarse de que también posee las riendas de las posibilidades energéticas emergentes para dosificar su aparición garantizando con ello las ventajas comparativas con otros productores.

Entonces, veamos con claridad. Los hechos nos obligan a mirar más lejos.

  1. Entendamos pues que por el comportamiento de la política exterior de EE.UU., no es de dudar que las tesis o teorías del “pico del petróleo” son ciertas y se están acelerando, resultando evidente el detrimento en la disponibilidad del hidrocarburo y las consecuentes dificultades políticas, económicas y físicas para obtenerlo.
  2. Que la transición a las energías alternativas está en marcha de una forma altamente heterogénea y que la élite de productores del petróleo le ha declarado la guerra, buscando como primera batalla, apoderarse de las riendas de los nuevos desarrollos. Sólo hay que ver los avances programáticos de los diseños de las empresas líderes en producción de automotores ante la liberación de las patentes de la empresa Tesla de los motores eléctricos.
  3. Que México experimenta una condición inigualable para el fortalecimiento a la transición energética:
    1. El nuevo gobierno que encabeza AMLO.
    2. La dinámica de dificultades para el abasto, producto del combate al robo de combustible.
    3. Su disposición territorial entre EE.UU. y Venezuela como primer espectador del viejo adagio “cuando veas las barbas de tu vecino cortar”.
    4. El impulso que el gobierno ha decidido darle a la paraestatal PEMEX para su reinserción a la actividad productiva luego de años en que gracias a la corrupción los anteriores gobiernos saquearon a la empresa.

En estas condiciones, México tiene un escenario inmejorable para avanzar en la migración energética y abrirse un mercado prometedor para el desarrollo, al menos si pensamos en que es momento propicio para generar una estrategia de estado que al menos:

  1. Visibilice la transición desde una política de estado consistente.
  2. Fomente y apoye las iniciativas e innovaciones.
  3. Genere un espacio claro de oportunidad para nuevas empresas que coincidan con elementos a largo plazo en las políticas mundiales de abatimiento al deterioro ambiental.
  4. Equilibre las condiciones de mercado para favorecer nuevos nichos.

Si México aprovecha este proceso, más pronto de lo que nos imaginamos, la creatividad de nuestro pueblo será considerada como lo que es, el tesoro más preciado de México, su gente.

  1. Magnitud que equivale al producto escalar de la fuerza por la distancia que recorre su punto de aplicación.

Manuel González

Politólogo egresado de la UAA. Maestría en Análisis y Visualización de Datos Masivos por la Universidad Internacional de la Rioja

Manuel González

Politólogo egresado de la UAA. Maestría en Análisis y Visualización de Datos Masivos por la Universidad Internacional de la Rioja

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