El grito de Hidalgo: la invención de una tradición
No se conocen testimonios de quienes presenciaron el llamado “grito de Dolores” pronunciado por Hidalgo en la madrugada del 16 de septiembre de 1810 y, sin embargo, son muchas las versiones contadas de lo que arengó el cura de Dolores. Se conocen algunos testimonios escritos posteriormente en donde se menciona que era necesario “desenvainar la espada para sostener los derechos sacrosantos del Altar y la Patria…” (Alfonso García Ruiz, “Los ideales de Hidalgo”, en Ernesto de la Torre, Lecturas Históricas Mexicanas, Tomo V, pp. 299-306)
En este testimonio vemos que dentro de los ideales de Hidalgo, como los de Morelos años después, serían los de unir los derechos tanto de la Iglesia católica como los del naciente Estado mexicano. Una nación en donde se mantendrían estrechamente unidas, como sucede todavía en algunos estados centroamericanos, las esferas de la religión católica como única y verdadera, y la esfera de la ciudadanía, unión difícil de sostener en un Estado moderno.
De acuerdo a un investigador de la UNAM, el discurso para movilizar al pueblo reunido en el atrio de la Iglesia de Dolores fue: “Señores, somos perdidos; los franceses ya conquistaron España y vienen a conquistarnos a nosotros. Se acabó la opresión, se acabaron los tributos, se acabaron las glebas y voy a pagarle medio peso a los que acompañen a pie y un peso al día a los que me acompañen a caballo” (“Eso gritó el cura Hidalgo”, Boletín de la UNAM-DGCS-741, 13 de septiembre de 2022). Si se trataba de una arenga, es decir de un “discurso para enardecer los ánimos de los oyentes” (RAE), las anteriores palabras por más verídicas que sean parecen más las de un académico o de un burócrata que las de un cura enardecido que necesitaba el apoyo popular.
En esta segunda cita vemos que se acentúa más bien algo que es fundamental para entender el movimiento de Hidalgo: la invasión francesa a la península ibérica en 1808, la cual impactaría a todos los reinos y provincias de la corona española en América. El que se consideren desde el grito algunas medidas libertarias son puestas muy tempranamente, ya que efectivamente Hidalgo promulgaría efectivamente medidas sociales meses más tarde. Lo del ofrecimiento de pagar a los rebeldes seguramente tuvo que considerarlo Hidalgo, si bien en el discurso general pero no en el grito que marcaría el levantamiento.
Existe otra versión más popular en la que el grito simplemente es una expresión más cercana quizá a la arenga pronunciada por Hidalgo: “Viva la Virgen de Guadalupe, Viva Fernando VII y Muera el mal gobierno”, elementos que requieren ser explicados sobre todo el viva a Fernando VII, ya que contradice que la lucha inicial de Hidalgo fuera a favor de la independencia.
Recientes investigaciones sobre la independencia de México y Latinoamérica en general han mostrado que los movimientos iniciales de independencia como el de Hidalgo, fueron movimientos más bien autonomistas siguiendo las luchas que habían desarrollado las diferentes provincias españolas contra el invasor francés a partir de 1808. Y que si bien Hidalgo consideró la necesidad de la independencia antes de su fusilamiento, quien tuvo mayor claridad al respecto fue Morelos quien incluso propuso el nombre de América Septentrional para la nueva nación. De ahí que la expresión de viva Fernado VII y muera el mal gobierno se deban más a la invasión francesa y, habría que decir, a la promoción de los derechos civiles más que religiosos. Cuestión que sería fundamental en las Cortes y Constitución de Cádiz (1812) para la representación política de las diferentes provincias. De tal manera que la promulgación de la Constitución de Cádiz por segunda ocasión en 1820, después de la restauración del Antiguo Régimen en 1814, terminaría por acelerar los movimientos independentistas en América en contra precisamente de la Constitución liberal que restringía los derechos de la iglesia católica. Por ello autores como Romeo Flores Caballero, quien tituló su libro “La Contrarrevolución de independencia”, analizan cómo la promulgación de la independencia por Iturbide el 27 de septiembre de 1821, ante la Constitución liberal española, trató de preservar el Antiguo Régimen.
Analizar el grito como hemos visto nos lleva a revisar las ideas que han predominado sobre la independencia y en todo caso tratar de comprender incluso el por qué los rituales del Estado mexicano, como los festejos por la independencia, trataron de suplantar o al menos disminuir los rituales y festejos religiosos.
Desde los años veinte del siglo XIX la fiesta popular comenzó a celebrarse la noche del 15 de septiembre, como una “verbena de las vísperas”, por lo que el festejo no necesariamente cambió con Porfirio Díaz para celebrar su fiesta de cumpleaños, aunque a partir de su gobierno el día 15 de septiembre sí adquirió mayor importancia en los festejos, cuando se empezaron a gritar los nombres de Hidalgo y Allende, Morelos y Guerrero…
Habría que decir que la figura de Hidalgo comenzaría a ser parte de los festejos ya avanzado el siglo XIX, su figura como “padre de la Patria” sería un reconocimiento más bien contradictorio ya que la propia Iglesia católica lo excomulgó y lo degradó al quitarle toda representación eclesiástica. Más aún, quienes lo combatieron terminaron por llevar a cabo la independencia, frente a la posible expansión del gobierno liberal español. De ahí que Hidalgo y Morelos sean parte más bien de los ideales liberales, no obstante que ellos mismos combatieran su instrumentación en la América septentrional.
Más allá de estas contradicciones de la historia de la independencia, por las formas e importancia de los festejos populares del grito de la independencia, éstos forman parte de lo que Eric Hobsbawm, uno de los grandes historiadores ingleses, estudió como “la invención de la tradición” en el sentido de cómo los nacientes estados nacionales “inventaron” o crearon nuevos rituales con el fin de contar una historia que uniera a los diferentes grupos sociales y a todas las regiones ubicadas en el territorio nacional. Una “tradición inventada” busca inculcar valores determinados gracias a su repetición, como una manera de conectarnos con el pasado histórico. Por ello la reivindicación de Hidalgo o de Morelos y Guerrero, no de Iturbide, implica el rechazo a la opresión y a la tiranía. De ahí que festejar el grito con desfiles de militares que reproducen dictaduras en nuestra época, es un grito que no conecta con nuestro pasado sino que lo rechaza, de ahí la incongruencia del acto que vivimos en días pasados.
La tradición inventada es una gran idea que habría q considerar hoy con el debate de los libros gratuitos, es la ideología ( cualquiera q sea) saludable para crear educandos con pensamiento critico ?