En el espacio y el tiempo en un único viaje, en un mismo mundo

En el espacio y el tiempo en un único viaje, en un mismo mundo

En el espacio y el tiempo en un único viaje, en un mismo mundo

Retomo palabras más palabras menos, lo medular de algo que leí en alguna prensa hace unos días y que subraya la necesidad de entender que frente a las pestes de nuestros días, nadie puede ni debe sentirse a salvo hasta en tanto no estemos a salvo  todos. Es, cierto, es diferente el barco en el que vamos unos y otros, pero a fin de cuentas navegamos el mismo mar, turbio por donde se le vea y a ratos desolado de todo rastro de buenos augurios, pero también a ratos tornansolado, verde y grisazur, como si la caja de Pandora aún guardara alguna sorpresa. 

[bctt tweet=»y viajamos en el espacio y el tiempo en un único continuo como dos conceptos inseparablemente relacionados» username=»crisolhoy»]

La enseñanza más valiosa que nos debe dejar la pandemia es que vivimos en un mundo interconectado, vinculado por aire, mar y tierra, en donde nos afectará tarde que temprano lo que suceda en la cercanía tanto como lo que acontezca al otro lado del mundo

Es imprescindible ahora tener presente que ninguna comunidad ha sobrevivido  las pestes yendo cada cual por su lado. Hoy por hoy la única certeza es que todo esto no pasará tan pronto como quisiéramos. A más de la segunda ola que ya advierten los cientícios y de la cual hay ya evidencias, vivimos en un ambiente degradado y amenazante, y viajamos en el espacio y el tiempo en un único continuo como dos conceptos inseparablemente relacionados, el mismo mar y en resumen, la única posibilidad de salir de esta terrible encalladura solo se dará si actuamos en conjunto, el destino nos alcanzó.

Y es que, los datos de los últimos años sobre la salud del planeta y la humanidad son desastrosos; empezando por el enorme impacto de la contaminación ambiental sobre la salud humana (más de 9 millones de personas mueren cada año como resultado de la contaminación). En segundo lugar, es tiempo en que aún no conocemos bien a bien los efectos indirectos que el cambio climático tendrá -y está teniendo- sobre nuestra salud. Tercero, la salud humana ha mejorado mucho en las últimas décadas, pero a expensas de los recursos del planeta y sin reducir las desigualdades sociales. Para responder a ello, el sistema de conocimiento necesita mayor interdisciplinaridad, y la gobernanza tiene que cambiar para lograr trasladar este conocimiento en acciones que tomen en cuenta la justicia social. Ante ello y con base en datos corroborables y  argumentos y proyecciones sólidas, es que la ONU en un reciente llamado a todas las naciones las conmina a usar de una vez por todas los impuestos como mecanismo regulador del consumo para garantizar la equidad social y distributiva. 

Si la peste viene de la naturaleza trastocada, es en ella y solo en ella donde podremos encontrar las soluciones más urgentes y necesarias, vitales, para la sobreviveincia de la especie, y de las especies, como lo ha apuntado el presidente de la ONU, Antonio Guterres; “no podemos retrasar más  la implementación de un cambio sistémico para asegurar nuestro futuro como humanidad”.

Es tiempo de asumir responsabilidades y obligaciones, más allá de buscar culpables  donde no los hay, y más allá  de vacunas o imploraciones. La vacuna llegará pero ahora las expectativas se abren para que en el futuro aparezcan otras pandemias si no actuamos para restituir la salud del planeta que es nuestro propio cuerpo. Somos con él  una sola vida. 

Por ahora toca ser solidarios y comprometidos con todo lo que esté a nuestro alcance, ante el duelo y los efectos terribles de las secuencias; ansiedad, depresión, angustia, desempleo. 

El costo humano del coronavirus ha sido devastador, y las llamadas medidas de bloqueo han dado un vuelco a la vida “normal”, pero la crisis puede ser una oportunidad para un futuro mejor, eso también es cierto, siempre y cuando, añadiría, si las políticas públicas se dan a nivel global, y se cumple para bien de todos aquello que señala el filósofo Ramoneda, en el sentido de que, “solo cuando se pasa del conocimiento a la acción entramos verdaderamente en política”.

Tenemos ya que la pandemia nos ha dado una idea de cómo podría ser nuestro mundo si tomáramos los audaces pasos necesarios para frenar el cambio climático y la contaminación del aire. Nuestro aire, tierra y agua pueden ser más limpios, nuestras calles pueden ser más tranquilas y seguras, y podemos encontrar nuevas formas de trabajar mientras pasamos más tiempo con nuestras familias, nos ha recordado en estos últimos días Tedros Adhanom Gebreyesus, el director general de la Organización Mundial de la Salud, injustamente cuestionado por el presidente norteamericano Donald Trump, esa otra terrible amenaza a la paz mundial y al entendimiento de la comunidad internacional.

Saldremos de esto, aunque ya sabemos que no todos. Lo importante será reconstruir las relaciones sociales y luchar contra la pobreza y las otras enfermedades que flagelan a la humanidad. Salvar al planeta, reeducarnos y actuar debe ser lo primero, ningún futuro habrá si no rescatamos a la tierra de la depredación y eso solo se logrará con esfuerzo común, solidaridad y una nueva conciencia de coexistencia con la naturaleza.

   * Publicado en “Hidrocálido”.   26.08.2020

Armando Alonso de Alba

Poeta y periodista hidrocálido.

Armando Alonso de Alba

Poeta y periodista hidrocálido.

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