La Ley de Hierro: Robert Michels
En las democracias occidentales es habitual que se siga la ley de hierro de las oligarquías de Robert Michels: toda organización genera su propia oligarquía como grupo de control y poder. Ejemplo claro lo estamos viendo en el estado de Puebla con la elección de Martha Érika Alonso Hidalgo esposa de Rafael Moreno Valle. Juntos encontraron la falla en el sistema que impide la reelección de un gobernador; por lo que no hay mejor forma de burlar dicho mandato antirreeleccionista que fomentar dentro de las organizaciones políticas la consolidación de un grupo oligárquico emparentado entre todos sus integrantes y acompañantes, para conservar y perpetuarse, ya no como grupo político sino como familia oligárquica que intercambia cargos y liderazgo dentro de la comodidad de la alcoba.
Podría darse el caso de que la elección de Érika Alonso Hidalgo fuera nulificada en tribunales por irregularidades ocurridas en el proceso electoral. Eso es decisión de los tribunales electorales. Pero nunca por practicar relaciones de poder encaminadas a perpetuarlo con la intención de fortalecer y nutrir de él a una familia. Porque en el fondo subsiste la práctica en las organizaciones políticas que para conservar y perpetuar el poder sus integrantes se agrupan y se reconocen entre ellos mediante la formalización de “corrientes”, “expresiones”, “aldeas”, etc; cuando no son más que grupos familiares de consanguíneos con parentescos políticos estrechados mediante alianzas matrimoniales y otros sacramentos provenientes del mundo de lo sagrado y de lo profano, con el fin de acceder, conservar, reproducir y perpetuarse en el poder adquirido.
Definitivamente los legisladores en México como son partícipes de este tipo de relaciones, por más demócratas que se digan ser, llegaron a sus curules por este tipo de relaciones y alianzas locales, regionales y nacionales. Por lo que no se aprobará nunca una ley que evite que un político en el poder trate de impulsar y transferir su cargo a un integrante de su familia. Ejemplos sobran como: Felipe Calderón y Margarita Zavala, Jesús Ortega y Angélica de la Peña, Alberto Anaya Gutiérrez y María Guadalupe Rodríguez, por nombrar algunos otros matrimonios que intercambian cargos y favores a cambio del control de alguna agrupación política, pero también los hay que quieren ceder sus viejas glorias con sus hijos como Carlos Lozano de la Torre ex gobernador de Aguascalientes con su vástago José Carlos Lozano Rivera Río (pero si se descuidan en el PRI el exgobernador es capaz de formar parte del primer grupo), o con hermanos como lo hacen los Monrreal.
Otros que no logran la consanguinidad tratan de forzar la alianza mediante sacramentos distintos como el compadrazgo mediante bautizo, pero también los hay a los que une los intereses comunes por poder financiero y establecen alianzas estratégicas para fines comunes.
Por la forma misma de cómo los grupos políticos se organizan a sí mismos las oligarquías no se van a terminar, al contrario de ello, conforme la democracia se asiente en su uso y forma para dirimir los conflictos de la organización social adquirirán cada vez más fuerza, al punto de rivalizar en sus hábitos de consumo, juego y lucha por el poder, con la aristocracia del sistema feudal, consolidándose en una nueva “nobleza” dentro del sistema político y social.