La pandemia de las pandemias hace visible las profundas injusticias en nuestras sociedades fragmentadas

La pandemia de las pandemias hace visible las profundas injusticias en nuestras sociedades fragmentadas

La pandemia de las pandemias hace visible las profundas injusticias en nuestras sociedades fragmentadas 

No hay receta ni medida que alcance ante la adversidad que la pandemia nos ha traído, pero hay que insistir en todo momento, sobre todo en estos momentos, en el hecho de que así como es enorme la amenaza, asi existen claves esenciales para transformar sus efectos. Y eso es justo lo que en el terreno de los hechos no vienen haciendo nuestro gobiernos, como sería el conocer y comprender los grupos que son prioritarios de atención para un trabajo participativo e  informado.

[bctt tweet=»La pandemia de las pandemias hace visible las profundas injusticias en nuestras sociedades fragmentadas, con ciudades que son para quienes las pueden pagar,» username=»crisolhoy»]

Es manifiesto además que ni el gobierno ni gran parte de la ciudadanía están concientes  de lo imprescindible que resulta la colaboración y el esfuerzo social para frenar los ya de por si severos daños que resentimos, y para prevenir mayores catástrofes, porque si alguna enseñanza nos ha dejado todo esto es el que las amenazas están latentes, según los informes de la organización TECHO, institución presente en 19 países de América Latina,y  que busca superar la situación de pobreza que viven millones de personas en asentamientos populares, a través de la acción conjunta de sus habitantes y jóvenes voluntarios y voluntarias. 

De las lecturas de sus diagnósticos sobre la situación, alarmante en todo el continente y en particular en México, trasciende que es ahora cuando los gobiernos locales, las instituciones públicas y la sociedad civil deben integrar aportes, iniciativas, lecciones, todo aquello que permitan priorizar a la población que hoy vive la embestida del virus de manera feroz.

Entender, ya ha quedado claro, que no existe dilema sobre, ¿economía o salud?,  pues una sin la otra no pueden existir. Solo es poner en el centro de las políticas de Estado a las personas, promoviendo el derecho a la salud, educación, vivienda y servicios básicos. Requerimos un Estado que promueva la función social de las políticas públicas de emergencia y a largo plazo. 

Y todo lo anterior solo se podrá lograr con la participación ciudadana y la iniciativa social que vincule lo económico, lo político y lo social desde una toma de decisiones que de vigor a la gobernanza democrática de un país, municipio o comunidad, mediante acuerdos vinculantes de acción inmediata.

En estos largos meses que van de la primavera a este otoño, el covid-19 nos ha dejado contenidos y reflexiones vitales para revisar en adelante, sin perder de vista que los efectos han sido, son y podrán seguir siendo devastadores en lo que respecta a las cifras de personas fallecidas, el desempleo, y  la desigualdad económica que se viene profundizando en sociedades ya de por si desgarradas.

Desde la región más desigual, violenta y desconfiada del mundo que es nuestra América Latina, la pandemia ha golpeado día a día a la población que no puede quedarse en casa, porque la vivienda no tiene las condiciones para ser un refugio de cuarentena, también donde el hacinamiento es un impedimento para la distancia física establecida. Además, no es viable para quienes tienen la necesidad básica de salir a trabajar para ganar lo que se necesita para el día. Sin que esto signifque ir contra los dictámenes sanitarios nacionales, pero considerando la inaplicabilidad de aquellos lineamientos para la realidad de millones de personas en cada uno de los países de la región.

Para comprender la tensión con más detalle, se debe hacer referencia a cientos de millones de latinoamericanos y latinoamericanas: a los más de 104 millones que viven en asentamientos populares; los más de 185 millones en situación de pobreza, con proyecciones nada alentadoras que establecen que la cifra ascenderá a 215 millones de personas por los efectos del COVID; a los más de 154 millones de niñas y niños que tienen las escuelas cerradas o que desde antes no contaban con acceso a la educación. La situación es extremadamente grave por la pandemia, pero exacerbada por aquellas pandemias que existen desde hace décadas en América Latina, una región de riqueza humana, pero profundas desigualdades que se reproducen y adaptan ante las contingencias.

La realidad actual es crítica, lo era antes del COVID-19 y lo es con más intensidad con los efectos devastadores del virus. La urgencia de una vivienda digna; el debate sobre el acceso a la salud que hoy se encuentra con un sistema desbordado; la tensión de lograr que la educación sea un derecho, principalmente cuando no se cuenta con los medios para tener clases virtuales; la violencia de género con cifras alarmantes y en aumento; el racismo y xenofobia que aflora en nuestros países. 

La pandemia de las pandemias hace visible las profundas injusticias en nuestras sociedades fragmentadas, con ciudades que son para quienes las pueden pagar, en donde los derechos son mercancías que dependen del poder adquisitivo: agua, saneamiento, electricidad, vivienda, dimensiones que se posicionan como fundamentales para atender, mitigar y promover la recuperación para los efectos del COVID-19.

  Publicado en”Hidrocálido” /  11.11.2020

Armando Alonso de Alba

Poeta y periodista hidrocálido.

Armando Alonso de Alba

Poeta y periodista hidrocálido.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!