Mercado real y política virtual: Un salto al vacío
“Y es que los Dioses han ocultado el sustento del hombre”
Hesiodo. “Los trabajos y los días”.
Ahora que todo pretende ser resuelto mediante la robótica, la inteligencia artificial y la oferta y la demanda, habrá que recordar las lecciones de la historia que nos dicen que sin la filosofía, toda sociedad, país o época naufraga. El gran pendiente de nuestro tiempo azaroso sigue siendo cómo sobrevivir al caos, cómo llenar el vacío del presente utilitario y depredador de la naturaleza, cómo detener ese aplastamiento, ese dominio criminal, atroz, perpetrado por unos cuantos magnates -hoy convertidos también para vergüenza universal en turistas espaciales- sobre una humanidad desgarrada, casi vencida.
Si la modernidad significó la ilusión de la emancipación del individuo del sometimiento al medio familiar y social, la postmodernidad parece correr el riesgo de acentuar el individualismo hasta el nivel del egoísmo, convertir el conformismo en un simulacro de socialización alienante, y de destruir toda esperanza de trascendencia. La exaltación hedonista del cuerpo-máscara, corre pareja con la búsqueda de satisfacción inmediata de las necesidades.
Dedico este breve espacio para tratar de resumir una faceta del pensamiento de algunos de los filósofos, activistas sociales, antropólogos, economistas y científicos sociales, en cuanto a que frente a ese vacío, es hoy como nunca tiempo de repensarnos y actuar como seres de ideas, de ideas que trasciendan las fronteras del propio ego y la sevicia del mercado salvaje. No solo estamos en el proceso de liquidación de una época, sino cada vez más cerca de un ultimátum existencial. No solo el Estado, sino también la sociedad se mercantiliza y corrompe, en la medida en que la lógica de mercado se extiende a las relaciones sociales, los individuos y la cultura.
Solo un apunte. A esa lógica destructiva y alienante, sumemos las guerras, el hambre, la amenaza nuclear, las desigualdades cada día más desgarradoras, la muerte, las enfermedades y la peste que sobrevuelan y acechan en el horizonte del planeta, de nuestras vidas. Signo de los tiempos del “salto tecnológico” y la globalización inducida desde los centros de poder, la gran crisis no solo pone a prueba la naturaleza residual del Estado moderno, sino que además manifiesta su más oculta realidad y sus límites menos evidentes, así como el extraordinario poderío del capital/mercado, como señala en, “El estado del Estado en la actual sociedad de mercado”, el antropólogo, pedagogo y filósofo, José Sánchez Parga, en un ensayo extenso y revelador publicado en “Nueva sociedad” (nuso.org/)
En definitiva, para el autor de libros como “La modernización y el Estado; fin del ciclo Estado-Nación, “Globalización, gobernabilidad y cultura, “Poder y política en Maquiavelo”, “La devastación de la democracia en la sociedad de mercado”; el mercado no solo genera un Estado sin poder, sino incluso una política sin poder, poniendo fin a toda una tradición histórica y del pensamiento occidental, según la cual «la política (era) inseparable del poder». Lo que genera una consecuencia todavía más grave: en la medida que el mercado se hace cada vez más real, la política deviene cada vez más virtual.
El Estado no solo es atravesado por las fuerzas, intereses y lógicas del mercado en sus desempeños estatales, sino que además se convierte en un poderoso instrumento para la expansión depredadora del mercado en aquellos sectores e instituciones más sensibles del ámbito público.
Lo dice Castoriadis, la crisis de valores, en la sociedad contemporánea, alcanza a los mismos procesos identificatorios. Y eso es porque asienta en el derrumbe mismo de la autorrepresentación de dichas sociedades, así como la pérdida de historicidad de la misma; de la relación de su presente con su pasado y su futuro , y son esas significaciones sociales las que estructuran las representaciones del mundo que los individuos tienen; las que dan sentido y finalidad a sus acciones; y las que originan sus afectos. No puede no haber crisis del proceso identificatorio en la sociedad en que vivimos, ya que ella misma no se autorrepresenta como morada de sentido y de valor, y como inserta en una historia pasada y futura que tenga significación.
Hasta aquí la apretada reflexión, para solo rescatar que la cita al inicio de estas líneas, de Hesiodo, forman parte de un libro del científico social y filósofo Karl Polyani, autor entre otros de, “El sustento del hombre”, “La naturaleza del fascismo”, “Europa en descomposición, “Los límites del mercado”, donde nos recuerda que la concepción formal de la economía sólo es aplicable a una economía de mercado pura y que su universalización como teoría y como método de análisis imposibilita «oculta» la comprensión del modo como la economía en tanto que actividad real se halla articulada con la sociedad y ahoga toda posibilidad de «pensar políticamente» la relación entre lo economía y la política.
Nos queda pasar como los más imbéciles de la historia humana, o asumirnos y dar los pasos decisivos en nuestra conciencia individual y social, cruzar la frontera de nuestra personalidad y lanzarnos al vacío de nuestro ser y nuestro corazón, con optimismo e inteligencia, a pesar de los pesares.
Publicado en “Hidrocálido”. 20.10.2021