“QUIERO BAILAR CON ALGUIEN: LA HISTORIA DE WHITNEY HOUSTON” (“WHITNEY HOUSTON: I WANNA DANCE WITH SOMEBODY”) El canto y el éxito son agua y aceite.
Y siguiendo con la estela de biografías en cine sobre estrellas de la música después que títulos como “Rapsodia Bohemia: La Historia de Freddie Mercury” (Singer / Fletcher, E.U., 2018), “Rocketman” (Fletcher, E.U./G.B., 2019) e incluso la nauseabunda y ahora multipostulada al Oscar “Elvis” (Luhrmann, E.U., 2022) generaran el impulso mediático, taquillero y crítico adecuado nos llega la vida y obra de Whitney Houston a través de un proyecto que padeció múltiples arranques en falso generando amplias expectativas por tratarse de una de las figuras pop norteamericanas más celebradas y además compadecidas por su turbulenta vida privada.
El resultado es ésta producción que se encuentra en cartelera titulada “Quiero Bailar Con Alguien: La Historia de Whitney Houston” donde la actriz y directora Kasi Lemmons intenta analizar la figura de la malograda Whitney no con lupa sino con una estructura esquemática que nos lanza de anécdota en anécdota limitando cualquier luz que se pueda arrojar al misterio que encerraba la personalidad de la finada cantante interpretada con cierto brío por Naomi Ackle (“The End Of The F…ing World”), quien esencialmente era una mujer con un talento vocal impresionante pero de naturaleza anodina sojuzgada por un padre dominante, relaciones interpersonales conflictivas o mal hechas y escasez de poder creativo en la composición de sus éxitos.
O por lo menos es lo que ésta desangelada producción manifiesta, por lo que simplemente podemos achacar a un guion que procura una distancia con su sujeto-tema y el amontonar sucesos cual Jenga argumental el que la historia produzca ése efecto, pues Lemmons realiza una labor adecuada como directora procurando escenas efectivamente ambientadas, atmósferas emotivas y un control de su reparto. De ésta forma tenemos a una Whitney en sus inicios aprendiendo a vocalizar bajo la tutela de sus padres Cissy (Tamara Tuni) y John (Clarke Peters), éste último devenido en su manejador pero en bis mañosa y ambiciosa, y su relación lésbica con su gran amiga Robyn (Nafessa Williams), de personalidad dominante pero leal y vigilante cua halcón a los mejores intereses de su compañera.
Todo el desarrollo se lleva cual viñetas de fotonovela sin que se logre una necesaria aproximación al corazón y psique de la protagonista, por lo que vamos con brincos a su encuentro con el mánager de la disquera Arista (el siempre confiable Stanley Tucci), a la postre su protector, confidente y gran amigo y al momento en que conocerá al factor de su declive emocional: el también cantante Bobby Brown (Ashton Sanders), de quien se enamora a pesar de formar pareja con Robyn.
En un lapsus donde las relaciones públicas dominan su razón, la intérprete se casa con Brown sólo para decaer en una espiral de abusos maritales, drogas y alcohol que comienzan a sepultar su carrera.
La película encuentra sostén en las sólidas actuaciones pero en términos narrativos desdibuja el mito de Houston disparando su personalidad a múltiples lugares que no fijan el centro dramático de la cinta, elemento indispensable para que lográramos percibirla más allá de la mujer que canta estupendamente y es feliz por ello.
“Quiero Bailar Con Alguien: La Historia de Whitney Houston” juega sus cartas maniqueas con sencillez presentando a su heroína con demasiados matices infalibles y a sus villanos de manera bidimensionada, por lo que el ejercicio termina siendo demasiado higiénico y benévolo con la figura de Whitney cuando se requería una mirada más feroz y aguerrida para desenmarañar el enigma que significa la mujer detrás de tan portentosa voz.
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