80° Aniversario de la CASCM: El seminario de Cultura Mexicana y su presencia en Aguascalientes
De acuerdo con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, uno de los retos que todo país tiene es hacer que la cultura se convierta en una necesidad básica para la sociedad, ya que ésta otorga a los seres humanos la posibilidad de ser ciudadanos universales y a las sociedades las capacidades para mejorar integralmente.
Celebrar reivindicando el valor de la cultura
Los pasados días 21 y 22 de este mes, la Corresponsalía Aguascalientes del Seminario de Cultura Mexicana (CASCM) celebró sus 80 años de vida, para lo cual realizó varias actividades en la Universidad Autónoma de Aguascalientes. El primer evento, después de una intervención de bienvenida del presidente de la Corresponsalía, el Dr. Luis Muñoz Fernández, fue un panel para recordar y hacer un homenaje al Dr. Alfonso Pérez Romo, “humanista universal”, quien fuera presidente de la Corresponsalía. En este evento participaron Consuelo Medina, Luis Muñoz, Martín Andrade y Jesús Martín Jáuregui. La segunda actividad fue un conversatorio titulado “Los vericuetos de la lengua”, a cargo de Carolina Castro, Alicia Giacinti y Ricardo Orozco y, posteriormente, la conferencia “La ciencia de las emociones”, impartida por José Luis Quintanar.
También se realizó un panel titulado “Diálogos por la cultura”, cuyos participantes fueron Carlos Reyes, Andrés Reyes y Salvador Camacho. El viernes se llevó a cabo la ceremonia de ingreso de los nuevos integrantes de la Corresponsalía Aguascalientes del Seminario y se contó con la presencia del presidente nacional del Seminario, el Arq. Felipe Leal Fernández, quien impartió la conferencia magistral “Habitar la memoria”. Por la noche del viernes, tuvo lugar el Concierto conmemorativo de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes.
Todas estas actividades de aniversario permitieron que la Corresponsalía ratificara su compromiso de favorecer la conservación, reivindicación y enriquecimiento de la cultura mexicana y universal, expresada en las artes, las ciencias y las humanidades.
Origen y objetivo del SCM
El Seminario de Cultura Mexicana nació en el año 1942, durante el gobierno de Manuel Ávila Camacho (1940-1946), en el contexto de una política de unidad nacional, que se promovió en todo el país frente a la división social y política interna y frente a los efectos de la segunda guerra mundial, que dividió a los países más poderosos del planeta. Al interior del país, se quiso evitar las ideas y prácticas socialistas impulsadas durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, por lo que ya no debía hablarse de la lucha de clases, sino de reconciliación, concordia y unidad. Hacia fuera, México optó por unirse a los Aliados y combatir a las potencias del Eje.
Por Acuerdo Presidencial, la iniciativa de la Secretaría de Educación Pública, encabezada por Octavio Véjar Vázquez, y la influencia de José Vasconcelos, 23 personas conformaron el Seminario de Cultura Mexicana, organizadas en tres secciones: Ciencias, Artes y Letras. Algunas personas fueron Mariano Azuela, Gabriel Méndez Plancarte, Frida Kahlo, Francisco Goitia, Carlos Bracho, Francisco Díaz de León, Manuel M. Ponce, Julián Carrillo, Fanny Anituan, Fernando Soler y Maximino Martínez, entre otros. En el grupo había diferencias ideológicas y políticas, pero los unía el interés por impulsar actividades que favorecieran las actividades culturales en beneficio de las y los mexicanos.
Estos artistas, académicos e intelectuales, apoyados y en colaboración con el gobierno, buscaron conformar una identidad cultural, usando proyectos educativos y culturales. Uno de los principales objetivos, según el investigador hidrocálido Adrián Rodríguez Sánchez (1), era colaborar en la construcción del nacionalismo cultural posrevolucionario, que ya se venía impulsando desde el Porfiriato, pero que ahora cobraba singularidad con las nuevas ideas que había traído consigo el movimiento revolucionario. Uno de sus principales impulsores fue José Vasconcelos Calderón, quien había tenido una destacada participación en el Ateneo de la Juventud, en la Convención de Aguascalientes y que había sido creador y su primer titular de la Secretaría de Educación Pública.
El Seminario de Cultura Mexicana buscó desde un inicio descentralizarse, extenderse a lo largo y ancho del territorio nacional, de manera que sus fundadores establecieron comunicación con personas del medio cultural en algunas ciudades de la República para crear corresponsalías, pero bajo su coordinación. Su función era “propagar cualquier material cultural” desarrollado en esos lugares de “provincia”. En Aguascalientes, el contacto lo estableció el grabador Francisco Díaz de León, oriundo de la ciudad, pero radicado en la Ciudad de México, y fue en 1943 cuando se conformó dicha corresponsalía. Díaz de León propuso al gobernador del estado, Alberto del Valle, su creación y apoyo, y a esta iniciativa se sumó el profesor Alejandro Topete del Valle, el poeta Salvador Gallardo Dávalos y el impresor Francisco Antúnez.
Una de las actividades del Seminario era impulsar “misiones culturales”, retomando la idea vasconcelista que impulsó desde la SEP. Una de esas misiones tuvo lugar en Aguascalientes, en agosto de 1944, en el salón de actos del Instituto Autónomo de Ciencias y contó con presencia del gobernador Alberto del Valle en la inauguración. En esta misión participaron cuatro miembros del Seminario: el arquitecto José Luis Cuevas, presidente nacional del Seminario, pronunció dos conferencias sobre urbanismo y los orígenes de la Ciudad de México; el secretario general, Gabriel Méndez Plancarte, dio una plática sobre la literatura mexicana de los siglos XVI al XX; Francisco Díaz de León disertó sobre la historia del grabado en México y sobre problemas tipográficos, y el músico Manuel M. Ponce, además de exponer sobre música precortesiana, colonial y contemporánea, dio un recital pianístico con algunas de sus propias composiciones.
En esta ocasión, los corresponsales de Aguascalientes también tuvieron alguna participación. Alejandro Topete habló sobre la fundación de la ciudad de Aguascalientes y Francisco Antúnez sobre sobre la música del siglo XVIII, resguardada en el archivo de la catedral de Durango. Jesús Reyes Ruiz, quien años después fuera un destacado miembro de la Corresponsalía, dio un recital de poesía. El evento fue importante en esa ciudad pequeña, de manera que la fiesta cultural trascendió hacia el Club de Leones –conformado por personas destacadas de la industria y el comercio de la ciudad‒, el cual ofreció –comenta Adrián Rodríguez- un banquete a los miembros del Seminario, quienes, luego, aprovecharon el viaje para visitar y caminar por los andadores del “mítico” y simbólico Jardín de San Marcos, allí donde años atrás se reunían Ramón López Velarde y Saturnino Herrán.
Con el tiempo, la corresponsalía de Aguascalientes se fue conformando con personas –casi ninguna mujer- interesadas en el mundo de la cultura. Algunas de ellas fueron: Antonio Acevedo Escobedo, José Ruiz Esparza Vega, Guillermo Fritsche, Benjamín Vargas Tapia, Joaquín Cruz Ramírez, Elvira López Aparicio, Fernando Topete del Valle, Jesús Reyes Ruiz, Benito Palomino Dena, Edmundo Games Orozco, Carlos González Rueda, Enrique Olivares Santana, Eusebio Sánchez, Rafael y Gabriel Arellano Güinchard, Desiderio Macías Silva, Ricardo Corpus, Francisco Aguayo Mora, Luis Ortega Douglas, Salvador Gallardo Topete, Antonio Leal y Romero, Víctor M. Sandoval, Oswaldo Mooser, Alfonso Pérez Romo, Miguel Aguayo Mora, Alfredo Zermeño, Joaquín Cruz Ramírez, Horacio Westrup, Ignacio Lomelí Jáuregui y Graciano Rendón Delgado.
A la fecha, los integrantes mantienen un interés por realizar actividades que beneficien a la población, partiendo de la convicción de que lo que Aguascalientes, México, necesita es educación y una cultura estrechamente vinculada a valores que dignifican a las personas en relación con su entorno social y natural.
Desde lo local, a lo nacional y universal
Durante los primeros años de su origen, el Seminario de Cultura Mexicana se vio involucrado en los dilemas sobre la cultura nacional, la cultura local y la cultura universal; pero, vale preguntarse ¿qué las define para ser una cultura y no otra? ¿Cuándo una expresión cultural local deja de serlo para ser universal? ¿Tener cultura nacional significa asumir lo que señala la élite política y cultural del centro del país, con sus discursos, símbolos y acciones? ¿Es verdad que, finalmente, la “provincia” (localidades, entidades, regiones del país) es la que define los rasgos de la nación mexicana que luego pregonan quienes viven en la Ciudad de México? ¿Cuál es la relación entre cultura y poder?
La tensión entre el centro y la periferia se ha hecho presente desde hace mucho tiempo en las discusiones entre personas del mundo de la academia, las artes y la política. Se ha dicho con razón que las personas vinculadas al mundo cultural e intelectual no han estado al margen de las disputas políticas. En Aguascalientes, habrá que recordar a la Asociación Cultural de Aguascalientes (ACA) y al grupo Paralelo, encabezados por Salvador Gallardo Dávalos, quien también fuera miembro de la Corresponsalía Aguascalientes del Seminario.
El 21 de junio de 1951 se creó ACA, que tuvo talleres y una revista que fue la “trinchera, para luchar contra el centralismo y publicar los primeros trabajos literarios”. Uno de sus propósitos fue “estimular los valores de la provincia en las artes y las ciencias, para ayudarlos en su desenvolvimiento, darlos a conocer y ponerlos en relación con el pueblo”. Durante un año el grupo trabajó de manera independiente, aunque contó con el apoyo del gobernador Edmundo Games Orozco (2).
En la revista se criticó a los literatos mexicanos que se dejaban influir por las novedades europeas. Contra la tendencia de mirar el exterior, integrantes del grupo propusieron que los artistas estuvieran atentos a lo propio, tanto a su riqueza y vitalidad como a sus problemas. Se veían a sí mismos como hombres privilegiados, pero “sin encerrarse en cenáculos y torres de marfil”, ni tampoco descender “hasta antros y barriadas populacheras a prostituir la musa simbólica en la vulgaridad y leperocracia”. Su fin era, “en pocas palabras, la Cultura, Cultura de nosotros, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo”.
A fines de los años cincuenta se desintegró la Asociación y apareció el grupo Paralelo, con un carácter más combativo. En una nueva publicación se volvió a cuestionar el centralismo cultural: en el primer número se lee: “Aquí, Paralelo 21” (paralelo que pasa por Aguascalientes) “¡SE ESTÁ INCENDIANDO EL PICACHO! ¡El Cerro del Muerto se levanta de su sueño milenario con un estandarte en llamas ¡Con él proclama la independencia cultural del Altiplano!
Salvador Gallardo luchó tanto en contra del centralismo cultural que tocó el otro extremo: el chovinismo, la excesiva referencia a lo propio, a la provincia. Su lema de batalla fue irónico y defensivo: “¡PROVINCIANOS DE LA REPÚBLICA, UNÍOS!”. También la crítica en contra de los grandes literatos del momento fue feroz, no tenía límites. Seguramente, su anticentralismo ofuscó el entendimiento de su obra. Por el tamiz de la crítica pasaron: Salvador Novo, Jaime Torres Bodet, Carlos Fuentes y Octavio Paz. De los dos primeros, miembros del grupo llamado Los Contemporáneos, la publicación hizo recordar la crítica que algunos estridentistas hicieron en los años treinta a la poesía “no comprometida” y burguesa de poetas afeminados. Según ellos, había que hacer poesía viril. Gallardo Dávalos había sido integrante del grupo estridentista.
Pero la batalla no era sólo contra el centralismo y la élite cultural nacional, sino también contra toda sumisión, dígase Estados Unidos, Iglesia católica, mundo académico. Esto se dejó ver en los 20 números publicados a lo largo de seis años.
En el grupo se hizo literatura, pero también política. Se era de izquierda, pero también se estaba cerca del poder. Algunos fueron destacados priístas, como su líder Salvador Gallardo, quien fue senador y miembro destacado del PRI. La crítica iba hacia fuera y no hacia el partido y el gobierno, el cual le permitió avanzar en sus propósitos tanto políticos como culturales.
Este caso nos refiere a la relación entre cultura y poder. Lo mismo puede analizarse en el caso del Seminario de Cultura Mexicana. A nivel nacional, fue decisiva la intervención del Secretario de Educación Pública, que no sólo propició su creación, sino que destinó recursos públicos para sus primeros trabajos. En Aguascalientes, fue determinante el vínculo que Francisco Díaz de León, Francisco Antúnez y Salvador Gallardo Dávalos tenían con el gobernador del estado. Con el tiempo, la Corresponsalía Aguascalientes ha sido favorecida por personas que han estado en el gobierno, pero uno de sus retos es mantener independencia y una comunicación permanente y acuerdos con organismos gubernamentales, instituciones educativas y grupos sociales para cumplir objetivos comunes a favor de la cultura.
Nuevos desafíos
El 80° aniversario es ocasión para celebrar y también para reflexionar sobre el papel que tiene el Seminario de Cultura Mexicana y, específicamente, la corresponsalía de Aguascalientes en la sociedad. A sus integrantes los mueve el deseo de compartir inquietudes que derivan del quehacer cotidiano y de propiciar el diálogo, reivindicando la cultura como una expresión del ser humano que se re-dignifica a sí mismo y busca mejores relaciones con los demás y la naturaleza. Los mueve también colaborar en la construcción colectiva de un México mejor para las nuevas generaciones.
La cultura tiene limitaciones frente a los grandes problemas nacionales, que son muchos: la inseguridad provocada por los grupos delincuenciales y la incapacidad de los gobiernos por eliminarla; la extrema pobreza y la desigualdad social; la débil democracia y la creciente militarización en el país; la economía nacional que no crece, ni favorece el bienestar social, y una educación deficiente y desigual entre la población. A pesar de estas limitaciones, como organismo y personas que integramos el Seminario, tenemos la obligación de buscar soluciones.
Los alcances del Seminario de Cultura Mexicana, con sus corresponsalías dentro y fuera del país, han sido modestos para tan grandes desafíos y ambiciosos ideales, pero hay conciencia de trabajar teniendo en frente utopías, tal como cuando, al inicio del siglo XX, Manuel M. Ponce proponía crear “el alma nacional” o José Vasconcelos, cuando desde la SEP impulsaba la cultura, con el convencimiento de que ella “engendra progreso” o como hoy podemos decir que con educación y cultura podemos reforzar procesos civilizatorios modernos que recuperen y fortalezcan a México y a las y los mexicanos.
Después de 80 años de haberse creado la Corresponsalía de Aguascalientes, quienes la integramos asumimos la responsabilidad de ser partícipes en cambios que conduzcan a ser realidad los ideales con los que se creó.
¡Larga vida a la Corresponsalía Aguascalientes del Seminario de Cultura Mexicana!
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- Se agradece el apoyo de Adrián Rodríguez Sánchez y se recomienda la lectura de su libro: Poder y cultura nacional. Una historia del Seminario de Cultura Mexicana, 1940-1980, Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2022.
- Este apartado se retoma de: Camacho, Salvador; Bugambilias. 100 años de arte y cultura en Aguascalientes, UAA-ICA-CONCYTEA, México, 2010