Arturo Zaldívar Lelo de Larrea

(Destape del fiscal.- El proceso iniciado hace poco más de dos años culminará en estos días con la comunicación oficial de la designación gubernamental del Fiscal del Estado, Dr. Manuel Alonso, ¡qué sea para bien!, al menos no podrá quejarse de que le dejen un cochinero.)
En su cuarto y último informe como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, correspondiente al año 2022, el ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea presentó una reseña optimista de la transformación del Poder Judicial de la federación, no sólo en cuanto a sus criterios jurídicos y jurisprudenciales, sino también a su estructura y competencias, al extremo de que se dio lugar a la undécima época del Semanario Judicial de la Federación. En la presentación del informe el ministro Zaldívar destaca lo siguiente:
“En 2019 nos comprometimos con un Poder Judicial Federal diferente. Uno que enfrentara los grandes desafíos como la corrupción, el nepotismo y la violencia de género, y que hiciera del respeto a los derechos de todas las personas, su prioridad. En los últimos cuatro años cumplimos esa promesa.
… Una justicia honesta, igualitaria y de excelencia. Con transparencia, rendición de cuentas y sentido humano. Los resultados son innegables: con voluntad y compromiso, los cambios son posibles. En cuatro años se puede transformar una institución.”
Con todas sus letras, ni más ni menos, en una publicación triunfalista, avalada y festejada en su momento por el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, el ministro daba cuenta y razón de como en cuatro años había logrado sanear de todas sus lacras, deficiencias, atrasos, y prácticas y personas corruptas al poder judicial, no sólo en el ámbito federal sino también en todo el país, gracias a la supervisión y aplicación de los criterios generales de interpretación y aplicación del bloque de constitucionalidad, leyes federales y locales. Fue desde luego motivo y ocasión para echar las campanas a vuelo, Lelo lo consignó en varias publicaciones de autoalabanza editadas por la Corte y se dio vuelo en presentaciones, promociones y propaganda.
Si no convenció a sus compañeros del poder judicial ni a la academia ni al foro nacional, al que si convenció fue al presidente, al que está visto que no hay cosa que estime más que la zalamería, los halagos y el sometimiento incondicional, lo que a Zaldívar se le da como por generación espontánea. Tanto, que convenció al presidente que lo mejor que podría pasarle era conservarlo en la Corte para que siguiera cuidándole las espaldas, ponerle un dique a las acciones de inconstitucionalidad y a las controversias constitucionales, para no frenar sus obras “magnas”, de allí que perversamente deslizaron en una iniciativa de reformas a la ley orgánica del poder judicial un artículo transitorio en que se ampliaba hasta la terminación del período presidencial el período del presidente de la Corte. Maniobra ruin y burda, y allí fue donde la consorte del cerdo dio vueltas a su apéndice caudal o para decirlo en términos chairos: donde la puerca torció el rabo. Zaldívar quiso nadar de muertito, sin comprometerse publicamente con una declaración de complacencia o desacuerdo, el presidente lo apoyó pero los ministros se rebelaron, quien más quien menos, todos tienen su corazoncito. La bola baja se cantó strike y Zaldívar quedó quieto en home.
El primer paso en busca de una postura más o menos independiente del ejecutivo estaba dado, luego del desempeño rastrero de Zaldívar, reconocido más tarde publicamente por el presidente, la Corte asumió una posición digna y eligieron una presidenta que no se hubiese distinguido por posiciones radicales pero que tampoco fuera de las impulsadas por el señor presidente, que perdió fuerza con la frustrada continuidad de Zaldívar. Ministros del presidente como José Luis González Alcantara Carrancá y Ana Margarita Ríos Farjat asumieron posiciones de dignidad y suscitaron el enojo presidencial, quien los tachó de traidores, y finalmente la Corte bajo la presidencia de Norma Lucía Piña Hernández empezó a resolver los asuntos que Zaldívar había desplazado hasta el cajón de abajo, acciones de inconstitucionalidad y controversias constitucionales que lastimaron al presidente que, con su talante autocrático no tolera que se le cuestione ni se le pongan barreras.
Lo de Querétaro es un berrinche que no vale la pena consignar. El punto es que AMLO no tolera lo que el estimó una insumisión y empezó a echar andar su venganza centrada en la ministra Piña. La campaña en la mañanera fue atroz, en los medios, en el Congreso, en sus secuaces pseudo académicos, en sus tres ministras sumisas e incondiconales, finalmento lo logró aunque el precio ha sido y será altísimo para el país, el desmantelamiento de la estructura superior de los poderes judiciales de la federación y las de los estados, que lamentablemente apenas comienza.
La Sra. Presidente ha designado al rastrero, embustero y ruin Arturo Zaldívar Lelo de Larrea como Coordinador General de Política y Gobierno de la Presidencia de México, que tiene la desvergüenza de afirmar que el Poder Judicial está corrupto hasta la médula, cuando hace menos de dos años afirmaba que estaba saneado, limpio, restructurado e incorrupto. La Sra. presidente que como regente de López Obrador ha actuado de manera impecable, publicamente ha señalado a los ministros de su antipatía, todos menos la Buitres, la Falzín y la caca de perico, como delincuentes violadores de las normas particularmente la Constitución. La ministra Falzín hace dos o tres días afirmó en un canal televisivo de proyección nacional que el poder judicial estaba tan corrupto que fue necesario desaparecer y restructurar su cúpula, y entonces ¿el informe de su antes jefe fue mentira?¿Zaldívar mintió deliberadamente o bien ahora mienten la regente y las ministras a modo?, mientras el coro angurriento de sus seguidores festina la más insignificante e insípida declaración. Merecimientos.- Dicen que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, ¿de verdad mereceremos este gobierno?
(Como hormigas pisadas.- Dice el refrán español “desgraciaíto de aquel, que come en manita ajena, siempre mirando a la cara, si la pone mala o buena”. Pueblo y gobierno de México atentos a ver con que cara amanece el presidente Trump. Con un pueblo dependiente e impreparado, sumiso y agachón, no tenemos más remedio de bailar al son que nos toquen, pero eso sí con ritmo soberano.)
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