DECIR LAS COSAS BIEN

DECIR LAS COSAS BIEN

Jose Enrique Rodó, uruguayo, uno de los grandes escritores de Iberoamérica, tiene un ensayo precioso sobre el uso del lenguaje, que tituló «Decir las cosas bien» en el que insiste en la necesidad de la propiedad en el lenguaje, en llamar a las cosas por su nombre, no sólo por corrección, por elegancia sino para mejorar la comunicación. Seguramente una de las desgracias actuales es la ocurrencia del lenguaje políticamente correcto.

A mí, a mis 73 casi 74 años me choca que algún dependiente me llame «joven», me molesta que me llamen amigo quienes no son mis amigos, me irrita que digan que soy de la tercera edad porque soy un viejo luchando por no ancianizarme.

La vejez tiene su dignidad propia y el cambio de designación, ni quita la decrepitud ni devuelve lo «que el tiempo se llevó» por el contrario no pocas veces resultan patéticos los esfuerzos por ocultar la edad o engañar al calendario.

Más grave son los eufemismos para aparentemente disminuir la carga de algunas expresiones: la policía o el ejército que ya es la misma cosa, ya no detiene, despoja o decomisa sino «asegura»; no golpean ni maltratan, sino «someten»; desde luego ni matan ni asesinan sino «abaten», como si el muerto estuviera menos muerto por ser abatido, o el madreado menos madreado por ser sometido, o el despojado menos despojado porque le aseguraron sus bienes.

No es infrecuente el mal uso para disimular aparentemente la carga de las palabras, pero puede ser también, que se interprete con una intención diferente de quien lo dijo. El caso, por ejemplo, del anuncio que antiér dio a conocer la Gobernadora del que ayer dieron cuenta los medios: el decreto de establecer un «toque de queda» en algunas colonias para detener y remitir a centros especiales a jovenes, incluso menores de edad, que se encuentren en la calle después de las 0 horas.

Tengo la certeza de que fue un manejo inapropiado por la prensa. Un toque de queda es un estado de excepción que significa desde luego la suspensión de los derechos fundamentales y la detención resultaría violatoria de Derechos Humanos. Probablemente se trate sólo de medidas de vigilancia especial y de trato también especial para menores. Si en Navidad las patrullas dieron servicio de taxi gratuito, no veo por qué no pudieran llevar a los jóvenes a sus casas en vez de a un centro de detención. Convendrá que se aclare.

Es todo por hoy, hasta una próxima, si la hay.

Jesús Eduardo Martín Jáuregui

Abogado, maestro universitario, taurino en retiro, lector compulsivo y escribidor catártico. Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, Notario Público 19 en Aguascalientes México, Ex-presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Ags., Integrante del Comité Técnico del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, maestro de Derecho Romano y de Hermenéutica Jurídica en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, miembro fundador de la Academia Mexicana de Derecho Notarial, miembro correspondiente del Seminario de Cultura Mexicana.

Jesús Eduardo Martín Jáuregui

Abogado, maestro universitario, taurino en retiro, lector compulsivo y escribidor catártico. Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, Notario Público 19 en Aguascalientes México, Ex-presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Ags., Integrante del Comité Técnico del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, maestro de Derecho Romano y de Hermenéutica Jurídica en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, miembro fundador de la Academia Mexicana de Derecho Notarial, miembro correspondiente del Seminario de Cultura Mexicana.

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