DICTADURA: 87 VOTOS, REPÚBLICA: 40 VOTOS

DICTADURA: 87 VOTOS, REPÚBLICA: 40 VOTOS

Tres votos, tres senadores que sensibles a las amenazas o sensibles a las dádivas cambiaron en diez días el sentido de su voto, dieron al presidente de la república la posibilidad de contar con las fuerzas armadas, ejército, marina, fuerza aérea y ahora la guardia nacional, a su mando y sin controles hasta el año de 2028. En una votación dudosamente legal pero mayoritaria, acordaron modificar un artículo transitorio de la reforma constitucional que creó la guardia, como un órgano de seguridad, con características paramilitares de naturaleza civil. En su creación se determinó que en un término de cinco años ese organismo bajo el mando de un civil se transformaría en un órgano policíaco, preparado, cualificado, para sustituir con ventaja a la Policía Federal que había sustituido a la gendarmería y a la que se acusaba de estar infiltrada y corrompida por los carteles de la delincuencia.

El ejército tiene 25 años en las calles con una tarea para la que no se encontraba y claramente no se encuentra capacitado. Aunque las tramposas presentaciones porcentuales que hace el gobierno de la república aparentan mostrar que la delincuencia y la violencia han disminuido, en números absolutos el gobierno de López Obrador ya rebasó en cuatro años los números de los presidentes anteriores en su sexenio completo. Con un componente adicional que el gobierno federal no cuantifica: la Covid. Cualquier persona con tres dedos de frente entenderá sin dificultad que si durante casi dos años la permanencia de la población en sus hogares fue casi total, evidentemente los robos a casas habitación disminuyeron. Disminuyendo la presencia de la gente circulando en las calles, el cierre de los negocios, la disminución del tránsito, etc., son hechos que necesariamente influyen en la reducción de los índices delictivos.

Magros resultados en materia de seguridad pública ha tenido la presencia militar en las calles en funciones de policía. Más aún, si hemos de hacer caso de los resultados consignados por los propios datos del gobierno federal, en las entidades en las que se ha logrado mantener un dique a la acción de la delincuencia: Ciudad de México, Yucatán, Querétaro, por mencionar tres, tienen en común un fortalecimiento a los órganos policíacos, una continuidad en las políticas (En Yucatán el secretario de seguridad ya cumplió 18 años al frente de esa delicada tarea), un presupuesto importante (la Ciudad de México, con mucho, es la entidad que más policías tiene en números absolutos y relativos, es la que más presupuesto destina y es la que cuenta con mayores apoyos de todo tipo), Querétaro ha tenido continuidad en sus gobiernos y en sus políticas policíacas con un fuerte apoyo ciudadano. Dado el contexto, la conclusión parecería lógica, los estados en los que tiene y ha tenido mayor presencia el ejército continúan siendo los que tienen más altos índices de violencia y criminalidad.

No hay más ciego que el que no quiere ver, las decisiones presidenciales, me niego a llamarle programa, plan o política de seguridad, dieron un giro de 180 grados. Mentira, una más, que haya cambiado de opinión recientemente, para acordar la presencia militar por más años en el combate a la delincuencia. Algo sucedió en su encuentro con el estado mayor del ejército. Es sabido que el presidente de la república desde hace muchos sexenios no tiene la posibilidad de designar libremente al Secretario de la Defensa, sino que el estado mayor, le propone una terna de la que el presidente elige. La sumisión del ejército es formal, pero es también sabido que las fuerzas armadas han ido ganando terreno y presencia en los cuerpos policíacos del país, en tareas de administración y de supervisión política, en labores antes destinadas sólo para civiles y en general en multitud de áreas para las que se han preparado. Antiguamente el Colegio Militar y el Estado Mayor preparaban sus cuerpos casi exclusivamente en áreas propias de la milicia. La Universidad del Ejército y Fuerza Áerea Mexicanos (¿habrá que decir “mexicanes”) de unos años a esta parte ha preparado profesionales en casi todos los campos del saber. AMLO desde el inicio del sexenio se echó en brazos de la milicia.

La desigualdad de trato ha caracterizado al gobierno de la 4T, en tanto ha disminuido el apoyo a los cuerpos de seguridad estatales y municipales en un cuarenta por ciento en lo que va del sexenio, el ejército ha tenido un incremento de casi 7 veces en su presupuesto. Se le han encargado tareas tan disímbolas como la construcción de aeropuertos, la administración de aduanas, la vigilancia policíaca, la cumplimentación de órdenes de aprehensión o la no cumplimentación como en el caso del “chapito”. No obstante el alto presupuesto del que también goza la guardia nacional, sus resultados han sido deplorables. En número de detenciones, consignaciones, incautamientos, etc., es un cuerpo sumamente ineficiente con un problema adicional, un alto número de quejas por su actuación violatoria de los derechos fundamentales.

Piensa mal y acertarás. Si los resultados oficiales que muestran las propias fuentes del gobierno dejan claro que los militares no han sido eficientes ni eficaces en el combate a la delincuencia y en su contribución a la pacificación, la conclusión obvia es que la razón por la que el presidente se empeña en fortalecerlo, en mantenerlo presente en áreas claves de la vida nacional, en ampliar su presencia en tiempo y espacio y en restringir los apoyos a las entidades federativas y municipios es que el presidente quiere y requiere contar con el monopolio de la fuerza pública con vistas electorales.

¿Para qué quiere AMLO el ejército en la calle hasta 2028 si él termina en 2024? desde que yo recuerdo, nunca, ni siquiera con Díaz Ordaz, había gobernado un personaje tan contradictorio, tan revanchista, tan mentiroso, tan megalómano, tan autócrata, tan antirrepublicano…

E pur si muove, luego de la Independencia los mexicanos vitoreamos a un Emperador, ocho veces aguantamos o buscamos a Su Alteza Serenísima López de Santa Anna, recibimos entusiastas a un emperador europeo Maximiliano I, festejamos o toleramos tres imposiciones de Benito Juárez, dictador frustrado por la angina de pecho, treinta años soportamos y celebramos las reelecciones de Don Porfirio Díaz, setenta años nos sometimos a la dictadura transexenal del PRI, quizás ya lo extrañábamos y por eso aprobamos mayoritariamente la gestión de AMLO, no obstante los signos ominosos que se ciernen sobre la república…

El que por su gusto es buey...

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Jesús Eduardo Martín Jáuregui

Abogado, maestro universitario, taurino en retiro, lector compulsivo y escribidor catártico. Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, Notario Público 19 en Aguascalientes México, Ex-presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Ags., Integrante del Comité Técnico del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, maestro de Derecho Romano y de Hermenéutica Jurídica en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, miembro fundador de la Academia Mexicana de Derecho Notarial, miembro correspondiente del Seminario de Cultura Mexicana.

Jesús Eduardo Martín Jáuregui

Abogado, maestro universitario, taurino en retiro, lector compulsivo y escribidor catártico. Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, Notario Público 19 en Aguascalientes México, Ex-presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Ags., Integrante del Comité Técnico del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, maestro de Derecho Romano y de Hermenéutica Jurídica en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, miembro fundador de la Academia Mexicana de Derecho Notarial, miembro correspondiente del Seminario de Cultura Mexicana.

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