El nuevo régimen político electoral tendrá que esperar

Es indudable la popularidad que tiene el Presidente en buena parte de la población, los niveles de aprobación de su gobierno se mantienen en buenas cifras, su partido tiene una presencia mayoritaria en las dos cámaras, gobierna 22 estados junto a sus aliados, además de una aceptación a su gobierno poca veces vista.
A pesar de este escenario favorable al Presidente, no le alcanzó para lograr la reforma constitucional para modificar las condiciones y reglas del juego al régimen electoral.
Hay elementos que jugaron un papel importante para impedir que los cambios que el Presidente y su equipo pudieran lograrlo. Destacaría dos como los principales; La marcha modificó los escenarios de la reforma electoral, se acepte o no, por primera vez el Presidente se percató de la existencia de un sector que no le es afín. El segundo elemento de peso fue la posición de PRI en contra de la reforma.
Otros elementos que también influyeron para que no se consolidara la propuesta de reforma constitucional, es que no hubo mucha política para hacerla transitar, nadie se esforzó por convencer al resto de las fuerzas políticas de la bondad del planteamiento. La política es negociación y todos están ocupados en la sucesión Presidencial.
A un año ocho meses antes de la elección, modificar los mecanismos de la estructura electoral sin contar con un diagnóstico serio y exhaustivo era muy riesgoso. Reemplazar a los consejeros electorales con un método poco claro, seguro hubiera complicado los procesos electorales.
No se vio mucho consenso entre los legisladores de Morena. Algunos de ellos, tenían duda en implementar en esas condiciones la reforma electoral. Ricardo Monreal fue un dique con su planteamiento de tener autonomía y pedir respeto por el Poder Legislativo.
Estos factores además de otros que no podemos medir y observar, determinó que el Presidente a diferencia de otras ocasiones tuviera obstáculos para sacar adelante la reforma.
Me parece que fue lo más prudente y sensato porque si vemos cómo operan las fuerzas que contienden en la estructura del poder, solo podemos deducir lo siguiente: Desde la oposición los cambios a las reglas de competencia tienen que garantizar la alternancia, desde el poder, es tratar de evitar que exista alternancia, la alternancia es condición indispensable de un régimen democrático.