El sistema ideológico es un inmenso cronógrafo.
El tiempo no se puede invertir ni recuperar, con el tiempo no se puede especular; el tiempo del humano se pierde para siempre, toda labor impuesta es un devorador de vida, un cronógrafo.
En lo único en lo que son idénticos un acaudalado y un miserable que no roben es que ambos creen en trabajar y esto les quita tiempo. El trabajo les consume la vida aunque juren amarlo ; uno es la mercancía, lo intercambiable, lo que no tiene nada que ofrecer más que tiempo para perder.
Reducido a ser un sirviente, un peón obediente, aquí nadie da las órdenes todos obedecen para soñar con mandar: el amo es el mercado, el statu quo, la potencia del poder; dinero es poder y los que no tienen o sean pobres deben obedecer rezan los credos de la libertad del dinero.
El sistema ideológico es un inmenso cronógrafo: el tiempo no vuelve pero casi todos solo tenemos tiempo para vender. Quien no haga lo que detesta hacer sin quejarse no merece comodidad, a quien sea diferente se le debe institucionalizar.
Si no dedicas tu vida al trabajo eres una vida desperdiciada; un artista delirante, un ridículo insolente, un parásito indeseable. Y todo esto aunque el sistema ideológico sea un inmenso cronógrafo absurdo y sin sentido.
Así que ve a talar bosques, vende indiscriminadamente árboles; no seas un haragán y dediques el día a caminar mirándoles. Trabaja , depreda, y después abúrrete y compra aparatos electrónicos para evadir la abyecta realidad.
Todo en esta modernidad está diseñado para perder el tiempo y consumir; y desde luego: el sistema ideológico es un inmenso cronógrafo; recuerda, el tiempo no vuelve, lo que llamas entretenimiento es mero aburrimiento, es la antesala del olvido y la muerte, la felicidad solo existe cuando es compartida, la soledad lleva al aislamiento aunque sea en un palacio.