La gira presidencial, las bolas del engrudo.
A estas alturas del partido el presidente Adolfo López Mateos ya había recorrido medio mundo y había abierto la puerta al conocimiento de un México moderno que avanzaba entre los países en vías de desarrollo, consolidando una armonía más o menos estable, con leves brotes de descontento que la arrolladora presencia y simpatía del presidente logró controlar sin graves disturbios. Luis Echeverría Álvarez legítimo heredero de la guerra sucia, a la mitad del partido ya se había proyectado como líder del tercer mundo y su propuesta de la Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los pueblos habría de ser adoptada por la asamblea de las Naciones Unidas. Su gobierno populista, su personalidad arrolladora, su capacidad de trabajo y su memoria sorprendente, seguramente influyeron al entonces incipiente político Andrés Manuel López Obrador, que hacía sus pininos en el partido oficial y practicaba fervorosamente lo que luego criticó y ahora reasume, sólo que, como no son iguales, lo que antes se hacía estaba mal y lo que ahora se hace, que es lo mismo, está bien.
Luego de tres años y de tres “invitaciones” aceptadas a visitar EE.UU. el presidente López Obrador, realizó una modesta gira a algunos países centroamericanos y a la otrora significativa e influyente Cuba, que ahora, en el plano internacional y aún en el latinoamericano no tiene más influencia que la del recuerdo de lo que alguna vez quiso ser un bastión del antimperialismo.
La gira no ocupó los titulares de los periódicos y los noticieros nacionales, más allá de los espacios de la “mañanera” para México y los mexicanos, la preocupación por Centroamérica no va más allá de considerarla una fuente de conflictos por las migraciones que, el gobierno de nuestro país se ha obligado a detener a costa de la fuerza, la represión y la violación constante de los derechos humanos. Un balance preliminar no parece mostrar conclusiones positivas para nuestro país. A los ojos de los mexicanos no comprometidos con la 4T, la gira fue otra muestra más de que el presidente ni es carpintero ni sus trompos bailan, de plano se le está haciendo bolas el engrudo.
En Guatemala el presidente AMLO se comprometió a recibir algo así como 25,000 chapines como usuarios de los servicios del Instituto Mexicano del Seguro Social, habría que decir que a cualquier derechohabiente le consta la insuficiencia de los servicios médicos, la crisis del sistema de pensiones, el desabasto de medicamentos, etc., lo que hace poner en duda la pertinencia del compromiso presidencial. Habría que decir, adicionalmente, que el IMSS es un organismo descentralizado, con autoridades propias y, por lo tanto, el presidente está anunciando decisiones sin respetar la legislación y las autoridades del instituto. Comportamiento al que ya nos tiene acostumbrados, pero no por aceptable. La conducta autocrática al margen o contra la ley es de todo punto execrable.
En otro de los países que visitó se comprometió a dar apoyo en materia de seguridad. ¡En serio! ¡No es broma!. México es en el plano internacional, puestos a un lado los países que están en guerra, declarada o de hecho, el país que presenta mayores índices de violencia, de homicidios, de desapariciones forzadas y de delitos contra las mujeres. Aún el gobierno no puede resolver formalmente la naturaleza y funciones de la guardia nacional, (está pendiente una iniciativa de reforma constitucional al respecto). Su pretendida naturaleza civil fue una mentira, desde un principio se integró con militares y marinos y algunos rescoldos de la policía federal. Su función paramilitar y parapolicíaca la ha convertido en una cosa, ni chicha ni limonada, que amedrenta a los civiles, incluyendo migrantes, y causa risa a los delincuentes, incluyendo delincuencia desorganizada. Vamos, si que es una desvergüenza, pretender dar asesoría y apoyo en seguridad pública.
Cuba, tan entrañable con tantos lazos comunes históricos y culturales, es un caso patético. El orgullo de ser un pueblo elegido para enarbolar la democracia y el antimperialismo en el mundo se ha ido carcomiendo con la triste realidad. Desaparecido el líder carismático Fidel y retirado su sombra Raúl, las burocracias actuales han tenido que recurrir a la violencia para mantener un estado de sumisión de un pueblo que ha transitado en los últimos cien años de una dictadura a otra. Cuba, en el plano internacional no tiene ni remotamente la significación que alguna vez tuvo. Ahora, el presidente anunció la contratación de 500 médicos cubanos porque México no los tiene suficientes. Nuevamente se le hizo bolas el engrudo, de inmediato las organizaciones médicas, las instituciones de enseñanza y los servicios de salud han cuestionado la declaración y la decisión presidencial. Con datos duros, manifiestos y publicaciones han puesto en evidencia la ignorancia o el dolo presidenciales. A esto habría que agregar la condena que los organismos internacionales han hecho del alquiler de médicos que realiza el gobierno cubano, que equiparan al delito de “trata de personas”. Según se puso de manifiesto los médicos son enviados por el gobierno y éste es el que recibe el pago, los facultativos son explotados y controlados por su gobierno, incluso con medidas extremas para evitar su deserción. De hecho es una forma de transferir ayuda económica al gobierno cubano con la apariencia de contratación de ayuda médica.
Faltaría por analizar dos de los programas “estrellas” de la 4T, “jóvenes construyendo el futuro” y “sembrando vida”. Dos programas de dádivas que aseguran, si no la militancia, al menos la disposición, agradecimiento y buena voluntad de los recipiendarios respecto de López Obrador en quien personifican al dios tutelar, repitiendo el esquema del más corrupto PRI con su sistema clientelar. Las “limosnas” oficiales no son actos de justicia social, son sucedáneos de ella, ante la incapacidad de desarrollar programas de incidencia social real, que propicien el desarrollo y la dignificación de la ciudadanía, la dádiva asegura la clientela.
Para muchos gobernantes, programas como ésos, son alternativas populistas para asegurar un “agradecimiento” rayano en el sometimiento.
Queda, me queda, una sombra de duda. Está gira presidencial para apoyar el desarrollo de los pueblos centroamericanos, el arraigo a la tierra y el desaliento a las migraciones, ¿no será parte del muro de Trump, qué le cae tan bien a AMLO?.