¿PARADA EN EDOMEX Y COAHUILA?

¿PARADA EN EDOMEX Y COAHUILA?

Morena ha transitado desde que ganó las elecciones en el 2018 por un sendero donde los grupos que tienen peso en la dirección nacional y el propio Presidente de la República, han sido los responsables de su vida orgánica, la línea política y en la elección de candidaturas.

Bajo esta premisa la rendición de cuentas es responsabilidad de ellos y hay que aclarar, permite conocer los instrumentos de evaluación que ocupan para explicar el curso de los acontecimientos y el estado actual de las cosas, como también para que quienes puedan hacer observaciones enriquezcan el diagnóstico y la dirección futura.

Desde esta perspectiva no es ninguna invención pensar que el actual estado de cosas en morena es un producto de origen de estos actores que siempre han puesto en condiciones de desventaja a la militancia y a la vida institucional.

Por eso una pregunta que se debe hacer es si la tarea de plantear la línea de organización de morena se le debe dejar al presidente de la república y grupo gobernante, o al presidente de la organización y las instancias partidarias instituidas estatutariamente, o a las instituidas al margen del estatuto.

El esquematismo no me gana y menos la inflexibilidad para hacer el planteamiento en torno a los actores rectores del curso de los trabajos correspondientes, lo que sí es importante conocer es cuál es el concepto que se tiene de las cosas para explicar lo que ha sucedido y lo que se debe proyectar para seguir caminando en la dirección política que se ponga en la mesa de la discusión y para la acción.

El presidente de Morena dijo que el partido guinda tiene la obligación de llegar a 2023 y 2024 con un nivel de organización que les garantice llevarse la victoria en la contienda presidencial, pero antes, indicó, deben enfocarse en arrebatarle al PRI dos de los últimos estados que mantienen en su poder: Coahuila y el Estado de México.

La obligación de llegar a 2023 y 2024 con un “nivel de organización” que le garantice llevarse la victoria en la contienda presidencial que señala Mario Delgado pasa por una revisión del papel que ha desempeñado el partido desde el 2018 a la fecha, las determinaciones que al respecto se han tomado no solamente en materia electoral que implica candidaturas, alianzas, estrategias y planteamientos de orden programático y la posición sobre la agenda del grupo gobernante y lo que el partido tiene que hacer para impulsar o avanzar más allá.

Veamos que la carencia de vida orgánica y los nulos pasos para la formación y consolidación del partido otorgan una dimensión sin precedente a la obligación de llegar a las fechas señaladas con un nivel de organización que a pesar de los triunfos obtenidos requieren no sobreestimarse, porque la debilidad más visible es que no se está a la altura del nuevo papel hegemónico.

En la actualidad, hay una base social identificada en el “movimiento” que ya dio de sí y se requiere desplegar esfuerzos no solamente en el ámbito territorial como lo ha argumentado el propio Delgado, sino en términos de la ruta del proyecto y la articulación con amplios sectores sociales a través de una compleja estructura partidaria que facilite la interacción en el diseño y elaboración de políticas públicas, comunitarias, gremiales y de intereses comunes.

Requerimos una línea de organización partidaria que atienda no solamente que “tengamos por lo menos un comité en cada sección electoral”. Es indispensable que haya una reingeniería estatutaria y orgánica que asegure la vida partidaria y nos convierta en actores capaces de ser la correa de transmisión con los diferentes sectores.

Lo anterior implica que el partido discuta la vida institucional que se plantea en el marco de la revolución de las conciencia, sin perder de vista que la organización debe desempeñar un papel inequívoco y, por otro lado, en la categoría de que es un partido que lucha por el poder y es el grupo gobernante debe tener una estructura de cuadros que no solamente organice sino también elabore, proponga y cuente con herramientas científicas sociales para el amplio trabajo partidario que debe desplegar.

El nivel de organización histórico que debemos tener es importante que se conciba “con presencia territorial en todos los rincones” y quede atrás esa estructura de los Coordinadores creados al margen de la vida estatutaria actual que en nada contribuyeron a generar la institucionalidad y trabajo partidario y lo aislaron de sectores sociales claves.

Implica también que en este contexto se respete la libertad en la afiliación y el derecho que le asiste a todo militante a votar y ser votado sin la intermediación de acciones clientelares o corporativas y haya transparencia y delimitación del ámbito de atribuciones que tienen los cuadros de dirección y representantes populares.

La parada en el estado de México y en Coahuila debe ser más allá de un ensayo por lo que los instrumentos que se diseñen y apliquen deben ser auditables en periodos cortos y con tramos de control que permitan su eficiencia y eficacia para el propósito planteado.

A diferencia de las prácticas actuales, se debe impulsar la elaboración de diagnósticos municipales y regionales entablando comunicación y recuperando los problemas y las soluciones que hagan los diferentes sectores para construir un bloque social activo y del que resulte el bloque político que se encargará de enredar la madeja.

Con los gobernantes estatales y municipales, con los representantes populares que se ubican en condiciones de mayoría y minoría se requiere instrumentar reuniones donde se aborde la agenda que permita impulsar acciones comunes, regionales y sectoriales que impulsen el rediseño de la vida democrática y del papel del Estado mexicano.

Marco Vinicio Saldaña

Marco Vinicio Saldaña

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