“Todo tiempo pasado es mejor”: La rebelión de las masas

“Todo tiempo pasado es mejor”: La rebelión de las masas

Es común escuchar en distintos espacios la frase “todo tiempo pasado es mejor”. José Ortega y Gasset en su colección de ensayos publicados bajo el título “La rebelión de las masas” en 1930, hace referencia de la sentencia como insoluta postura común en la humanidad, que la hace creer que el pasado ha sido mejor en relación al presente en el que se vive, la memoria construye por anhelos de satisfacción un lugar mejor, en gran medida ello se debe a la añoranza que vivimos en relación al pasado por el cúmulo de recuerdos que selectivamente la mente atesora privilegiando los felices en oposición y detrimento a los episodios de desdicha y tristeza. Lo anterior permite activar en los individuos procesos neurales que interconectan recuerdos, ideas, creencias, sintagmas y paradigmas con acontecimientos biológicos que satisfacen estados de ánimo para nutrir de experiencia la vida diaria y permitir continuar el camino de la vida. Por ello es fácil recurrir al paradigma “todo tiempo pasado es mejor”; como un sintagma verdadero y universal, que nos hace creer en el como algo al que aferrarse por la satisfacción que se obtiene al pensar en ello.

El hombre, en cambio, merced a su poder de recordar, acumula su propio pasado, lo posee y lo aprovecha. El hombre no es nunca un primer hombre: comienza desde luego a existir sobre cierta altitud de pretérito amontonado. Éste es el tesoro único del hombre, su privilegio y su señal. Y la riqueza menor de ese tesoro consiste en lo que de él parezca acertado y digno de conservarse: lo importante es la memoria de los errores, que nos permite no cometer los mismos siempre. El verdadero tesoro del hombre es el tesoro de sus errores, la larga experiencia vital decantada gota a gota en milenios. (Ortega y Gasset, José. 1930 La rebelión de las masas)

Ortega y Gasset señala al mismo tiempo que en contadas ocasiones de la historia de la humanidad, la especie se ha encontrado en momentos coyunturales que le han permitido tener la idea y creer que ideales sociales se han cumplido, o al menos aparentemente así; por ejemplo recientemente Francis Fukuyama [1] afirmó que luego de la caída de la URSS quedaba para la humanidad solo perfeccionar las democracias, ellas eran el triunfo histórico del capital sobre la lucha de clases, quedando para los homos perfeccionar los procesos democráticos occidentales y el modo de producción del capital para establecer una sociedad más justa. Pronto surgieron los detractores que se opusieron a Fukuyama y los nuevos hechos sociales como el terrorismo y las guerras culturales junto a los problemas de migración los cuales hacen difícil creer que la situación se haya solventado.

Para Ortega y Gasset estos tiempos en los que aparentemente se triunfa en relación al pasado no son de triunfo si no de derrota anunciada, ya que lo normal es que añoramos el pasado por ser un tiempo que nos recuerda felicidad, e instintivamente, de forma inconsciente, sabemos que el presente posee elementos y estructuras que pueden ser modificadas porque abrigamos la esperanza de mejorar y progresar como sociedad. Recurrimos al pasado como referente porque es lo que conocemos, pero anhelamos un futuro mejor, ese futuro difícilmente lo imaginamos porque la incertidumbre nos aterra.

Y esto es ser un pueblo de hombres: poder hoy seguir en su ayer sin dejar por eso de vivir para el futuro; poder existir en el verdadero presente, ya que el presente es sólo la presencia del pasado y del porvenir, el lugar donde pretérito y futuro efectivamente existen. (Ortega y Gasset, José. 1930 La rebelión de las masas)

En momentos de cambios y retos sociales en los que las civilizaciones y naciones transitaN en periodos de cambio y anomia social, se ha tenido que decidir sobre nuevas formas de organización y retos para sobrevivir en un mundo competitivo que cada vez es más complejo por reducir su tamaño y aumentado su alcance. Resumiendo a Ortega y Gasset este señala como surgen en estos “tiempos de cambio”, grupos enteros de individuos masificados que no encuentran un proyecto de vida que les permita anexarse o incorporarse a las vidas productivas de su sociedad; si se observa el pensamiento del filósofo español y el de otros pensadores del siglo XIX como Gustave Le Bon, estos estados de ánimo dentro de la sociedad son recurrentes, produciendo individuos que por el “miedo al futuro” y/o “miedo al cambio”, optan por estrategias de confort que los inmoviliza, añorando pasados mejores que son construidos por la fuerza de la costumbre de la mente, e imposibilidad en ellos acciones que modifiquen su estado y forma de relacionarse con los demás.

El primer caso de retroceso —repito, proporcional— se ha producido en la generación que hoy va de los veinte a los treinta. En los laboratorios de ciencia pura empieza a ser difícil atraer discípulos. Y esto acontece cuando la industria alcanza su mayor desarrollo y cuando las gentes muestran mayor apetito por el uso de aparatos y medicinas creados por la ciencia. (Ortega y Gasset, José. 1930 La rebelión de las masas)

El problema social radica respecto a estos individuos que entre más crece la población más se acomulan en ellas las contradicciones del modo de producción capitalista y las fallas del los sistemas democráticos; la desesperanza y la añoranza de tiempos pasados ha provocado primero la creación de la edad de la adolescencia, esta posteriormente por las mismas fuerzas descritas ha estado incrementando el tiempo de vida de la misma, por lo que aumenta el número de sujetos adolescentes y adultos que no abandonan el nido conservando un pavor patológico a las responsabilidades, impidiendoles como personas integrarse a la vida productiva.

Masas de individuos técnicamente capaces para integrarse al mundo laboral y social de las responsabilidades de los adultos; pero que no se deciden hacerlo por varios factores. Miedo al cambio, miedo a la responsabilidad, aspiraciones de clase imaginario y falta de oportunidades laborales deseables para ellos son las principales causas, pero falta aún más por describir el problema para ofertar soluciones reales que no consisten en dar becas a los individuos para que ellos se sumen al mundo productivo. Se requiere cambiar instituciones adaptándolas a este nuevo grupo de edad, pero ello no se observa como una posibilidad a corto o mediano plazo, por lo que no sería de extrañarse que las tasas de suicidio, aborto e infanticidio se conserven si no es que aumenten pronto, a pesar de los buenos deseos de los programas de becas instaurados por AMLO.

La civilización no está ahí, no se sostiene a sí misma. Es artificio y requiere un artista o artesano. Si usted quiere aprovecharse de las ventajas de la civilización, pero no se preocupa usted de sostener la civilización…, se ha fastidiado usted. En un dos por tres se queda usted sin civilización. ¡Un descuido, y cuando mira usted en derredor, todo se ha volatilizado! Como si hubiese recogido unos tapices que tapaban la pura naturaleza, reaparece repristinada la selva primitiva. La selva siempre es primitiva. Y viceversa: todo lo primitivo es selva. (Ortega y Gasset, José. 1930 La rebelión de las masas)

  1. (2018, mayo 9). «El fin de la historia» Crisol Hoy. Recuperado el junio 26, 2019, de https://dialogosenpluralidad.com/2018/05/09/el-fin-de-la-historia/

Diego de Alba Casillas

Dr. en Ciencias Antropológicas por la UAM-I. Sociólogo de profesión por la UAA. Aprendiz de reportero.

Diego de Alba Casillas

Dr. en Ciencias Antropológicas por la UAM-I. Sociólogo de profesión por la UAA. Aprendiz de reportero.

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