La iglesia contra el presidente

En los últimos días se divulgó el homicidio de Javier Campos y Joaquín Mora, dos sacerdotes en el templo de la comunidad Cerocahui, Chihuahua. A consecuencia de ello, la comunidad Jesuita demandó justicia y en los días que siguieron, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) comenzó una campaña denominada “Jornada de Oración por la Paz” en la que se invita a realizar oración por la paz, de manera simultánea, el próximo 10 de julio.
La Jornada de Oración por la Paz es trascendente porque evidencia la violencia que azota al país y porque ha servido como punta de lanza para que, a pesar de los distractores, los mexicanos nos fijemos en los resultados en materia de seguridad; agrupaciones religiosas han convocado a una marcha en la Ciudad de México y exigen “revisar la fallida estrategia de seguridad y se garantice la paz en México”, diversas ONGs han denunciado la escalada de violencia que se ha vivido en los últimos años y el día de ayer el Arzobispo de México se sumó a la convocatoria.
Con o sin intención, la Jornada de Oración por la Paz golpea directamente a López Obrador y si el movimiento sigue en escalada, podría ser el inicio de una fuerte campaña contra su política de seguridad y el inicio de un enfrentamiento entre la iglesia católica y el Presidente de México.
La última vez que vimos a la iglesia católica enfrentarse abiertamente con el Presidente de la República, fue en el 2016, cuando Enrique Peña Nieto lanzó la iniciativa de establecer el derecho al matrimonio igualitario a nivel constitucional, pero esta vez, la iglesia podría utilizar su descomunal poder de convocatoria en beneficio de todos ¿qué ciudadano común podría no desear vivir en un país seguro? La diferencia es que, cuando enfrentaron a Peña Nieto, su aprobación ya iba en caída libre, el reto sería superar a AMLO; nunca la iglesia se había enfrentado a un Presidente tan poderoso.
Los poderes fácticos se encuentran en el momento preciso para poner en jaque al gobierno de México; iglesia católica, empresarios, ONGs y partidos políticos, cada uno desde su trinchera pero con el mismo mensaje: la política de los abrazos fracasó.
La iglesia ya puso en la mesa el tema. Si la oposición no estuviera tan ocupada vaciando sus vísceras en twitter, ya estaría organizada para, por primera vez, ganarle la agenda a AMLO y hacerlo que hable del rubro en que más flaquea su gobierno.