El fantasma de Werther recorre Aguascalientes

El fantasma de Werther  recorre Aguascalientes

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   LA VIDA BREVE

    

«Vivimos, aquí y ahora en un medio social depredador, abusivo, injusto y democráticamente, o digamos, sutilmente  autoritario, donde se fomenta por encima de todo la competencia, el individualismo y la pasión por el dinero».

El fenómeno del suicidio que sacude en los últimos meses a Aguascalientes parece imparable mientras los viejos y nuevos brujos desmenuzan sus reflexiones sobre la ola mortal que se extiende en una comunidad que en tan solo 40 años vio crecer su población en cerca de un 300 por ciento, y que del mar de posibilidades en que fundó sus nuevas expectativas a partir de los años 80’s del siglo pasado y ante el fervoroso canto de las sirenas, profundizó las distorsiones de un modelo salvaje de crecimiento excluyente sin preocuparse en el crucial tema de la repartición de la riqueza, de la conservación del ambiente, la educación de calidad, o la salúd preventiva, de la vida digna. De alrededor de 500 mil habitantes a 1 millón 415 mil (CONAPO) en solo 4 décadas, una locura en verdad suicida dadas las condiciones de desarrollo descritas. 

Los estudios sobre suicidio en México y Latinoamérica se han enfocado principalmente a la realidad urbana, al considerar de manera estereotipada que en esos espacios la presión social y económica, el aislamiento social y el individualismo son mayores, y que estos factores se correlacionarían con una mayor ocurrencia de suicidios.  En lo que no cabe duda es que el suicidio es un efecto de la desesperanza y la intolerancia a la frustración, como lo califican especialistas en salud mental. Las ideas suicidas y las muertes consumadas bajo esta condición, principalmente en personas de edad adolescente y adulta, encuentran las causas más comunes en problemas familiares o de pareja, muchos de ellos presionados por una situación de marginalidad social y estrechez económica. 

 

Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2000), señalan que la mortalidad por suicidios va en aumento y se ubica entre las diez primeras causas de muerte. Estima además que al menos 1,000 personas se suicidan cada día en el mundo, y alerta sobre el incremento de esta cifra, reportando que en el año 2018 murieron por suicidio más de un millón de personas, la mayoría de ellas con edades comprendidas entre 15 y 29 años. 

Que el suicidio sea un problema epidemiológico de tendencia creciente, además de revelarnos —desde el punto de vista normativo— que la sociedad mundial está en crisis, también nos indica que el suicidio podría tener múltiples y diversos significados y causas, dentro de diferentes contextos de cambio social y económico, así como diversidad de representaciones culturales, etc. Lo que si es certero lo revelan las mediciones del fenómeno, levantada por instancias internacionales; Un 75 por ciento de los suicidios se regisran en páises de medianos y bajos ingresos.

Estudiosos del tema, consideran que el suicidio en Aguascaleientes responde en mayor medida a una problemática social vinculada de forma cercana a las condiciones adversas de integración social de ciertos sectores con poco margen de movilidad y ascenso social. La distribución espacial de esta problemática, enfatizan, tiende a concentrarse en áreas de media y baja marginación, en su mayoría. 

En la década de los noventa, un grupo indígena, los kaiowa, del Mato Grosso brasileño, materializaron las amenazas de un suicidio colectivo quitándose la vida; en el curso de una década los 350 integrantes de esa comunidad sucumbieron, lo que representó hasta 40 veces la tasa anual de suicidios de todo Brasil. Las muertes, que continúan en otros grupos tribales, han sido vinculadas a una forma de protesta silenciosa contra la usurpación de sus tierras por parte de ganaderos y cultivadores de soja. 

En el sur de Argentina, un pueblo de la región patagónica, llamado Las Heras, fue noticia en 2003 al presentar una ola de suicidios de jóvenes, con una magnitud tan alta que los medios la denominaron la “capital del suicidio”; esta comunidad además tenía a un 25% de sus 10,000 habitantes sin empleo.

Durkheim no duda de que el suicidio implique una decisión individual; no obstante, concibe que la tasa de suicidios (cociente entre la cantidad de suicidios y la cantidad de población) es un «hecho social» que no puede ser explicado mediante la apelación a factores individuales.  Foucault por su parte, aunque reconoce la incidencia social, dice del suicidio que; «Esa obstinación en morir, tan extraña y sin embargo tan regular, tan constante en sus manifestaciones, por lo mismo tan poco explicable por particulares o accidentes individuales, fue una de las primeras perplejidades de una sociedad en la cual el poder político acababa de proponerse como tarea la administración de la vida», ni más ni menos. 

Por lo pronto aquí, tesis van, argumentos vienen, e incluso algunos más se la pasan haciendo conjuras y decretos espirituales, y hay por supuesto quienes juegan al pastoreo de almas  afirmado que con ruegos podría resolverse la escalada funesta. Así, mientras algunos más siguen y siguen elaborando programas desde las instituciones, todos señalan a la familia como el primordial factor desencadenante y solo unos cuantos nos recuerdan que vivimos, aquí y ahora en un medio social depredador, abusivo, injusto y democráticamente, o digamos, sutilmente,  autoritario, donde se fomenta por encima de todo la competencia, el individualismo y la pasión por el dinero. Los viejos vínculos solidarios que caracterizaban a Aguascalientes se han vuelto trizas y saltan por los aires. Algo en serio debería hacerse, pero no se ve por donde.

El fantasma de Werther recorre Aguascalientes y todos los viejos y nuevos poderes se han aliado en santa cacería.

   * Publicado en «Hidrocálido»  / 22.1.2020

Armando Alonso de Alba

Poeta y periodista hidrocálido.

Armando Alonso de Alba

Poeta y periodista hidrocálido.

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