Instrumentos de cuerda Tercera parte: CUERDAS FROTADAS

De los instrumentos de cuerda de la orquesta el más incomprendido sin duda es la viola; incluso la gente común suele identificarla como “ese como violín, pero más grande”, siendo todo lo contrario: el violín es como su nombre mismo lo indica, una viola más pequeña. De hecho, toda esta familia viene de la viola, que a su vez se deriva de la palabra vyollon nombre que le fue dado a estos instrumentos de cuerda frotada en el S. XIV y XV.

La viola fue un tipo de instrumento muy en boga en el S. XV del cuál había 3 tipos: la viola da gamba, la viola da braccio y la viola d’amore. La primera que se tocaba situando el instrumento entre las piernas (gamba-pierna), la segunda, en los brazos tal como hoy se toca la viola actual (braccio-brazo) y la viola d’amore, viola de amor que en realidad era una viola da braccio, pero con un juego de cuerdas debajo de las de tripa que vibraban por simpatía, es decir por efecto de los armónicos de las cuerdas principales.

Había una viola un poco más pequeña llamada viola quintón por tener 5 cuerdas. Su sonido era más agudo que la viola, por lo que correspondía a la denominación de soprano. Esta es el directo antecedente del violín.

Como podrá suponerse, la viola da braccio dio origen a la viola actual, que según los especialistas en acústica, debería ser un poco más grande para los sonidos que produce, pero bueno, es lo que hay.

Nota: La viola es conocida en Francia con el nombre de alto y en Alemania con el de bratsche (pronunciado brache), cuyo origen proviene del italiano (viola da braccio).

La viola da gamba evolucionó en el actual violonchelo o violoncelo (puede abreviarse chelo o celo, pero nunca chello ni cello) y un poco más grande y pesado, el contrabajo.

Por cierto, el contrabajo es el único de los instrumentos de esta familia que es transpositor, es decir, que produce un sonido distinto al que está escrito en el papel, siendo el sonido real una octava más baja (es decir la misma nota con la mitad de las v/s).

Todos estos instrumentos están construidos de la misma forma, salvo los tamaños, y tienen las mismas partes: la caja de resonancia en forma 8; las aberturas con forma de f (hay quienes le ven forma de S) en la tapa, el diapasón, los puentes, el clavijero y esa curiosa figura “enrollada” en la punta que lleva el nombre de voluta. A diferencia de la guitarra donde las cuerdas se atoran en un puente pegado a la caja, los violines y demás instrumentos de este tipo, están provistos de una pieza llamada cordal que no tiene contacto con la caja de resonancia.

Esta familia instrumental no se ha salvado de contar con sus homónimos eléctricos.

Ya hablamos del arco en la primera parte de Los instrumentos de cuerda, que no solamente fue utilizado como instrumento, sino que también fue usado posteriormente para frotar las cuerdas de otros instrumentos, como es el caso de todos los arriba mencionados. Con el paso de los muchos años de historia musical, el arco de suyo curvo, fue enderezando su forma hasta ser hoy el madero casi recto con cerdas hechas principalmente con crines de caballo que son untadas de una resina llamada colofonia (en España se llama «perrubia«, de pez rubia) para hacer posible sonarlos. Pero se pueden tocar sin arco rasgándolas como si fuese una guitarra, mediante un efecto que se llama: pizzicato (pellizcado).

El violín es un instrumento muy utilizado como solista en diferentes tipos de música, a diferencia de sus hermanos de mayor tamaño. Sí, el bajo es infaltable en casi todos los estilos, sobre todo el jazz, pero casi nunca tiene relevancia más allá de ser acompañante y rector de las armonías.

Si le damos a elegir entre el sonido de todos los instrumentos de esta familia, seguramente elegirá el violín o el chelo pues el sonido de la viola ha sido injustamente menospreciado. Posee algo de la brillantez del violín y mucho de la amplitud sonora del chelo; es en la orquesta el perfecto puente que une el sonido de ambos instrumentos.

Son pocos los compositores que le han dedicado páginas a la viola, pero las hay, como los conciertos para viola y orquesta de Paul Hindemith y Bela Bartók, y muchas sonatas para ella. ¡Ah!, pero si gusta del violín y del chelo, no deje de escuchar el Doble Concierto para violín y chelo, de Johannes Brahms. ¡Una delicia! Se llama doble porque hay dos instrumentos concertantes (solistas) no porque dure el doble de tiempo.

Ahora bien; estos instrumentos han sido fabricados por miles de luthiers con poco o mucho éxito en cuanto al sonido conseguido, más bien un resultado muy regular. Pero hubo una época, en los siglos XVI y XVII que en Cremona, Italia, surgió el milagro instrumental: ahí nació en 1505 un hombre llamado Andrea Amati que se dedicó a este arte de construir instrumentos musicales y dice la historia que lo hacía bastante bien; luego siguieron con el oficio sus hijos Antonio y Girolamo; este último tuvo un hijo llamado Nicolas, que no solamente fue el mejor de toda la dinastía sino que fue maestro de otros dos hombres que a su vez nutrieron dinastías de luthier: los Stradivari y los Guarneri que nos legaron muchos instrumentos que hoy día son valorados en millones de dólares y que la mayoría son propiedad de Museos o de organizaciones importantes. Pocos son los músicos que tocan instrumentos de esta categoría y que son los propietarios; casi todos lo hacen por préstamos y convenios.

En el caso de los Stradivarius (Stradivari es el apellido del fabricante; Stradivarius el nombre asignado a sus instrumentos. Igual ocurre con Guarneri y Guarnerius),

Mucho se ha especulado del por qué el sonido tan característico de estos instrumentos y se habla de que si el barniz, que por supuesto ellos fabricaban, no lo había industrial, que sí por las maderas, que si las medidas, etc. La realidad es que puede ser por todo junto, pero a la muerte de Antonio Stradivari, éste dejó instrumentos sin terminar que luego concluyeron los hijos y se nota la diferencia. De hecho se habla de violines Stradivarius, medios Stradivarius y cuartos de Stradivarius, según el porcentaje de avance en que los dejó el maestro.

Igual que en el artículo anterior, debemos mencionar la colección de instrumentos informales de Les Luthier’s, y de ellos: el latín, o violín de lata. Instrumento fabricado a partir de una lata vacía de batata (camote), semi ovalada ésta, a la que le agregaron cuerdas, diapasón y mango. Por ser el resonante una lata, su nombre le viene bien: latín o violín de lata.

Durante años circuló como anécdota lo que hoy se sabe falso.

“Amati, Stradivari y Guarneri tenían sus talleres muy cerca uno de otro en la ciudad de Cremona, en Italia. Tan cerca uno de otro, que los tres talleres estaban ubicados en una misma cuadra. Una mañana apareció en la ventana de uno de estos talleres un letrero: “Aquí se fabrican los mejores violines de Italia”. Al día siguiente, en la ventana de otro de los fabricantes amaneció un letrero que decía: “Aquí se fabrican los mejores violines del mundo”. Y luego a la mañana siguiente, modestamente el tercero de los luthier puso un letrero que tan sólo decía: “Aquí se fabrican los mejores violines de esta cuadra”.

La historia de la música guarda los nombres de famosos virtuosos del violín como Nicolo Paganini, Jascha Haifetz, Yehudi Menuhin, Itzhak Perlman, Isaac Stern, André Reiu, Joshua Bell, los mexicanos Hermilo Novelo, Ara Malikian y Henryk Szering (por naturalización) entre muchísimos otros.

Antoine Tamestit, Tabea Zimmermann, Lionel Tertis, Kim Kashkashian, Yuri Bashmet, Nobuko Imai, Helen Callus, Maxim Rysanov, William Primrose y Rivka Golani de los mejores violistas de los últimos tiempos.

Reducir a unos pocos nombres de los chelistas famosos no es tarea fácil, pero digamos…

Pablo Casals, Jacqueline Du Pré, Pierre Founier, Yo-Yo Ma, Gregor Piatigorsky, Mistilav Rostropóvich, Carlos Prieto y Julian Lloyd Webber. Dejando en el tintero unas cuantas docenas.

La música orquestal es hermosa, sonora, brillante, majestuosa y más, pero no se pierda la experiencia de escuchar una orquesta de cuerdas solas, por ejemplo, con la Serenata para Cuerdas, de Tchaikovsky. Mejor aún, no deje de escuchar un cuarteto, como el Cuarteto Virreinal del compositor michoacano Miguel Bernal Jiménez.

El piano es también un instrumento de cuerda, pero de él tratará otro capítulo.