La cetrería, otra forma de maltrato animal

La cetrería, otra forma de maltrato animal

En la pasada entrega, se tocó el tema del maltrato animal propiciado por la feria, solo para complementar, este año, también observé otras formas, desde asistir a los conciertos a todo volumen con sus “adoradas” mascotas (con las consecuencias de daño al oído interno y riesgo de sordera, ansiedad, estrés, trastorno del sueño y cambios de comportamiento), o simplemente pasearse entre la multitud con ellas al hombro, me imagino que con la única razón de inflar el ego del “humano” al ser visto con su mascota, a pesar del bienestar de sus “entrañables amigos” como se les dice a los compañeros peludos o animales de compañía. Sin faltar la “foto” con algún animal, abusando por supuesto de estos, dadas las condiciones de ruido, multitud y horarios, pues en la Isla, incluso a altas horas de la noche, un hermoso caballo era explotado posando con todos los atavíos (freno, silla, cincho, brida) para que la gente lo montara a cambio de dinero.

Fotografías cortesía de Clara Martínez.

Exactamente igual que sucedió con los “cetreros” que anduvieron por las calles durante todo el periodo ferial promoviendo selfis.

Y precisamente al cuestionar a uno de esos “cetreros”, fue que este me contestó categóricamente,” Es que no es maltrato, es cetrería”, como si con solo mencionarlo, se tuviera que aceptar su punto de vista.

Fue así como decidí el tema de hoy.

La Cetrería es una modalidad de caza menor. Es un arte milenario que implica

el uso de aves de presa, como halcones, águilas, búhos y azores, entrenadas para cazar presas silvestres. Esta práctica se basa en la colaboración entre el cetrero (persona que practica la cetrería) y el ave rapaz, donde el cetrero entrena al ave para que persiga, capture y traiga de vuelta a las presas, como conejos, liebres, aves pequeñas, entre otros.

Cazar ha sido una actividad humana desde tiempos prehistóricos, inicialmente como una forma de obtener alimento, pieles y otros recursos necesarios para la supervivencia.

La caza es una actividad antropocéntrica ya que se centra en los intereses y necesidades humanas, como el deporte, la recreación, el control de poblaciones, la conservación o la tradición cultural, en lugar de considerar primordialmente los intereses y derechos de los animales involucrados incluyendo respetar sus vidas, su libertad, sus hábitats, sin dañar los ecosistemas y a otras especies como son las presas.

La caza entonces plantea preocupaciones éticas y de bienestar animal, así como desafíos en términos de regulación y sostenibilidad. Por ende, es crucial que las prácticas de caza sean gestionadas de manera responsable, considerando el bienestar de los animales (las aves y las presas), el equilibrio ecológico y la actualización inminente de las leyes y regulaciones locales con un enfoque ético. En México no está regulado el

cazar empleando aves rapaces ni tampoco está prohibida por precepto alguno, solo está sujeta a la regulación que La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales al efecto emita en su momento oportuno.

Por otro lado, hay alternativas como el ecoturismo y la fotografía de vida silvestre como otras formas de disfrutar y apreciar la naturaleza sin usar o causar daño a los animales.

No basta con enfoques “más éticos” que dicen los halconeros como es la promoción de prácticas de caza que “minimicen el sufrimiento animal” como reconocen y plantean los manuales de cetrería.

Dar muerte alevosamente por placer y diversión a un ser sintiente, es simplemente un ejercicio de sadismo y patanería.

En cuanto a las aves de caza, basta con leer los lineamientos de buenas prácticas de cetrería que propone el Grupo Asesor de Taxón de Falconiformes y Estrigiformes (orden de aves compuesto por las familias Tytonidae (lechuzas), y la familia Strigidae que incluye búhos, mochuelos, tecolotes etc), para darse cuenta de los abusos y maltratos que sufren estás aves. Lo primero por supuesto, es la perdida de la libertad, es decir vivir en cautiverio e incluso nacer en cautiverio, ya que la cetrería se practica con aves “legales” es decir aquellas que no han sido extraídas de la Naturaleza, habiendo nacido en cautividad, lógicamente de progenitores legales.

Además, el maltrato de aves entrenadas en cetrería puede ocurrir de varias maneras, algunas de las cuales incluyen:

Condiciones de vida inapropiada pues las aves utilizadas en cetrería necesitan ser mantenidas en entornos adecuados que imiten su hábitat natural tanto como sea posible (lo cual por supuesto es imposible de lograr). Esto incluye proporcionar “suficiente” espacio para volar (¿qué espacio puede imitar la inmensidad del cielo donde pueden volar libremente como es su naturaleza?), perchas adecuadas para descansar, y condiciones ambientales que satisfagan sus necesidades fisiológicas.

Entrenamiento cruel: Algunos métodos de entrenamiento pueden ser crueles o abusivos, como el uso de castigos físicos, privación de alimentos o agua, o el estrés excesivo durante el entrenamiento.

Sobreexposición: Las aves pueden ser sometidas a largos períodos de exhibición o caza, lo que puede agotarlas física y mentalmente si no se les proporciona suficiente tiempo de descanso y recuperación entre sesiones.

Uso de técnicas inapropiadas: Algunos cetreros pueden emplear métodos de caza que ponen en peligro la seguridad o la integridad física de las aves, como enviarlas a presas demasiado grandes o a situaciones peligrosas.

Cuidado inadecuado de salud: No proporcionar atención veterinaria adecuada, incluido el tratamiento de lesiones o enfermedades, puede resultar en sufrimiento innecesario para las aves.

En cuanto al entrenamiento de las aves rapaces, todo inicia con el “amansamiento”, es decir manteniéndola los primeros días con una caperuza para evitar “sustos innecesarios y agotadoras debatidas”. Estando a oscuras, se irá acostumbrando a ruidos, movimientos y demás elementos que en condiciones normales le habrían asustado.

Si a un humano se le encapuchara por varios días y se le ataran pies y manos, ¿Cómo se le llamaría?

Cualquier depredador caza cuando tiene hambre y las aves rapaces en la Naturaleza no son una excepción. Por ende, casi todas las lecciones que se le dan al ave están relacionadas con la comida. El siguiente paso es lograr el condicionamiento reflejo, apoyándose en un horario fijo de alimentación y haciendo un ruido suave (siempre el mismo) mientras come. El “apetito” (hambre) irá haciendo su efecto. Tras varios días de repetición, se consigue que el ave esté esperando su hora de comer y el familiar ruido que habrá asociado con la comida. Así se centrará solo en alimentarse y se olvidará de todo lo que ocurre a su alrededor.

Cuando llegue este momento se empieza a retirarle la caperuza, siempre en una habitación con poca luz y haciendo movimientos muy suaves. Al final se acude a lugares concurridos con el ave en el puño para que termine de acostumbrarse a todo cuanto nos rodea en la vida cotidiana. Después se realizan otros procedimientos como salto al puño, vuelo con fiador (cordel de longitud variable) hasta lograr que vuele sin fiador. Todo esto se logra controlando (torturando) manteniendo al ave con correas de cuero (pihuelas) amarradas a sus delicadas patas.

Las aves atadas deben ser revisadas de forma regular, prestando especial atención a la parte inferior de las patas para corroborar que no haya lesión.

Es conocido por todos, el uso de pihuelas o grilletes en los procedimientos policiales humanos y se sabe que su uso prolongado o indebido, puede causar dolor físico, lesiones e incluso traumas psicológicos, lo que podría considerarse como tortura. Si así es en humanos, de igual forma es en aves y pero aun ya que ellas nacieron para volar, lo que es doblemente cruel.

Las pihuelas pueden estar unidas a una lonja (cuerda) mediante un destorcedor (unión de metal), la que después se atará al guante de cuero antes que se quiten o reemplacen por pihuelas cortas para vuelo

(en el caso que estas se usen). Cuando se asegura la cuerda, ésta siempre debe atarse al guante del entrenador. No es aceptable fijar la cuerda entre los dedos del guante para asegurar al ave. El entrenador podría caerse, y liberar al ave. Hay aves que han muerto al ocurrir esto, porque vuelan con todo el equipo y se enredan en árboles.

Se debe utilizar una caperuza adecuada, que no les produzcan daños en los ojos, ni en el pico, ni excesiva condensación, es necesario que acepten la caperuza de buen grado o sino la llegarán a aborrecer. (Es decir que la cetrería reconoce que el equipo utilizado puede causar daños a los animales).

No hay ninguna descripción de la foto disponible.

También se debe atar al ave adecuadamente a su posadero, para evitar que se enrede y resulte dañada, se escape, o provoque lesiones a otras rapaces.

Las especies reconocidas que “pueden ser atadas” incluyen a muchas especies de halcones, milanos y águilas, en gran parte debido a la facilidad que provee al entrenamiento y a la naturaleza relativamente sedentaria de estas especies cuando no están cazando o participando de demostraciones.

Es decir que las aves rapaces de los cetreros nacen condenadas a vivir sin libertad, atadas y encapuchadas para su manejo y semi hambreadas además de estar ligadas a cascabeles o rastreadores para que puedan ser encontradas en caso de que huyan.

Quizá por esto, la Federación Mexicana de Caza (FEMECA) que sirve, apoya, respalda y protege a sus afiliados ante las autoridades competentes, luchando en contra de las iniciativas y acciones que pretenden abolir o restringir el libre ejercicio de la caza deportiva en México, en un comunicado a sus afiliados dice textualmente:

El siguiente paso es que una comitiva nos vamos a reunir con los abogados de la FEMECA y vamos a definir las estrategias de defenza que vamos a esgrimir durante este difícil proceso, la información y el apoyo que nos han facilitado es crucial para el documento que estamos armando para rebatir todos y cada uno de los puntos de esta propuesta de reforma y tenemos que estar MUY preparados para que ni los de animal héroes ni PROFEPA puedan refutar nuestras declaraciones y pruebas.

¿QUE PODEMOS HACER EN EL INTER?

1.- AFILIARSE YA A LA FEMECA Nos urge hacer número y cumplir con nuestra parte.

2.- Bajar Inmediatamente fotos de sangre de las redes de comunicación, quitémosles armas a los animalistas

3.- PASA LA VOZ que no haya un solo cetrero que no esté enterado de la problemática

4.- SEGUIR PARTICIPANDO – La información que algunos profesionales amablemente nos han facilitado robustece nuestra posición y nos prepara para lo que viene, por favor sigan apoyándonos, TODO cuenta.

Este comité he hemos formado está lejos de relajarse, seguimos trabajando en las propuestas que vamos a presentar ante las autoridades incluyendo la regulación de la cetrería, estamos recabando cartas de apoyo de importantes asociaciones de nivel internacional así como de la comunidad científica y sector productivo del país TODO SIRVE Y CUENTA.

De llamar la atención en especial el número 2.

Además de todo lo enunciado, tristemente, la cetrería también cuenta con otro lado negativo que también carece de ética, lo que supone graves daños para las aves, hablo el tráfico de especies, un grave problema en nuestro país, no sólo para las rapaces.

No hay ninguna descripción de la foto disponible.

Entre los cetreros existen prácticas de exhibición con fines de educación ambiental y conservación, pero aun cuando es importante educar sobre las rapaces y su papel en el medio ambiente,

muchas exhibiciones, en realidad, no generan ningún beneficio educativo.

Llevar aves a eventos donde se rodean de ruido y de gente que las fotografía indiscriminadamente y exhibirlas sólo por diversión para obtener una “selfi”, y cobrando por esto, habla de una falta de ética y compromiso hacia el animal que no toma en cuenta su salud ni sus necesidades.

Estas actividades no educan ni crean conciencia, al contrario, alimentan la moda o la tendencia de “yo quiero un ave en mi guante” sin importar las consecuencias. Insisto las rapaces no son mascotas ni tener en cautiverio a rapaces es cetrería.

Las aves que caen en estas situaciones son maltratadas y tratadas como mercancía, muchas de ellas son ofrecidas como premios en rifas e intercambiadas por equipo nuevo u otras aves. También es importante considerar la sobre crianza para venta, la tenencia irresponsable y el daño que esto ocasiona a los animales.

Durante la Edad Media, la cetrería alcanzó su apogeo de popularidad en Europa, especialmente entre la nobleza y la clase alta. Se desarrollaron elaboradas técnicas de entrenamiento y manejo de aves, así como se establecieron gremios y escuelas de cetrería para enseñar este arte. Con el tiempo, la cetrería fue perdiendo popularidad con la llegada de nuevas formas de caza, como la caza con armas de fuego. Sin embargo, la cetrería nunca desapareció por completo y experimentó un resurgimiento en el siglo XX como un deporte, una forma de “conservación de aves rapaces” y una “actividad de educación ambiental”.

Estos problemas son los que llaman a reflexionar sobre si la cetrería y sus técnicas aún deberían existir y si realmente pudiesen lograr la diferencia entre la extinción y el salvamento de muchas especies; sin embargo, el trabajo y compromiso de “algunos” cetreros y rehabilitadores, han dejado claro que, para obtener resultados a favor de las rapaces, el interés humano debe quedar de lado y no se debe tratar a las aves como meros objetos de provecho.

Comparto liga del trabajo de un aviario de rapaces.

Ana Romo jaulericavida1@outlook.es

Ana Romo G
Ana Romo G

Médica veterinaria y zootecnista, académica, escritora y bioeticista.

Ana Romo G

Médica veterinaria y zootecnista, académica, escritora y bioeticista.

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