Libro de Víctor Moreno Ramos Primeras escuelas en Aguascalientes

Presentación

En el año 2013, la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA) publicó el libro Los pilares de la aurora escolar en Aguascalientes: un estudio desde la educación, de Víctor Moreno Ramos, que no ha tenido la difusión que merece. En esta ocasión, recupero información que puede ser de interés para el lector. Parte relevante de su valor radica en las fuentes primarias consultadas en la elaboración de este libro.

Para quienes no conocen al autor, debo comentar que tiene una trayectoria relevante en varios sentidos, y lo digo porque lo conocí cuando los dos éramos niños y sabía que tenía 13 hermanos y que su papá era un afamado zapatero en el barrio de Guadalupe, al que recurrí en varias ocasiones. Posteriormente, lo volví a ver en el bachillerato de la UAA, coincidimos en la licenciatura en Educación y fuimos colegas en dicha universidad, hasta que se jubiló hace un par de años. No lo hemos platicado, pero él y yo somos solidarios porque sabemos que tenemos fuertes sentimientos y comprensiones claras de nuestras historias comunes.

Los Pilares de la Aurora Escolar en Aguascalientes
Libro sobre las primeras escuelas en Aguascalientes

Como profesor e investigador, Víctor Moreno se interesó por conocer la historia de la educación, el deporte y la Iglesia católica en Aguascalientes. Algunos de sus estudios se han publicado en artículos y libros, cuyos títulos son, entre otros: “Un corazón de amor y bien común”, “Los médicos de Aguascalientes”, “Minerva y el hombre de la bata blanca”, “La historia del deporte en Aguascalientes” y “Modelo e infraestructura deportiva en la UAA”. En la actualidad, es cronista de la Romería de la Asunción de Nuestra Señora de Aguascalientes y un feligrés activo en eventos culturales de la Diócesis.

El pasado viernes 9, en la presentación del libro “Ecos del Caracol” en el palacio legislativo, entre la participación de varios autores de poemas y cuentos, Víctor Moreno subió al estrado y compartió parte de su artículo: “Una estrella y paloma en el cielo: centenario del arribo de Nuestra Señora de la Asunción a Aguascalientes”. Ahora, hago la invitación para su lectura detallada.

Según el autor, las primeras escuelas en lo que hoy es Aguascalientes fueron: El Colegio de la Encarnación (1665), La Escuela para Niños Pobres en el Real de Asientos (1773), La Escuela Pía (1773) y El Colegio de la Enseñanza (1807). De ellas escribo en seguida:

El colegio de la Encarnación (1665)

Los promotores de esta escuela fueron el cura y hacendado Pedro Rincón de Ortega y fray Nicolás de Arteaga, quienes pertenecían a la Orden de la Merced. Ambos realizaron los trámites ante la Real Audiencia y el obispado del Reino de Nueva Galicia. La iniciativa consideraba, además del colegio, la fundación de un hospicio, un convento y un templo.

La orden de los mercedarios en la Nueva España tenía un interés especial en la creación de colegios para la niñez y juventud española, criolla, mestiza y, en menor número, la población indígena. Uno de los cuatro conventos que existían en el Reino de la Nueva Galicia se encontraba en Aguascalientes, y fue en esos años cuando se planeó la fundación de una escuela sólo para hombres, hijos de españoles y criollos.

La intervención de Pedro Rincón de Ortega fue clave en la concreción de los planes, toda vez que era muy influyente, gracias a su poderío económico que le otorgaba ser propietario de grandes terrenos en la región. La escuela, nos dice Víctor Moreno, estuvo apegada a la tradición pedagógica de la Iglesia Católica y, por su naturaleza, tenía como objetivo formar a la generación que sería responsable de dirigir el gobierno y la economía de una población en crecimiento.

Al morir Rincón Ortega, en su testamento, dejó claro que parte de su dinero se destinara a la escuela. Textualmente, en el documento se leía: “Le tengo el padre Procurador Fr. Nicolás de Artiaga, religioso de Nuestra Señora de la Merced y Comendador de Convento de San Luis, para que lo destine al Colegio y les doy por el mucho amor que le tiene”. Como parte de los acuerdos entre el hacendado y la orden de los mercedarios, se estipuló que él daba riqueza a cambio de ciertas actividades religiosas que propiciaran la salvación de su alma en el más allá.

Las actividades de la escuela superaron vicisitudes durante la época colonial y en los años de lucha independentista; sin embargo, entre 1857 y 1895, nos comenta el autor del libro, se debilitó a partir de la aplicación de las Leyes de Reforma, que expropió bienes inmuebles, clausuras y la prohibición de que la Iglesia católica tuviera escuelas. En Aguascalientes, se cerró el colegio y los frailes mercedarios dejaron el convento y el templo de la Merced en manos del clero secular adscrito a la Parroquia de la Asunción.

La Escuela para Niños Pobres en el Real de Asientos (1773)

Nuestra Señora de Belén de los Asientos de Ibarra era un poblado de importancia en la región y en la Nueva España, debido a la presencia de minas de gran valor. Su riqueza atrajo a españoles inversionistas con deseos de aprovechar las oportunidades que la tierra ofrecía. Así, alrededor de la bonanza en la extracción de preciados minerales, fue creciendo una población que demandaba más y mejores servicios, en particular una escuela para los niños del lugar.

Fue el rico comerciante y minero que vivía en Asientos, Nicolás de Alanís de Contreras, que tuvo la iniciativa de apoyar la creación de una escuela para niños pobres. A su muerte, dejó estipulado en su testamento los nombres de las personas e instituciones beneficiadas por su fortuna. En dicho documento se hacía referencia a la escuela como heredera y, más aún, Nicolás de Alanís en dicho testamento se involucraba en el cómo los maestros debían de actuar, so pena de ser expulsados. A la letra, el texto señalaba: “que, si el dicho maestro no cumpliera con lo que es su obligación, se le debe hacer cargo de todo para que no alegue de ignorancia (…) y vivido y sabido que los discípulos no aprovechan por descuido del maestro y su poca obligación, pueden buscar otro que sea a el propósito”. También como parte de sus convicciones, solicitaba que: “en la puerta de la escuela se (pusiera) esta sentencia en cosa firme, que dice así: Lo que no quieras para ti, no quieras para otros”.

Templo de Nuestra Señora del Rosario “La Merced”
Templo de Nuestra Señora del Rosario “La Merced”

La escuela era de carácter gratuito y quienes asistían eran los hijos de los mineros, agricultores y comerciantes, incluso “los desamparados, los huérfanos y los menesterosos”. De la misma forma en la que se desarrolló en toda la época virreinal, la instrucción era de naturaleza misionera y catequista, además de impartir la enseñanza de la lectura, escritura y operaciones aritmética sencillas.

Víctor Moreno señala que fue en 1831 cuando la institución dejó de laborar, debido a un problema referente a la impartición de una escuela gratuita, pues la ley expedida por el Congreso Estatal sobre la enseñanza determinó que todos los capitales destinados a la instrucción ingresaran a un fondo especial, ajeno a la iniciativa de particulares.

La Escuela Pía (1773)

La Villa de Nuestra Señora de la Asunción de las Aguas Calientes, desde su origen, fue muy importante en la economía de la región. Se había creado ante la necesidad de ofrecer sustento a quienes explotaban y comerciaban la riqueza mineral en el norte, y que tenían que viajar al centro de la Nueva España. La región proveía de granos y ganado, por lo que propició la creación de una población dinámica, cuya ciudad principal favoreció un comercio activo y una comunicación cada vez más fluida con ciudades aledañas.

Ciénega de Mata de los hacendados fundadores
Ciénega de Mata de los hacendados fundadores

La ciudad no podía dejar de lado la enseñanza y fue en la segunda mitad del siglo XVIII cuando un pudiente del lugar, de nombre Francisco Rivero y Gutiérrez, miembro de la Tercera Orden Franciscana, encabezó la creación de una institución educativa y, se cuenta, financiada en gran parte por acaudalados mineros. El primer director y maestro fue José Antonio Velarde, quien debió hacer de la institución una escuela de carácter gratuito y público. También se le llamó Escuela Pía o Escuela de Cristo, por su apego a la enseñanza de la religión católica.

Según Víctor Moreno, tuvo un comienzo fecundo, pero con el transcurso de los años fue objeto de litigios respecto al uso y propiedad del inmueble, a pesar de que los aspectos referentes a la institución habían quedados expresados de manera clara en el testamento de su benefactor.

La fundación de esta escuela fue muy importante no sólo porque fue pública y gratuita, sino también porque pretendía ser incluyente y sin distinción de personas para su admisión. Es decir, su fundación tenía un interés público y una utilidad de carácter social. Francisco de Rivero y Gutiérrez decidió que a un lado de la escuela estuviera la casa del maestro y su familia, con el propósito de que tuvieran las condiciones adecuadas para el trabajo.

Según se ha explorado, en la primera mitad del siglo XIX, el método usado para enseñar a tantos niños del lugar fue el método lancasteriano, que estaba siendo implementado en varios países de Europa y América, el cual consistía en que un maestro capacitara a los niños más destacados para que, a su vez, éstos enseñaran a sus compañeros. De esta manera, se dividía a los estudiantes en grupos en un gran espacio y cada monitor se hacía cargo de su grupo. El fundador de lo que también se llamó “Enseñanza mutua”, fue un inglés cuáquero de nombre Joseph Lancaster, quien quería fomentar la “educación de los niños humildes”. Sus ideas corrieron rápido en el México independiente y llegaron a Aguascalientes, a la escuela fundada por Rivero y Gutiérrez, quien mandó pintar en uno de sus muros una sentencia: “Sin aplicación constante, no se logran los intentos”.

Pueblo minero y próspero de Asientos
Pueblo minero y próspero de Asientos

El Colegio de la Enseñanza (1807)

    Hablar de educación durante el virreinato, era referirse a escuelas para niños, no para niñas, de manera que la creación del Colegio de la Enseñanza fue muy importante en la ciudad. Los responsables de llevar a cabo este proyecto fueron la Orden de la Compañía de María, el hacendado de Peñuelas, José Antonio Dávalos, y su hija Porfiria Dávalos. Se trataba de una institución de tipo colegio – convento.

    Después de atender requisitos, convencer a diversas autoridades y asegurar económicamente su existencia, el proyecto se concretó y las primeras monjas de la enseñanza llegaron en 1807. Según investigó Víctor Moreno, a su arribo se les dio una gran bienvenida por parte del gobierno, clero, grupos de la sociedad e, incluso, la milicia. Las expectativas no eran menores.

    La Escuela de Lancaster permitió enseñar a cientos de niños
    La Escuela de Lancaster permitió enseñar a cientos de niños

    El Colegio de la Enseñanza comenzó a trabajar en una casa amplia y cómoda que les sirviera de hospicio mientras se construía un lugar más apropiado para el cumplimiento de sus ambiciosos fines. Se eligió la casa del párroco Mariano Guerrero, teniendo en cuenta que allí debía diseñarse la creación de un convento, una escuela y un pensionado.

    El pensionado se inauguró el 31 de julio de 1808, con el ingreso de las primeras diez colegialas. Desde los primeros momentos el obispo y la superiora se encargaron de que este fuera accesible para las jóvenes huérfanas y pobres. La orden femenina de vida mixta, contemplativa y activa tuvo como objetivo ofrecer una educación en la virtud y la ciencia. En el Colegio estudiaban las niñas internas y las niñas externas, quienes no se formaban necesariamente para ser monjas.

    Esta escuela se sumaba a toda una corriente pedagógica que valoraba e impulsaba la educación de las mujeres, siguiendo los principios filosóficos y religiosos de su fundadora, Juana de Lestonnac, una francesa de madre protestante y padre católico, y que fue influenciada por su tío Michel de Montaigne, un filósofo humanista del Renacimiento, y también por los jesuitas. A ella se le atribuyen las frases: “La mujer debe salvar a la mujer” y, subrayando que la educación debía ser personalizada, insistía en que “No todas las personas calzan del mismo pie”. También afirmaba: “Formación de cabezas bien hechas más que bien llenas”, “Educar en la vida y para la vida” y “Educar en comunidad desde un proyecto común”.

    Rescate de la Escuela Pía de Rivero y Gutiérrez
    Rescate de la Escuela Pía de Rivero y Gutiérrez

    Sobre esta escuela y su filosofía, también puede consultarse el libro de Yolanda Padilla Rangel, “La Luna y la Marea. Presencia femenina en la religiosidad de Aguascalientes”, en particular el capítulo: “La compañía de María Nuestra Señora y su Modelo de Educación Femenina. Una influencia francesa en la Nueva España”. Este colegio sigue trabajando con el nombre de Instituto Guadalupe Victoria, de la Orden de la Compañía de María Nuestra Señora.

    “La mujer debe salvar a la mujer”
    “La mujer debe salvar a la mujer”

    —-

    • Se agradece al apoyo de Paulina Romo e Itzel Guadarrama.
    Salvador Camacho Sandoval

    Licenciado en Educación por la UAA, Maestro en Ciencias, con especialidad en Educación, por el Departamento de Investigación del Centro de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional y Doctor en Historia de América Latina por la Universidad de Illinois en Chicago; es autor y coautor de varios libros, entre ellos: Controversia educativa: entre la ideología y la fe; Historias Latinoamericanas. Reflexiones desde la otra América; La modernización educativa en México; Educación y alternancia política; La vuelta a Aguascalientes en 80 textos; Vaivenes de Utopía. Historia de la educación en Aguascalientes en el siglo XX; Antenas vivas. Conversaciones con artistas de Aguascalientes, y Bugambilias. 100 años de cultura y arte en Aguascalientes. Es Premio John Nuveen en Chicago y Premio Aguascalientes en Humanidades en 2008. Fue profesor invitado en la Universidad Autónoma de Zacatecas (1999-2010) e investigador en la Universidad de Barcelona, España. Trabajó tres años como Director de Educación Media y Superior en el Instituto de Educación de Aguascalientes y es articulista de temas sobre educación, historia, cultura y política. Actualmente trabaja en la UAA y es Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia de la Educación.

    Salvador Camacho Sandoval

    Licenciado en Educación por la UAA, Maestro en Ciencias, con especialidad en Educación, por el Departamento de Investigación del Centro de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional y Doctor en Historia de América Latina por la Universidad de Illinois en Chicago; es autor y coautor de varios libros, entre ellos: Controversia educativa: entre la ideología y la fe; Historias Latinoamericanas. Reflexiones desde la otra América; La modernización educativa en México; Educación y alternancia política; La vuelta a Aguascalientes en 80 textos; Vaivenes de Utopía. Historia de la educación en Aguascalientes en el siglo XX; Antenas vivas. Conversaciones con artistas de Aguascalientes, y Bugambilias. 100 años de cultura y arte en Aguascalientes. Es Premio John Nuveen en Chicago y Premio Aguascalientes en Humanidades en 2008. Fue profesor invitado en la Universidad Autónoma de Zacatecas (1999-2010) e investigador en la Universidad de Barcelona, España. Trabajó tres años como Director de Educación Media y Superior en el Instituto de Educación de Aguascalientes y es articulista de temas sobre educación, historia, cultura y política. Actualmente trabaja en la UAA y es Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia de la Educación.

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

    error: Content is protected !!