Los burgueses y los proletarios postmodernos.

Los burgueses y los proletarios postmodernos.

[bctt tweet=»Ellos con su primer mundo, su orden, la belleza de Paris, las encuestas de satisfacción del cliente, el mejor restaurant del momento, la belleza imperturbable de su sistema adorado. » username=»crisolhoy»]

 

Ellos con su orgullo, nosotros nuestra pereza

 

Ellos con sus certezas  saben transformar el mundo. Si tan solo el mundo tuviera menos habitantes,  mendigos, ningún criminal que pretenda escapar de su pobreza, ningún animal bípedo  que domesticar, ningún ambulante que arruine el paisaje y rompa las reglas sagradas del comercio. Los malvivientes viven de los impuestos de los productivos.

Nosotros con nuestros trabajos, rutinarios, obedientes, tributables; salvándonos de desaparecer hoy, necesitados, defectuosos, improductivos,  huérfanos de la globalización que daba oportunidades a todos por igual.

Ellos con su primer mundo, su orden, la belleza de Paris, las encuestas de satisfacción del cliente, el mejor restaurant del momento, la belleza imperturbable de su sistema adorado.

Nosotros con la ignominia, con el no saber llegar a fin de mes, cambiando de trabajo como de vestimenta, repletos de vicios, de podredumbre, de incertidumbre.

Ellos con su orgullo, con su éxito, con su enseñar a pescar al que asumen no sabe vender, hablando de utilidad, de márgenes de rendimiento, de la macro economía, de reservas internacionales. Jamás aceptaran que la propiedad privada  sea el principio del robo, ni que la creación de un banco es tan criminal como atracar uno.

Nosotros con nuestra pereza, con el resentimiento de clase, con el aislamiento, con la culpa de no tener con que, con ídolos de barro que se venden barato, con negocios semejantes a balsas de madera en el océano de la  competitividad.

Ellos presumiendo las comodidades que nosotros no podemos obtener, nosotros envidiando de la forma más enajenada y vacía su mundo ideal.

Y todos muriéndonos, en esta brevedad, divididos, odiando en silencio como ebrios solitarios al fondo de una cantina, impostores, vencedores hablando del triunfo del capital y los vencidos hablando de la conciencia para la humanidad.

Y mis palabras pretendendiendo hablar del desconsuelo, del tic tac del reloj, mis palabras buscando la eternidad perdida, el amor diluido, la liquidez para salir de la esclavitud posmoderna, mis palabras que solo saben imaginar: otra vida, otra historia, otra alma, otra tristeza, otro juego, otra oportunidad, otros brazos, otro cielo, otro Dios, otro concepto de hombre.

Alejandro Marengo

Mendigo de sueños, distópico, surrealista.   La enajeción desiderativa a la mercancía dinero, se paga siempre con libertad.

Alejandro Marengo

Mendigo de sueños, distópico, surrealista.   La enajeción desiderativa a la mercancía dinero, se paga siempre con libertad.

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