Sobre la Revocación: Las cifras no opinan, los medios sí
Después de la jornada del domingo 10 de abril, se precipitó una tormenta ciclónica de opiniones en torno a los resultados de la jornada cívica sobre la revocación de mandato al presidente de la República.
Los ciclones tropicales, en el hemisferio norte, se caracterizan por rotar en contra de las manecillas del reloj. Esa es la dirección que han tomado las opiniones que se oponen al desarrollo y madurez política que ha logrado la ciudadanía en México.
Tan pronto como el Presidente tomó posesión y anunció que haría efectiva su promesa de campaña, en el sentido de someterse al escrutinio público a la mitad de su mandato, se suscitó una serie de controversias que aún no terminan; pese a que éste se desarrolló dentro de los causes institucionales y de que los tres poderes de la Unión atendieron las principales objeciones de los partidos opositores al gobierno.
En democracia, se reduce el riesgo de “descarrilamientos”
La primera de las objeciones atendidas tuvo que ver con el enorme temor que representaba para los partidos político la posibilidad de que el Presidente López Obrador apareciera en las boletas de las elecciones intermedias.
Si la oposición estuviera segura de su fortaleza política, respaldo social y capacidad para revertir los resultados del 2018 y sobreponerse con propuestas más atractivas que los programas sociales emprendidos por la actual administración, no hubiera sido necesario el gasto adicional que representó diferir la votación para que no coincidiera con las elecciones locales y federales del 2021.
De manera ingenua, Gilberto Lozano (FRENA) y demás opositores al régimen, calcularon que, con el plantón en el Zócalo, marchas y el financiamiento de los principales medios de comunicación y el “favor” de excelsos comentaristas políticos (como Carlos Loret de Mola, Joaquín López-Dóriga, Ciro Gómez Leyva y Brozo), sería suficiente para alentar el descontento popular y adquirir fuerza para precipitar la salida del Presidente. Pronto se dieron cuenta que por esa ruta no llegarían lejos. Las instituciones que hemos construido los mexicanos aguantan.
Por eso decidieron tergiversar, desnaturalizar y desinformar sobre el sentido de la consulta. Confundir a la población, obstaculizar el proceso a través de la confrontación con el INE y aplazar lo más posible la realización de esta.
Sigue vigente la sentencia: “no entienden que no entienden”
Pese a que las calumnias utilizadas contra el candidato a lo largo de tres campañas presidenciales (2006, 2012 y 2018), les resultaron contraproducentes y a los niveles de aceptación que el actual Presidente ha venido reportando de manera consistente a lo largo de sus tres primeros años de gobierno, una vez más, la oposición apostó a la calumnia e intentó “vender” la idea que la consulta sobre la revocación de mandato era una estrategia para “alimentar el ego presidencial” (como si eso fuera lo decisivo en materia de políticas públicas y el gobierno de un país) y para “perpetuarse en el poder” (¿¿¿???cuando apenas a concluido la primer parte de su mandato).
Otra de las artimañas a las que recurrió la oposición fue la “legaloide” con el fin de provocar confusión y dar elementos para que los “intelectuales orgánicos” (entiéndase “de clase”) pudieran argumentar sobre el sinsentido de la consulta. Así, impulsaron la poderosa razón de que una cosa era la “revocación” y otra era la “ratificación”. Genial. En estricto sentido si lo es, pero para lo único que les sirvió fue para poder llamar al “no voto” y así, ocultar sus miserias como oposición.
En esta misma línea, a lo largo del camino, impulsaron un sinfín de obstáculos, como la redacción de la pregunta, la participación o no participación de los partidos en el proceso, la recolección de firmas, el financiamiento y promoción de la participación, lo costoso del proceso, la participación de los servidores públicos, el “ataque” a la autonomía del INE y un largo etcétera.
El resultado sigue siendo el mismo: el Presidente continúa como jefe de gobierno y de Estado, con índices de popularidad históricos y la oposición cada vez perdiendo más y más puestos de elección popular. Los comicios del próximo mes de junio así lo podrán confirmar. No entienden que no aprenden.
Lo que nunca dirán la cifras, ni los medios: la historia dará testimonio
Hasta ahora no abundan los análisis de las cifras que expliquen en su contexto y tendencia, los resultados de la revocación de mandato. Esta carencia, sin duda, hará que la oposición siga regodeándose en su afán mediático de calumnias y descalificaciones, sin proponer, avanzar, ni madurar como auténtica oposición.
Por ejemplo, no se analizan los porcentajes de abstencionismo en los procesos electorales más recientes. Un análisis con mayor rigor analítico restaría a la no participación, las cifras del último proceso electoral federal del 2021; aunque hay quienes opinan que debería ser el promedio de la abstención del 2018 y 2021 la que habría que descontar a la abstención de la revocación de mandato, para poder aproximarse con mayor exactitud al “triunfo” de la oposición que llamó a no votar.
Se trata de la dignidad de los ciudadanos, no de votos
Es preocupante leer el análisis que los medios hacen de las cifras que reporta el INE. Pura descripción. Y, en algunos casos, correlaciones espurias. En otros muchos, superficialidades.
En la mayoría, este tipo de análisis son ofensivos a la dignidad de los ciudadanos, en particular de los adultos mayores, discapacitados y beneficiarios de programas sociales. Pero también son ofensivos al descartar la posibilidad que personas preparadas, mejor informadas, con mayor conciencia cívica, formación política y poder adquisitivo son libres de elegir y mantener gobiernos progresistas, que se esfuerzan por acabar con la pobreza, corrupción y discrecionalidad de los gobiernos panistas, priistas y perredistas, entre otros.