SU MAJESTAD: EL ÓRGANO TUBULAR
[bctt tweet=»Los órganos tubulares disponen de uno o más teclados para las manos, llamados manuales (generalmente dos), y uno para tocar con los pies, llamado pedalier o pedalera.» username=»crisolhoy»]
De todos los instrumentos musicales, el único que merece el título de “rey de los instrumentos” es el órgano, y para efectos de este artículo, “órgano” es el único instrumento que debía llevar este nombre: el de tubos, comúnmente llamado ‘órgano tubular’, que posee una riqueza sonora como ningún otro instrumento. En algún programa de televisión, hablando del Mtro. Víctor Urbán, organista titular del OMAN (órgano monumental del Auditorio Nacional) el personaje que hablaba de él, dijo ignorantemente, refiriéndose a órgano y organista, que era uno de los pocos que “sabían” tocar este instrumento. Tocar un órgano tubular, si bien es más complicado que tocar el piano, por varias razones, no es tan extraordinario como se podría pensar, si bien es cierto que saber registrar adecuadamente no es tarea fácil.
Antes de explicar lo que es un “registro”, hablemos un poco de historia. El primer asomo a este instrumento se lo debemos a Ctesibio, inventor de la antigua Grecia, y apenas ya entrado en el S. VII, la Iglesia Católica lo adoptó como el instrumento oficial para el culto.
Para no extenderme demasiado, diré que antiguamente había órganos hidráulicos, que se valían de la presión de agua para su funcionamiento, y los había portátiles y fijos. A estos últimos se les llamó órganos positivos. Actualmente todos los órganos funcionan mediante un fuelle enorme y fuerte que provee de aire suficiente y con una presión constante para que los tubos produzcan su sonido característico. Estos tubos que van desde los de pocos centímetros hasta de varios metros, se fabrican de diferentes metales y aleaciones, y de madera. Por tradición se miden en pies. Así los sonidos más agudos los producen, por ejemplo, flautas de 2’’. Un sonido una octava más grave, sería 4’’, y otra octava más grave aún 8’’, y así, 16’’, 32’’ y a veces, hasta 64’’, sonidos muy graves. Pero no solamente hay afinaciones “puras”; también hay flautas que producen quintas u otros armónicos, llamadas mixturas. Sirven para enriquecer el sonido, no solamente en volumen, sino en textura.
Líneas arriba se mencionó la palabra: registro. ¿Qué es un registro en el órgano? Bueno, pues cada serie de tubos en sus distintas formas, aleaciones y tamaños, produce sonidos de color distintos; a cada “familia” de tubos con la misma característica, se le llama: registro. Es así que a cada tecla del órgano, le corresponde una flauta o tubo de una de estas familias; al ser muchos los registros en un órgano, hay muchas flautas o tubos que puede hacer sonar una tecla. Los grandes órganos del mundo, cuentan sus flautas por miles. Para que suene cada grupo específico de tubos, se acciona un dispositivo en forma de palanca o botón, que también llevan el nombre de registros, y que están al alcance del organista, o bien, pueden ser programados los cambios para realizar con otros botones electrónicos, también accionados por el propio organista. Como en un órgano tubular no se puede aumentar o disminuir la presión del aire para lograr más o menos volumen, como en los órganos electrónicos, el órgano tubular dispone de las llamadas cajas de expresión, que no son otra cosa que cajas con unas especies de portezuelas, que encierran a grupos de flautas y que al abrirse o cerrarse estas portezuelas, dejan escapar más o menos sonido de las flautas que guardan, dando la ilusión auditiva de mayor o menor volumen. Estas se accionan mediante un pedal llamado pedal de expresión.
Las distintas formas que tienen las flautas, (gambas, ripienos, lengüetas, trompetas, etc.) hace que ante la misma presión de aire suenen más o menos fuerte, y con colores diferentes que evocan a diferentes instrumentos reales, incluyendo a la voz humana; nuevamente recordemos la palabra ‘registro’. La sabia combinación de éstos, se llama Registración. Una misma obra, tocada por diferentes organistas, aun en el mismo órgano, tendrá un efecto sonoro diferente por la distinta registración empleada. Imaginemos un órgano de los muy pequeños que tuviese, digamos sólo 4 registros; pues bien, este órgano nos daría 12 posibles combinaciones. Ahora imagine las posibilidades que ofrecen órganos que cuentan con 100 o más registros.
Los órganos tubulares disponen de uno o más teclados para las manos, llamados manuales (generalmente dos), y uno para tocar con los pies, llamado pedalier o pedalera.
¿Por qué es tan especial un órgano tubular? Porque no hay dos iguales. Si bien las consolas (donde están los teclados y registros) pueden compartir diseño, cada órgano es fabricado tomando en consideración el sitio donde va acolocarse, sea una sala de conciertos, una capilla o una gran Catedral, y no solamente se considera el tamaño, sino el tipo y materiales de construcción, la acústica del sitio, etc. El sonido de algunos órganos es tan poderoso, que si no se ha tenido en cuenta estos datos, puede derribar un edificio con las vibraciones producidas. Y por todo ello, un órgano tubular es muy costoso, y cuando digo costoso, quiero decir eso: cuesta mucho, mucho, mucho dinero.
Por eso nos regocijamos que en el reciente incendio de Notre Dame, en París, el majestuoso órgano principal, no haya sido dañado.
Por si no fuera suficiente todo lo anterior, queda la parte plástica y visual. Estos órganos tubulares presentan, la mayoría, una gran portada con madera labrada y tubos, reales, simulados, o de ambos, que es la cara que el público ve a la distancia. En la Basílica de Guadalupe, en la CDMX, no hay portada propiamente, sino que unos tubos están artísticamente acomodados en una de las paredes del recinto, pero sin una portada, propiamente dicho. Lo que se ve del órgano principal de la Catedral de Morelia, es la portada de un antiguo instrumento que se quemó, y no el real órgano que suena, un Riojas-Tamburini, por cierto, misma casa que construyó el OMAN.
Por sus diseños y aleaciones particulares, si oye usted hablar de órganos españoles, alemanes, italianos, etc., créame que suenan muy diferente. Los órganos tubulares están más cerca de armonios y acordeones, que de los “órganos electrónicos”, de quien el Mtro. Miguel Bernal Jiménez, sugería que debían ser llamados orgatrones, electrófonos, organófonos, o cualquier otro nombre, porque órgano, solo uno: su majestad el órgano tubular.
