AMLO: DECLARACIÓN DE GUERRA SÍ VIL
(LA PRESENCIA DE CRIMINALES, PÁJAROS O HUMANOS, en nuestro estado, parece tener fuertes fundamentos. De unas semanas a esta parte se han sucedido graves hechos delictivos en la entidad. Homicidios, secuestros, amenazas, vídeos de tortura que las propias bandas suben al internet. Con respecto a la caída del helicóptero hay testimonios y vídeos que cuestionan la hipótesis de la falla. La cuestión clave es si los ciudadanos tenemos derecho a conocer toda la información para cuidarnos, protegernos, estar alertas o por el contrario es preferible ignorarlo y seguir actuando como que no pasa nada. He aquí el dilema.)
Más o menos acostumbrado a los dislates del señor que funge como presidente de la república (así, con minúsculas) admirado me hube, me quede perplejo y patidifuso cuando lo escuche en una de sus disparatas mañaneras que, si no fueran tan graves me divertirían tanto como Variedades de Mediodía con el Loco Valdéz, sólo que éste, igual de loco era más simpático. El señor presidente señaló con todas sus letras que “los conservadores” (que significa los que no se tragan mis patrañas) quieren derrotar a la 4T, por eso y porque el pueblo se lo pidió y el “gobierna obedeciendo” decidió hacerse su marcha de autoapoyo, que él mismo encabezará, para mostrar que no acarrea sino empuja y jala y que lo tiene más grande, el apoyo que los fifís.
Traducir una marcha de protesta contra una iniciativa específica para modificar las reglas de las elecciones, la integración del órgano regulador de las elecciones y la autoridad jurisdiccional electoral a unos cuantos meses del inicio de la campaña electoral para presidente de la república, como acción de guerra, suena en el mejor de los casos descabellado. Plantearlo en términos de triunfo o derrota significa no entender ni por los forros lo que es la democracia y lo que significa la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones de la autoridad.
La descalificación artera, el insulto soez, la amenaza altanera, la difamación impune, han sido constantes en el discurso del presidente. Esos rasgos demenciales no los habíamos tenido ni siquiera con un neurótico como Gustavo Díaz Ordaz, ni con un mesiánico como Luis Echeverría Álvarez, modelo que ha seguido y superado con creces López Obrador. Ya el presidente nos tenía acostumbrados a su boquiflojez, no sólo eso, sino que en realidad parece que ya nadie le toma en cuenta, aunque sin duda le han por su lado. Unos porque no implica ningún trabajo gritar ¡Viva AMLO! A cambio de su limosna que en un país que en los últimos cuatro años ha crecido gravemente el número de personas en pobreza extrema, esa bicoca significa la diferencia entre comer o no comer una semana. Para otros es el aferrarse a un güeso burocrático, ya lo decía el Tlacuache Garizurieta: “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.
La interpretación del presidente es preocupante. Que a los que disentimos de alguna o muchas de sus posiciones políticas nos traslade al campo de batalla y asemeje la disensión a una pretendida derrota, muestra que los valores de la democracia se han trastocada completamente en la mente presidencial, con el agravante de que sus incondicionales son incapaces de formularle una observación, darle un consejo o, menos aún, opinar en contra. Ha dado repetidas muestras de la suerte que corren quienes se atreven a plantear objeciones a sus ocurrencias, la más reciente sin duda es el caso del ex-gobernador del Banco de México, al que corrió de una manera elegante, disimulada con una propuesta extemporánea y sin apoyo, para presidir el BID, con berrinche al canto, pero que finalmente le dejo libre la gubernatura de Bancomex.
Discrepar, disentir, opinar en contrario es una cosa, ser adversario, otra, pero ser enemigo, otra muy distinta, Estar en un campo de batalla en una guerra civil es gravísimo. Que el presidente haya venido dividiendo el país de manera persistente en todas y cada una de sus intervenciones, es triste para una nación que lo que requiere es unidad, esfuerzo común, jalón parejo. Sólo que las democracias plantean un problema de origen, el tirón no puede ser para donde quiera el mandatario, tiene que ser para donde quiera el mandante, que es el pueblo.
Probablemente el mejor ejemplo reciente sigue siendo el del Pacto de la Moncloa, en España, entonces los españoles recién salidos de la dictadura y recién restablecida la monarquía se encontraron para fortuna, con un monarca con visión liberal y democrática. Un país dividido se unió en un pacto, el de la Moncloa, de donde surgió la Constitución, en el que dejaron aparte las diferencias y se centraron en lo que tenían en común.
Seguramente la visión del país que tiene López Obrador, si es que tiene alguna, más allá de la de ser la única voz, la única opinión, el único rumbo, no la compartimos una parte importante de la ciudadanía, parte que comprende estadísticamente los que tienen más formación y más información, los que tienen más aspiraciones, los que sostienen la economía, los que soportan la carga impositiva, los que tienen derecho a ser escuchados y tomados en cuenta. El que no la compartamos no significa que somos enemigos, significa que en un país pluricultural y pluriétnico como el nuestro, todos tenemos derecho a ser escuchados y a ser valorados.
Nuestro gobierno es representativo y federal, la propuesta electoral disminuye esos atributos, al pretender pasar por alto a las representaciones partidistas del Congreso y al pretender centralizar la función electoral en un órgano que sería un retroceso a los tiempos del presidencialismo mas atroz.
Ojalá el presidente haga una tregua en su imaginada guerra y recuerde que prometió gobernar para todos los mexicanos y cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes.
(EL DISTRACTOR MUNDIAL Y LA APOLOGÍA DEL VICIO.- La medicina, particularmente la que trata con adicciones, desde hace tiempo ha considerado como una patología a la llamada “ludopatía”, la adicción a los juegos de azar en todas sus manifestaciones, incluso las que se disfrazan de un complemento deportivo se ha desarrollado a partir de una proclividad, estimulada por un bombardeo de propaganda dolosa que te induce a ser víctima de fraude, utilizando de pilón argumentos patrioteros y a un estereotipo de “charre”. La autoridad está obligada a prohibir esa publicidad.)
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