Antígona murió hace demasiados años

Antígona murió hace demasiados  años

[bctt tweet=»Tanto habían escrito sobre el amor que ahora se había convertido en una inversión;» username=»crisolhoy»]

Tanto se había hablado de amor que ahora las palabras casi ya no importaban; sólo a contadas y rutilantes exepciones.

La música de Bach movía mis cortinas también; pero ahora ya no econtraba amorosos por la calle pateando piedritas para tristeza de don Jaime. Si  él  sublime poeta volviera  a vivir como afirman del pobre de Lázaro; fumaría el doble de cigarrillos para morirse con su vicio y su placer.

Si el dinero se escapaba  el amor volaba como un furibundo viento, como un huracán;  y la calma y los diálogos hasta en la banqueta  no existían:  solo importaba el trabajo para  no tener nunca tiempo, la diversión y los actos; principalmente el  acto de consumo, el lugar que frecuentas, la ropa que usas, aquello que comes,  la region donde vives,  el lugar donde te diviertes;  todo esto creían define lo que eres, lo que dabas, el valor que tienes; una gente importante nunca se junta con donadies, todo pareciera importar más que lo que dices o crees, que lo que posiblemente eres.

Tanto habían escrito sobre el amor que ahora se había convertido en una inversión; no tenia nada de raro que se mercantilizara, y el cuerpo significaba  un altar estético, el alma algo con lo que se puede hacer comercio, la fidelidad algo de siglo pasado, la lealtad algo que inventó un demente sin remedio, quizá el estertor de un valor Judeo-Cristiano.

La misma moral era estética; la muerte de una mosca nunca causaba tristeza,
la peste de un vago siempre daba asco,
sus deseos  también; el sufrimiento  atroz de los feos no importaba, solo las personas con belleza física podían ser hedonistas y tener orgías, la moral se fundamentaba en  la estética más  burda.

Y en un mundo de  desesperada competencia, evolución, transformación,  nihilismo, alienación. Era completamente natural pensar que el amor, la compasión, la devoción, la inagotable pasión; eran todos conceptos en extinción.

La música de Bach aún movía cortinas, fue entonces cuando se me apareció en un ensueño Oscar Wilde y me espetó:

-El único amor: incondicional, leal, pasional, inagotable; es el amor propio.

Antígona  murió hace demasiados años alcance a farfullar mientras suspiré de la forma más patética posible.

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Alejandro Marengo

Mendigo de sueños, distópico, surrealista.   La enajeción desiderativa a la mercancía dinero, se paga siempre con libertad.

Alejandro Marengo

Mendigo de sueños, distópico, surrealista.   La enajeción desiderativa a la mercancía dinero, se paga siempre con libertad.

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