La disputa por los votos: nuevas contiendas, mismas estrategias

La disputa por los votos: nuevas contiendas, mismas estrategias

 

¿Cómo intentarán obtener los votos que necesitan para ganar los partidos políticos y coaliciones que se disputarán la gubernatura del estado de Aguascalientes?

Básicamente poniendo en el tablero del juego electoral las dos estrategias más socorridas en la actualidad: la movilización clientelar de la ciudadanía simpatizante y la persuasión mediática de la ciudadanía crítica. Indebidamente, ninguna de las dos estrategias considera a escépticos y antisistema (que no creen y/o no participan en el juego electoral) y que representan más o menos la mitad del electorado.

En lo que por momentos parece un manual para operadores electorales, los autores del libro Dinero bajo la mesa. Financiamiento y gasto ilegal de campañas políticas en México (Integralia Consultores y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, Ciudad de México, 2018), que citaré en extenso enseguida, ilustran clara y cínicamente lo que ellos mismos denominan el modus operandi de una práctica corrupta que está socavando los cimientos de legalidad y equidad de las elecciones en México”. Y lo traigo a colación no solo porque ilustra sobre el tema de esta reflexión, sino, sobre todo, porque pareciera una apología de esa práctica y que, aunque es sometida a crítica, se presenta como la forma vigente de hacer política electoral en todo México.

El actual modelo de clientelismo electoral surgió a principios de los años noventa. -El PRI- diseñó la estructura de promoción electoral que sigue vigente en la actualidad. La introducción del modelo piramidal es el cambio más significativo después de 1988, -cuando- el PRI enfrentó la primera elección competida de la época moderna. Otro cambio importante surgió después de que el PRI perdió por primera vez la presidencia de la República (2000). Los encargados de promover el voto, otrora voluntarios, comenzaron a cobrar. Surgieron los intermediarios entre promotores y partido (brókeres). Cambió la forma de hacer campaña: el viejo clientelismo transitó a un sistema profesional de estructuras contratadas para fines electorales. Los demás partidos emularon al PRI y armaron sus propias estructuras piramidales, actualmente todos los partidos cuentan con estructuras parecidas.

El dinero invertido en prácticas clientelares resulta un buen negocio para operadores políticos y donadores de campañas. Si -antes- los partidos contaban con voluntarios, ahora -son- “mercenarios electorales”. Los donadores de fondos, consideran atractivo el clientelismo porque -es una manera- de asegurar el retorno de su inversión.  La impunidad es un incentivo para -financiar- costosas campañas electorales.

Actualmente, las estrategias se diseñan -por caros- despachos de consultoría política. Para armar la estrategia parten de información básica -como- lista nominal por género y condición socioeconómica; porcentaje de participación ciudadana; votos obtenidos en la elección anterior; relación actualizada de militantes y simpatizantes del partido. Con esos datos, se estima la votación total necesaria para ganar, así como el número de sufragios que falta conseguir. Este último se obtiene de restar el voto duro —el mínimo garantizado por el partido— a la votación necesaria para ganar. Para estimar el voto duro se elabora un padrón preliminar de votantes potenciales, derivado de los resultados conseguidos en la elección previa. Se depura y se realiza un primer ejercicio de promoción del voto. 

La estrategia consiste en sumar al voto duro los adeptos necesarios para ganar; esos votos se buscarán en el “mercado en disputa”, que son los indecisos y los votos blandos tanto del partido como de la oposición; estos electores son los más propensos a cambiar su decisión. El modo es mandar a los promotores a que consigan esos votos, ya sea convenciendo a integrantes de su círculo cercano (familiares y amigos), o utilizando tácticas como la compra, la coacción y la movilización del voto. La práctica clientelar por excelencia -es- ir casa por casa convenciendo a la gente. Quienes manifiestan su afinidad se consideran promovidos y se integran a una lista para el día de la jornada. Una modalidad menos utilizada, pero que ocurre es la coacción del voto, es decir, amenazar o castigar a quien no otorgue su apoyo. En entidades con mayor presencia del crimen organizado, las fuerzas políticas (SIC) ejercen presión mediante -amenazas- golpear, mutilar o asesinar operadores políticos del partido contrario. Se dice que este mecanismo es menos costoso que comprar el voto.

No hay organización clientelar única. Existen las familiares, gremiales, caseras, de promoción del voto y de operación electoral. Las dos últimas se han profesionalizado y están en todos los partidos y procesos electorales. Para ejemplificar el mecanismo, “promocionar y ‘vender’ a un candidato —según un político entrevistado— es igual que promocionar y vender jabón de ropa: se requiere un equipo de mercadotecnia (promoción del voto) y un equipo de ventas (operación electoral)”. Para ambos tipos de estructura se usan promotores sin afiliación partidista; se los conoce como “mercenarios electorales”. 

Por haber perdido popularidad, el PRI es el que más utiliza este tipo de asistencia para reforzar la labor de sus militantes. Por el contrario, en 2017 Morena fue la organización política con menos estructuras mercenarias y con más voluntarios, debido a la esperanza y motivación que generó en un segmento de la población. Por su parte, el PAN emplea una mezcla de unas y otras estructuras, a pesar de que su red de voluntarios ha ido a la baja, lo que contrasta con la elección de 2000, cuando era muy amplia, en parte por el ánimo creciente de “sacar al PRI de Los Pinos”.

El gasto estimado -en estructuras clientelares- puede superar más de quince veces el tope legal de campaña -en parte- por el costo de la operación en tierra. La mayor parte de esos recursos -se destinan- a estructuras clientelares piramidales de promoción del voto y operación electoral. Se estima que un promotor de colonia o manzana pueda ganar entre 500 y 2,500 pesos al mes; un coordinador seccional, entre 2,500 y 20,000; un coordinador distrital y municipal, entre 10,000 y 30,000, y un coordinador regional, desde 20,000 hasta 80,000. Por otro lado, aunque en teoría los representantes de casilla y representantes generales ofrecen su servicio de manera gratuita, se sabe que reciben un “apoyo” de entre 300 y 2,500 pesos mensuales; también los abogados reciben entre 500 y 1 500 pesos al mes.

La principal consecuencia del clientelismo es la alteración de la equidad de la contienda y la distorsión de la voluntad de los electores. Ofrecer mejores regalos; tener más medios de transporte para movilizar a los electores el día de la jornada; pagarle a un mayor número de representantes de casilla; comprar más credenciales de elector, todas ellas son medidas que pueden influir en el resultado principalmente cuando la diferencia entre el primero y el segundo lugar es muy pequeña. En esa lógica, el candidato o partido con mejores estructuras piramidales y que más invierta en prácticas clientelares estará en ventaja sobre quien gaste menos. -Pero- hay partidos con una red de voluntarios que no perciben un ingreso -y- desarrollan las mismas conductas tendentes a incidir en el sentido del voto.

Ofrecer bienes y servicios a cambio de apoyo político genera una red de favores y compromisos que, a su vez, engendra una trama de corrupción. Por ejemplo, pactos con el sector transportes para movilizar votantes puede resultar en permisos y concesiones fuera de la ley, o en aumento a las tarifas. Otro ejemplo es la promesa de empleo a intermediarios o promotores del voto –que- en el peor escenario, -una vez en el gobierno- terminarán administrando recursos públicos en beneficio privado*.

* Tomado del libro: Dinero bajo la mesa. Financiamiento y gasto ilegal de campañas políticas en México. Integralia Consultores y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, Ciudad de México, 2018. Primera edición, mayo de 2018. p.p.c. 132 a 154

En Aguascalientes, según los autores del libro, los partidos políticos, principalmente los de la alianza aberrante, centran sus esfuerzos en las clientelas electorales, y mediante mensajes publicitarios, orientados a la manipulación de las emociones, pretenden convencer a quienes deciden su voto sobre la marcha o de última hora. MORENA tiene la obligación política y moral de marcar la diferencia y proponer otras formas de hacer campañas.

Y aunque la brecha para alcanzar y superar al PAN y sus aliados es enorme, como se reitera enseguida, en un rápido recuento de los hechos de 2016 a 2021, también sabemos, por el 2018, que si se puede, que “la derecha neoliberal no es invencible”.

De 2016 que fue la anterior elección de Gobernador hasta hoy, en vísperas del arranque de las campañas de 2022 para el mismo cargo, no se ven cambios en las estrategias del modelo clientelar de los adversarios políticos, a pesar de que en 2018 el mapa electoral y las preferencias ciudadanas sufrieron sacudidas radicales con la irrupción de una ciudadanía consciente y enojada que llevó a MORENA en el escenario nacional, a ser el nuevo partido hegemónico. Hagamos memoria.

En 2016, con una votación cerrada en favor del PAN, se impusieron las estrategias clientelares de la derecha: el ala PAN 202,630 votos, mientras que el ala PRI y aliados “PT, PVEM y NA” 188,451 votos, en conjunto, lograron el 84.7% del voto. Y en el lado opuesto, las minorías marginales de ese entonces: PRD, MORENA, PES, Candidato independiente y los no registrados, en conjunto 58,871 votos. En 2016 MORENA no figuraba, incluso quedó 9 mil votos por debajo del PRD.

Dos años después, en 2018, la elección presidencial rompió la inercia del poderío de las prácticas clientelares del PAN y PRI en Aguascalientes y mostró que, efectivamente, ni el dinero ni las mañas ilegales se imponen al ánimo ciudadano y que su libre ejercicio vale más que la compra y la coacción del voto. Se impuso una rebelión cívica en las urnas, que nadie esperaba tan radical, en la que la ciudadanía crítica y parte de la ciudadanía simpatizante de la derecha, enojados o decepcionados, no solo les retiraron el voto a sus candidatos, sino que se lo dieron a Andrés Manuel López Obrador y al ex candidato independiente, hoy preso, Jaime Rodríguez Calderón, “el Bronco mocha manos”.

En esa contienda el PAN no perdió base social como el PRI y el PRD y el ganador fue MORENA que salió de los sótanos de la competencia electoral para convertirse, de la noche a la mañana, en la segunda fuerza política de Aguascalientes. Sentadas las nuevas bases sociales de la reconfigurada derecha neoliberal en Aguascalientes, faltaba ver que tan sólido o efímero habría sido el voto de apoyo crítico a morena, eso se vería reflejado en las siguientes elecciones, las de 2019 y 2021.

En dichas elecciones la expectativa era si morena podría o no desplazar al PAN como fuerza hegemónica o al menos romper su base social y socavar su poder político. Los esperados triunfos en 2019 no llegaron, la votación por MORENA cayó por debajo de las expectativas mínimas (igualar al menos la votación por diputados locales de 2018) y lo más grave, para 2021 perdió todos los espacios políticos de representación popular ganados por mayoría en 2018. Las pérdidas hubiesen sido totales si no se hubiese ganado, en este periodo, los gobiernos de dos ayuntamientos:

  • De 2018 a 2019, en las elecciones de ayuntamientos, morena perdió alrededor de 50 mil votos, considerando el peor resultado de 2018 (votación de diputados locales), pero comparado con el mejor resultado (votación para Presidente), se perdieron más de 90 mil. Y ganó en Asientos.
  • De 2019 a 2021, aunque aumentó 30 mil los votos en la elección de ayuntamientos 2021, rebasando la frontera de los 100 mil en el estado; sin embargo, nuevamente, no alcanzó la peor votación de 2018 y perdió todos los espacios políticos ganados en ese año. Las pérdidas habrían sido totales si no se hubiese refrendado Asientos, y sumado un nuevo municipio (Rincón de Romos) que se ganó por los aliados, ya que los votos por MORENA no fueron decisivos.

Finalmente, el saldo para MORENA en este periodo, como representante en Aguascalientes del gobierno del cambio verdadero, comparado con el partido hegemónico de la derecha neoliberal en el corazón del conservadurismo político y social, en la tierra de la gente buena, fue bueno porque salió de los sótanos de la competencia electoral y se consolidó como la segunda fuerza política, pero fue malo porque no se aprovecharon las inmejorables condiciones para consolidar las simpatías y conservar el voto “crítico” de un importante sector de clase media de Aguascalientes dado en prenda en 2018, por lo que de 2018 a 2021 bajó su nivel de competencia.

Visto como proporciones aproximadas de los votos por diputados federales y locales: por cada 100 votos obtenidos por el PAN en 2018, morena obtuvo 80 (ese ha sido hasta ahora su mejor nivel de competitividad); pero para 2021 la proporción bajo a 56.

En estas condiciones se presentan los dos proyectos en disputa en Aguascalientes: el favorito, es el bloque conservador de la derecha neoliberal que agrupa al PAN, PRI y PRD que buscan un triunfo contundente, que lo será si logran conservar a sus simpatizantes (la clientela electoral y crítica de cada fuerza aliada). Desde esa óptica, tendrían que ganar la elección con una votación favorable mínima de 350 mil votos. Aunque, para ganar, el PAN no necesita ni al PRI ni al PRD. Si conserva los votos obtenidos hasta ahora y morena no crece, tendrá asegurado el triunfo. 

Y MORENA que gobierna desde la izquierda a nivel federal y tiene en Aguascalientes un enclave de la cuarta transformación en dos municipios, en los que se debiera estar gobernando sirviendo primero a los pobres, para ganar, necesita algo más que su voto duro, necesita convencer a los beneficiarios de los programas sociales, sin las nefastas estrategias clientelares, a que apoyen con su voto; requiere convencer a la ciudadanía crítica que le prestó el voto en 2018 y se lo retiró en 2019 y 2021; le urge motivar a la ciudadanía escéptica, que es beneficiaria de las políticas públicas pero que no votan, para que ahora si lo hagan.

Por lo que dejan ver las encuestas, el voto de simpatía lo tiene asegurado MORENA, los actuales porcentajes de intención le dan, traducidos a posibles votos, poco más de 150 mil y entre escépticos y abstencionistas, si los convence, debiera conseguir al menos alrededor de 50 mil votos.

Pero si MORENA aspira realmente a ganar, tendrá que encontrar la forma de convencer a la ciudadanía indecisa, a los simpatizantes de la derecha neoliberal, críticos de la aberrante coalición PAN-PRI-PRD, y a los jóvenes que no votan porque que todos los partidos son iguales, de que su candidata no es mercancía, sino la cabeza y legítima representante de la cuarta transformación de la vida pública de México en Aguascalientes, que tiene el programa para gobernar para todos, privilegiando la atención urgente a los más pobres.

Si logra llevar este mensaje y convencer a esa parte de la ciudadanía, entonces estará superando, tal vez, la barrera de los 250 mil votos, con los que se podría decir, ahora sí, que está disputando seriamente el triunfo electoral por el Gobierno del Estado, a la derecha neoliberal.

Antonio Alvarado
Antonio Alvarado

Antonio Alvarado Cedillo ISSSTE Pensionado por 30 años de servicio en INEGI Activista político y social, ahora de tiempo completo, después de 10 años trabajados como obrero y 30 de burócrata. Nacido en la Ciudad de México, con el gusto de viajar por los rincones de México.

Antonio Alvarado

Antonio Alvarado Cedillo ISSSTE Pensionado por 30 años de servicio en INEGI Activista político y social, ahora de tiempo completo, después de 10 años trabajados como obrero y 30 de burócrata. Nacido en la Ciudad de México, con el gusto de viajar por los rincones de México.

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