La pandemia nos desnudó y puso a la vista las heridas
[bctt tweet=»Si no quiere ser hablada desde el Norte, América Latina debe ser parte de las grandes discusiones globales.» username=»crisolhoy»]
El balance, aún provisorio, de lo ocurrido en América Latina en tiempos de covid-19 deja un gusto amargo y una sensación ambivalente. La pandemia colocó en el centro cuestiones antes periféricas, pero las reacciones son todavía débiles para enfrentar la necesidad de cambios profundos derivada de la crisis socioecológica. Si no quiere ser hablada desde el Norte, América Latina debe ser parte de las grandes discusiones globales.
Maristella Svampa, la investigadora y escritora argentina, en un artículo publicado en la estupenda revista Nueva Sociedad. nos ofrece nuevas tesis para un balance provisorio sobre la pandemia y sus secuelas en nuestra Latinoamérica,
Y es que, por fuerza, a manera de reflexión viral, 2020 no será un año para el olvido. Disruptivo y devastador como pocos, deja enormes heridas sin restañar en nuestros cuerpos, en nuestras subjetividades y memorias. Y aunque algunos esperan un 2021 más tranquilizador, nadie puede en rigor asegurar que lo que se abrió en este inicio de década con la pandemia de covid-19 vaya a cerrarse con una o más vacunas milagrosas. La dinámica desencadenada nos advierte sobre los contornos de una configuración civilizatoria cuyas características globales, regionales y nacionales todavía no están del todo definidas, pero cuyos ejes y puntos de referencia pueden vislumbrarse.
Dentro del extenso ensayo, lúcido y documentado, nos explica que la pandemia de covid-19 colocó en el centro de la escena problemáticas que antes estaban en la periferia, minimizadas o invisibilizadas. Por un lado, puso al desnudo las desigualdades sociales, económicas, étnicas y regionales y los altos niveles de concentración de la riqueza, haciéndolos más insoportables que nunca. Tras varias décadas de neoliberalismo, evidenció el retroceso de los servicios básicos, en relación no solo con la salud sino también con la educación (la brecha digital), en el acceso a la vivienda y la degradación del hábitat.
Igual, comenta la celebrada autora, la diseminación del virus mostró el fracaso de un modelo de globalización neoliberal consolidado en los últimos 30 años al calor de la Organización Mundial del Comercio (omc), lo cual no quiere decir que el neoliberalismo esté muerto o agónico; lejos de ello. La crisis desatada por la pandemia exacerbó las desigualdades extremas en todos los niveles. A escala latinoamericana, según un informe de Oxfam, las elites económicas y los superricos ampliaron su patrimonio en 48.200 millones de dólares, 17% más que antes de la aparición del covid- 19, mientras que la recesión económica provocaría que 52 millones de personas caigan en la pobreza y más de 40 millones pierdan sus empleos, impulsando un retroceso de 15 años para la región.
Realidad contundente. El virus mostró hasta qué punto estamos frente a un mundo de dueños, pues como sostenía la antropóloga Rita Segato ya antes de la pandemia, la palabra desigualdad no alcanza para graficar tamaña obscenidad: «Este es un mundo marcado por la dueñidad o el señorío».
Como afirman las agrupaciones juveniles, muy presentes en estas luchas, la crisis nos enfrenta a otros «mandatos de deconstrucción», no solo en las relaciones de género sino también en lo ecológico. El tema no es menor, pues una parte importante de las ciencias sociales y humanas, sea por indiferencia, por comodidad o por pura negación, ha venido dándoles la espalda a las problemáticas socioambientales, las cuales aparecen confinadas a ciertos «nichos» (ecología política, economía ambiental, sociología de los movimientos sociales, geografía crítica, entre otros), cuando no solamente reservadas a especialistas de las ciencias naturales o ciencias de la Tierra, como si lo ambiental no hablara del planeta, de nuestra casa común, y solo remitiera a un aspecto parcial, una variable más, abordable desde una de las tantas disciplinas existentes.Y hasta aquí por esta vez.
Gracias por tanto, Manolo.
* A Manolo Ramírez de la Torre, quien ayer se nos adelantó.
Ante tantas experiencias deberíamos de alguna manera estar preparados a ver la muerte como una forma de vida. Se nos dice que debemos aprender a verla en la misma luz en que se da el nacimiento, el principio, pero la verdad en momentos como este nos sentimos desolados, llenos de pena y de nostalgia por la partida de alguien con quien tanto compartimos. El reino de este mundo, el camino lleno de significados, pensamientos, soñares vivencias y recuerdos, para, se detiene, y las palabras se escapan como agua entre las manos. No encuentra uno el tono, la emoción nos sobrepasa.
Gracias Manolo, por todo, por tu amistad, por tu cariñosa compañía, por ayudarnos a ser mejores personas, por tu generosidad y tu amor por la vida, por tus resistencias, por tu solidaridad, por dejarnos un recuerdo tan limpio, por tu sonrisa amplia y transparente, por tu risa fácil e inteligente, por tus consejos. Hasta siempre.
Publicado en “Hidrocálido” 24.02.2021