SAINETE (NO MUY) DIPLOMÁTICO
(CONDECORACIÓN A DICTADOR.- El presidente de México condecoró con la Orden del Águila Azteca, máxima que otorga nuestro gobierno, al dictador en turno de Cuba. Es cierto que no es la primera vez que se condecora a un dictador, Leónidas Trujillo, Fidel Castro y otros dos o tres, pero con la cantaleta esa de que “no somos iguales” uno empieza a creérsela y “sopas” el golpe de realidad. El Kakash si es igual a Díaz Canel, a Maduro, a Daniel Ortega y otros de su calaña: las aves del mismo plumaje vuelan juntas.)
Es un hecho que México se ha comportado como tercer país de recepción de migrantes. Acordado o no, nuestro país ha puesto al servicio de EE.UU. una cantidad considerable de personal militar, ejército, marina y guarida nacional, para evitar el cruce de los migrantes hacia el país del norte. Bien tratando de frenarlos en la frontera sur, bien “rescatándolos” (eufemismo usado para referirse a la detención ilegal de que hace objeto a los migrantes), bien buscando impedir que crucen en el norte y finalmente recibiendo a las deportaciones masivas de los güeros para mantenerlos detenidos, mientras deciden si permiten ingresar a algunos, o de plano deportándolos a sus países de origen. Si tiene patas de ganso, plumas de ganso, pico de ganso y grazna “no somos iguales”, es un ganso.
El inicio hospitalario de la política hacia los migrantes (seguramente se recuerdan los mensajes de bienvenida de Olga María del Carmen Sánchez Florero cuando fingía [así, amigo corrector] como Secretaria de Gobernación) para prontamente transformarse, luego de las reuniones de AMLO con “Tromp”, las cañas en lanzas, y los mensajes de bienvenida en redadas para encarcelarlos en lugares hacinados, insalubres, plagados de chinches, pulgas, piojos y otros parásitos, denominados optimísticamente como “estaciones migratorias”. Tuve la oportunidad de conocer de primera mano los informes de la CNDH, antes de que se convirtiera en una dependencia más del ejecutivo y era evidente que la política de trato a los migrantes la dictaba el presidente de los EE.UU. Donald Trump a través de su amigo Andrés Manuel y, desde luego, con el apoyo para llevarla a cabo.
Es un hecho que la hoja del árbol no se mueve sin la voluntad de Dios. Cualquier mexicano medianamente informado, es decir bastante menos de la mitad de la población, sabe, y la otra mitad lo intuye, que una medida de esa naturaleza, mediante un acuerdo expreso o mediante la aceptación tácita de un trato determinado con los migrantes que pretenden llegar a EE.UU., pasando por nuestro país no puede ser decidido por el Secretario de Relaciones Exteriores, muchísimo menos por una embajadora, por más prestigio, experiencia o ascendiente que pueda tener.
La escandalosa revelación (esta sí revelación), del ex Secretario de Estado norteamericano Mark Pompeo, de que el presidente Trump forzó al presidente mexicano a aceptar ser tercer país receptor de migrantes, colocó a AMLO por enésima ocasión en una situación ridícula, que sin embargo, ya se le ha convertido en el pan nuestro de todos los días, no hay día en que no tenga que tragarse sus palabras, cantinfleando, para lo cual tiene una gran habilidad, mintiendo descaradamente para lo cual no canta mal las rancheras o, algo muy frecuente buscando quien pague el pato o el ganso.
Ebrard sería un buen señuelo para desviar los escopetazos contra el ganso, sólo que, por lo pronto es de los cuatro que han aceptado con la mayor indignidad que se les endose el mote de “corcholatas” del presidente ¡Hasta dónde llega la abyección y la ambición!. El presidente no puede ser responsable de un pacto tan indigno y antipatriótico, que por añadidura resulta violatorio de los Derechos Humanos y de los tratados que México tiene suscritos con organismos internacionales, particularmente con la ACNUR de la ONU, que ha sostenido reiteradamente que “migrante no es delincuente”. De no ser el presidente y el presidente no podría ser, ¿Quién tendría la responsabilidad de suscribir un pacto de la naturaleza de precisar el trato a migrantes. De acuerdo con la leyes mexicanas, los tratados tienen que ser suscritos por el Presidente y ratificados por el Senado. En este caso no había alternativa el responsable habría de ser Ebrard.
¿Qué qué? ¡De ninguna manera! Pompeo mintió, nunca se acordó cosa semejante. Pero hete aquí que la embajadora eminente y emérita Martha Bárcena saltó a la palestra y ¿qué creen?, según ella Marcelo engañó al presidente, él acordó lo de México tercer país de recepción de migrantes, Pompeo tiene razón, sólo que no fue Trump quien forzó a AMLO, sino que las ambiciones presidenciales de Ebrard le llevaron a acordar ese pacto con tal de contar con el apoyo de los güeros para su eventual candidatura a Presidente de la República. Marcelo sacó las uñas y echó mano de su experiencia internacional, estuvo viviendo en el extranjero hasta que prescribieron sus responsabilidades como Jefe de Gobierno, y…pues nada, ¡fue la embajadora la que hizo el acuerdo engañando a todos.
Si no fuera algo tan serio, este sainete resultaría divertidísimo. ¿Puede alguien en su sano juicio creer que una embajadora pueda pactar un asunto de naturaleza tan delicada que implica movimientos de tropa y de guarida civil? ¿Puede alguien creer que un secretario de estado norteamericano piense que basta convencer a la embajadora para lograr un cambio en una política nacional anunciada por el presidente de una nación vecina? ¿Puede alguien aceptar la versión de que AMLO no lo sabía, que Ebrard no lo sabía y que 27,000 soldados se desplazaron por la decisión de una embajadora.
El gobierno de la 4T quiere seguir creyendo que los mexicanos somos retrasados mentales, al menos así pretende tratarnos.
(ALERTA EN AGUASCALIENTES.- No se puede tapar el sol con un boletín, ni la luna con el disimulo. Los hechos se suceden prendiendo focos de alerta que sólo el que no quiera verlos no los ve. La presencia desde hace muchos años de los grupos de delincuencia organizada es patente. Por alguna razón, su actividad no siempre se expresa en la violencia sobre la ciudadanía, quizás la preeminencia de uno sobre otro, quizás pactos inconfesables, quizá la mano protectora de la Virgen, ¡qué se yo!. El hecho es que están aquí y no están de vacaciones.)
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