La realidad es un delirio

[bctt tweet=»Parafraseando a Walter Benjamín: 《Por cada Revolución fallida surge un brote de fascismo.》 » username=»crisolhoy»]
《 Althusser improvisó una tipología de líderes revolucionarios digna de la clasificación que hizo Kierkegaard de los seres humanos en funcionarios, criadas y deshollinadores: los que citan refranes, los que no citan refranes, y los que se inventan (nuevos) refranes. Los primeros son unos bribones (es lo que Althusser pensaba de Stalin), los segundos son grandes revolucionarios condenados al fracaso (Robespierre); y solo los terceros comprenden la verdadera naturaleza de una revolución y triunfan por un tiempo.》Slavoj Zizek, El coraje de la desesperanza.
En México, muchos pretendieron ser profetas; anticipaban el triunfo de un populismo muy semejante al de Venezuela; ideólogos de izquierda, jacobinos: (esos que citan refranes una y otra vez como el presidente), aplaudían un triunfo aplastante en las elecciones nacionales. Un populismo continental desde hace tiempo, causaba la celebración de ideólogos Marxistas/Leninistas como Enrique Dussel, o Paco Ignacio Taibo.
Maduro, Mujica, el eterno Evo, el mártir Lula Da Silva, el Dr. Rafael Correa; el transformador de la historia Andrés Manuel López Obrador. Un supuesto bloque anti imperialista que no tuvo fuerza continental como la Unión Europea, ni económica, ni era enteramente Marxista: iba a poner a Latinoamérica en calma ante el voraz capitalismo atroz, difícilmente alguno de ellos propuso: ¿Cómo separar a los mercados del Estado? Puesto que el Estado depende de los impuestos y los mercados. El transformador cuando tomó el poder en México, juró: 《separar el poder económico del poder político. 》
Me da la impresión que el transformador, no tomó en cuenta la definición del Estado según Frédéric Bastiat (1801-1850):
《 ¿ No es ello la causa de todas nuestras revoluciones? Porque entre el Estado, que prodiga promesas imposibles, y el público, quien ha concebido esperanzas irrealizables, se vienen a interponer dos clases de hombres: los ambiciosos y los utópicos. Su papel está totalmente trazado por la situación. Es suficiente a estos cortesanos de popularidad gritar a las orejas del pueblo: «El poder te engaña; si nosotros estuviéramos en su lugar, te colmaríamos de beneficios y te liberaríamos de impuestos».
Y el pueblo cree, y el pueblo espera, y el pueblo hace una revolución.
Tan pronto sus amigos se encargan de los asuntos, son urgidos a ejecutarlos. «Denme luego trabajo, pan, seguros, crédito, instrucción, colonias, dice el pueblo, y sin embargo, según sus promesas, libérenme de las garras del fisco».
El Estado nuevo no está más apurado que el Estado antiguo, pues, en realidad lo imposible bien se puede prometer, pero no cumplir. Busca ganar tiempo, que le hace falta para madurar sus vastos proyectos. Primero, hace algunos tímidos ensayos; por un lado, extiende un poco la instrucción primaria; por el otro, modifica un poco el impuesto de las bebidas. Pero la contradicción sale siempre por delante; si quiere ser filántropo, está forzado a permanecer fiscal; si renuncia al fisco, le falta renunciar también a la filantropía.》
Resulta que el transformador nacional, el emulador de la historia mexicana revolucionaria, resultó muy capitalista, ve con buenos ojos al Fondo Monetario Internacional. Prometió no tocar la independencia del Banco de México, ni la sagrada propiedad privada que pone a todos muy alterados después de lo de la crisis de los misiles en los lejanos sesentas, después de los problemas de Kissinger con Salvador Allende sobre las minas de cobre y los medios de producción, decidió ser muy amigo del: “odiado imperio para estupefacción de todos.”
La funesta ironía consiste en que los ideólogos de derecha, una amplia oposición mediática en México, también consideraban al transformador presidente: un Bolivariano más, resulta que cometieron el mismo obtuso error de interpretación que sus odiados y defenestrados rivales ideológicos.
El presidente transformador seguía insistiendo en separar al poder económico del poder político pero un soleado día:
El presidente festejó en el palacio con el millonario internacional Carlos Slim, festejó con el《 Ancien Regime Salinista; 》como lo definió su Secretaria De La Función Pública, festejó para buscar la popularidad del pacifista Mandela, resulta que había perdonado, absuelto a la mafia del poder, o el apartheid mexicano.
Rodeado de seguidores felices y aplausos, todos contemplaban a un pacifista transformando al país, los supuestos marxistas; no pronunciaron palabra alguna , ni disidencia, al contrario, la reforma del Estado estaba en puertas pactando con la oligarquía. El PRI influido por Fidel Castro, el partido del general Lázaro Cárdenas, en tiempos del sexenio de López Mateos, parece presentó más oposición y resistencia al capitalismo, que la gran transformación económica, moral e histórica de México.
Como si no fuera poco confundir al transformador con un Revolucionario; para fortuna de Fidel Castro, – ya había fallecido cuando el presidente transformador: evitó a toda costa una confrontación económica con el “malvado imperio capitalista”, a cambio de militarizar la frontera mexicana y filtrar emigrantes impulsados por el colapso económico de sus países, por el socialismo inoperante del continente -, casi toda Centroamérica suplica ayuda del imperio, Guatemala se ofrece y convierte en país seguro del “malvado imperio amigo». Fidel de haber visto esto, no se que habría declarado, quizás habría muerto de nuevo.
Resulta que se busca un capitalismo de rostro humano, criticando la acumulación de capital, sin saber como generar riqueza, sin tener ningún sistema alternativo al capitalismo. Suena a las condiciones perfectas para la tormenta perfecta, citando de nuevo al esloveno:
《Recordemos el diálogo que mantuvieron Lenin y Trotski justo antes de la Revolución de Octubre. Lenin dijo: «¿Qué será de nosotros si fracasamos?» A lo que Trotski contestó: «¿Qué será de nosotros si triunfamos?») El problema es que esta tríada casi nunca se presenta en su progresión lógica: la rabia caótica se diluye o se convierte en populismo de derechas; la rebelión triunfa pero pierde energía y acaba transigiendo de múltiples maneras. Por eso la furia se da no solo al principio, sino también al final, como resultado de proyectos emancipadores fracasados…》 S.Zizek, El coraje de la desesperanza.
Parafraseando a Walter Benjamín: 《Por cada Revolución fallida surge un brote de fascismo.》
El poder en México, el Estado y su presidente que se parece a Luis XIV, se regodea pensando que no tiene oposición, sin advertir que toda transformación fallida, tiene el enorme riesgo de convertirse en un populismo de derechas. Lo que no se transforma, regresa a su estado anterior pero con un mayor impulso.
Como cuando Francia no soporto el terror Jacobino, y Napoleón se transformó en un déspota emperador.